Por Ricardo Monreal Ávila
Ricardo
Monreal Ávila es diputado federal por Movimiento Ciudadano y líder de
la bancada en San Lázaro de este partido; es licenciado en Derecho por
la Universidad Autónoma de Zacatecas y doctor en Derecho Constitucional
por la Universidad Nacional Autónoma de México.
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Algún
tipo de ceguera colectiva padecemos los mexicanos porque la mayoría no
vemos ni percibimos las presuntas bondades de las reformas que en el
extranjero sí ven algunos grupos económicos y medios de comunicación.
La
reforma laboral ha producido más empleos informales que empleos
formales bien remunerados. La reforma fiscal está produciendo el
despido de empleados, la caída del consumo interno, la contracción de
las clases medias y el deterioro de la economía familiar popular.
Mientras que la reforma energética provee mensualmente gas, luz y
gasolinas más caras.
La algarabía y las buenas calificaciones del
exterior contrastan con la desconfianza y las desaprobaciones
crecientes al interior. Por ejemplo, el mismo día que Moody's subía la
calificación crediticia de México a “A3”, el Inegi reportaba una de las
caídas más severas del índice de confianza del consumidor.
Lo
mismo sucede con los pronósticos de crecimiento económico, inflación y
empleo: mientras bancos internacionales calculan un crecimiento del PIB
de entre 3.9% y 4.5% en 2014, gracias a las multicitadas reformas, el
Banco de México lo ubica entre 3% y 4%, como máximo.
El Inegi,
por su parte, corrigió los pronósticos gubernamentales de control de la
inflación. En enero, 4.48%, el mayor registro en un mes igual desde
2009, gracias al incremento en los refresco, las gasolinas, el metro y
los nuevos impuestos. Y aunque se subraya el carácter temporal de este
repunte, la mayor parte de los analistas económicos dan por un hecho
que la inflación este año será superior a la establecida por el
gobierno.
El otro indicador que contradice la euforia en el
exterior es el desempleo. La meta de un millón de empleos anuales será
alcanzable por allá del 2017-2018, en opinión del actual secretario del Trabajo.
Este año, en el mejor de los casos, se creará el mismo número de
empleos formales del año pasado, sobre 463,000, con remuneraciones
mensuales promedio de tres salarios mínimos.
Pero la
desaprobación mayor a la conducción del país está en la calles. La
aprobación presidencial nunca ha estado tan baja en un segundo año de
gobierno, desde que existe registro público de este indicador. Reporta
rangos del 40%, con tendencia a la baja.
Es un hecho que las
reformas no han traído el apuntalamiento del gobierno y sí un síndrome
de vulnerabilidad, similar al descrito por Alexis de Tocqueville en El Antiguo Régimen y la Revolución: "La experiencia nos enseña que el momento más peligroso para un mal gobierno es aquel en que comienza a reformarse".
Esto
no parece preocupar al gobierno, pero sí a sus aliados estratégicos,
que han iniciado una típica operación de rescate de imagen desde el
exterior, que linda en la desmesura y en la manipulación… Más que
salvar a México, se trata de rescatar a Peña.
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