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Carlos Fazio /VII
El
12 de agosto de 2013, ante el gabinete legal en pleno en el salón
Adolfo López Mateos de Los Pinos, el presidente Enrique Peña apeló a la
figura y los textos del general Lázaro Cárdenas del Río para justificar
su iniciativa de reforma energética, mediante la cual propuso modificar
los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución, y con ello abrir la
puerta a la iniciativa privada a la cadena de producción de los
hidrocarburos y la generación de energía eléctrica. No obstante,
aseguró que Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad
no se venden ni se privatizan.
El administrador-gerente de Los Pinos mentía. Pese a tener
asegurados los votos del Pacto por México para consumar el atraco del
siglo a la nación, Peña había venido desplegando una demagógica y
millonaria campaña de intoxicación mediática (que se mantiene hasta el
presente), con eje en la falsificación histórica y una distorsión y
manipulación ideológica informativas. En la jerga orwelliana (donde
dice paz leer guerra), había que entender su mensaje en el sentido de
que los hidrocarburos de la nación serían entregados a las
trasnacionales ExxonMobil, Chevron, Shell, BP (ex British Petroleum),
Amoco, Arco, Halliburton, Schlumberger, Total y Repsol YPF. Y que igual
ocurriría en el ramo de la electricidad, área ya penetrada por las
firmas españolas Iberdrola, Gas Natural Fenosa, Endesa y otras empresas
extranjeras.
Lo anterior sería ratificado por Enrique Peña en Londres, el 18 de
junio siguiente, cuando en el marco de una Cumbre del G-8, en una
entrevista con Paul Rathbone, del Financial Times, prometió
cambios a la Constitución para dar certeza jurídica a los
inversionistas privados. Dos días después, el ex embajador
estadunidense en México, Carlos Pascual (el del berrinche de Felipe
Calderón), volvió a insistir en la necesidad de conformar un
bloque energéticode Norteamérica. Al participar en el Foro Regional de la Iniciativa Global de Crecimiento Verde, en Bogotá, Colombia, el actual coordinador internacional para Asuntos de Energía del Departamento de Estado, declaró a Notimex que su país trabajaba en esa perspectiva
para reducir su dependencia del suministro de hidrocarburos. Según Pascual, Canadá, Estados Unidos y México poseen
abundantes recursos energéticosy podrían convertirse en un importante
centro de abastecimientopara el hemisferio, al tiempo que se
garantizaría la seguridad energética futura.
El 30 de octubre de 2013, Alfredo Jalife informó en La Jornada
que el general retirado de cuatro estrellas y ex director de la Agencia
Central de Inteligencia David Petraeus dirigiría el nuevo proyecto
Advenimiento de las Décadas de Norteamérica, en la Universidad Harvard,
cuna de agentes de la CIA. El proyecto sería complemento de la
fuerza especialsobre
Norteaméricadel muy influyente Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés), con sede en Nueva York, y sería copresidido por Petraeus y el ex presidente del Banco Mundial Robert Zoellick. El comité consultivo estaría integrado también por la directora de geopolítica del Proyecto de Energía en Harvard, Meghan O’Sullivan, ex consejera de seguridad para Irak y Afganistán en el Consejo de Seguridad Nacional de EU (NSC, por sus siglas en inglés).
Cuando el 6 de noviembre siguiente The Wall Street Journal reveló que el gobierno de Peña y el Partido Acción Nacional llevaban
negociaciones avanzadaspara promover una reforma legal que permitiría al Estado mexicano
compartir la producción petrolera, y conceder contratos de licencia diseñados para acceder a depósitos de gas de esquisto y crudo en aguas profundas, parecían próximos a cumplirse los viejos designios de la Casa Blanca, el Pentágono y las petroleras trasnacionales en torno a la privatización de Pemex.
Un día después, en su exposición en el Foro México-Summit 2013, organizado por The Economist, el director de finanzas de Pemex, Mario Alberto Beauregard, insistiría en la necesidad de otorgar
certeza jurídicaa los inversionistas privados y abogaría por una
independencia energética de Norteamérica. Ya entonces el PRI y el PAN preparaban un albazo en el Congreso. La fast track en materia energética se dio el 11 de diciembre en la Cámara de Diputados: Pemex y la CFE se abrirían al
libre mercado. El capital privado entraría a saco en todos los sectores de la energía y las trasnacionales extranjeras tendrían acceso a un botín de 3 billones de dólares.
El 20 de diciembre de 2013, al promulgar la contrarreforma en el patio de honor de Palacio Nacional, Peña Nieto alardeó de que
mitos y tabúeshabían sido superados. En tiempo récord el Diario Oficial publicó el decreto. Un día antes, el Congreso estadunidense había aprobado el acuerdo México-EU de yacimientos transfronterizos de hidrocarburos en el Golfo de México, que junto con la Enmienda de Infraestructura Energética de Norteamérica (construcción, conexión, operación o mantenimiento de los oleo/gasoductos de hidrocarburos y la transmisión eléctrica en los límites nacionales de EU) vino a confirmar la victoria geoestratégica de George W. Bush y Barack Obama, que revive los conceptos geopolíticos que en 1942 expuso Nicholas Spykman sobre un
Mediterráneo Americanoen el Golfo de México y el mar Caribe.
Elevado a
salvadorde México por la revista Time (que aparecerá el 24 de febrero de 2014), el ilusionista de Los Pinos −nada de lo que parece es− se reunirá este miércoles 19 con Obama y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, para otro show mediático en una Toluca sitiada por los servicios secretos de EU. Allí, Peña, asalariado del
gobierno en la sombrade la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN), ratificará su vocación de cipayo de Washington y con su pandilla de entreguistas profundizará el destino de México como protectorado de Estados Unidos.
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