MONEDERO
Especial
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*
Cimacnoticias | México, DF.- “Mejores oportunidades para las mujeres también pueden significar un mayor desarrollo económico en las economías en desarrollo. La participación de la mujer en el mercado de trabajo también es parte de la ecuación de crecimiento y estabilidad”.
Afirmaciones que por décadas han sostenido y defendido las feministas ahora son retomadas nada menos que por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su documento “Las mujeres, el trabajo y la economía: Beneficios macroeconómicos de la equidad de género”.
Sí, todos los beneficios que representa alcanzar la equidad de género y por tanto los obstáculos al desarrollo que implican las desigualdades e inequidades de género.
Es relevante que en el primer capítulo de este documento el FMI se pregunte: ¿importa el género? Y se responde con una amplia relación de recomendaciones de política pública para lograr una sociedad menos desigual, ya que en los desafíos del crecimiento la creación de empleo y la inclusión están estrechamente relacionadas.
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“Las mujeres representan poco más de la mitad de la población mundial, pero su contribución a la actividad económica medida al crecimiento y al bienestar está muy por debajo de su potencial, lo cual tiene serias consecuencias macroeconómicas.
“A pesar de los significativos progresos logrados en las últimas décadas, en todo el mundo los mercados de trabajo siguen estando divididos por géneros y parece haberse estancado el avance hacia la igualdad de género.
“La participación femenina en la fuerza laboral (PFFL) se ha mantenido por debajo de la participación masculina; las mujeres realizan la mayor parte de los trabajos no remunerados y, cuando tienen un empleo remunerado, están sobrerrepresentadas en el sector informal y entre la población pobre.
“También se ven ante significativas diferencias salariales frente a sus colegas varones, aun cuando su nivel educativo es igual o mayor.
“En muchos países –México entre ellos–, las distorsiones y la discriminación en el mercado laboral restringen las opciones de las mujeres para conseguir un empleo remunerado, y la representación femenina en los altos cargos y entre los empresarios sigue siendo baja”.
Aunque el análisis que hace el organismo internacional sólo sea del impacto macroeconómico, es muy importante dada la influencia que tiene FMI en el mundo.
Considera indispensable ofrecer a las mujeres las mismas oportunidades económicas y aprovechar a pleno el potencial de la fuerza laboral femenina, porque esto tendría importantes repercusiones en el crecimiento y el bienestar futuro.
Para ello propone un conjunto de políticas que promuevan y apoyen el empleo femenino, tales como:
Políticas fiscales con reemplazo de impuestos sobre el ingreso familiar por impuestos sobre el ingreso individual, y la aplicación de exenciones tributarias específicas en función del género y de reducciones impositivas especiales para madres o padres solteros.
Asimismo, en el documento se propone la adopción de regímenes más amplios de licencias parentales con financiación pública, que brinden incentivos para que las madres se reincorporen a la fuerza laboral en el lapso de unos pocos años, así como subsidios de guardería para las madres que trabajan.
También es posible promover la igualdad de género mediante reformas de la reglamentación que proporcionen apoyo para el cuidado de las y los niños y las personas adultas mayores.
Para la discriminación de género –en México un grave problema–se proponen tres medidas importantes:
1.Crear una mayor conciencia del derecho legal a recibir un tratamiento igualitario. Se considera que es bajo el nivel de conciencia con respecto a las leyes laborales contra la discriminación.
2.Ofrecer incentivos correctos: un régimen sólido en lo que respecta a la carga de la prueba puede alentar la presentación de reclamos judiciales contra la discriminación.
3.Dotar de facultades a los órganos nacionales que promueven la igualdad para realizar investigaciones formales de oficio (sin la presentación de una queja); se puede crear entre los empleadores mayor conciencia de la igualdad y apoyar a posibles víctimas de discriminación.
Se destaca el tema de Brasil, país que ha introducido reformas orientadas a eliminar las trabas que restringen el acceso de las mujeres a los recursos y las prestaciones sociales.
Es el caso del Programa Nacional de Documentación para las Trabajadoras de Zonas rurales. Como resultado de este programa, la proporción de mujeres con títulos de propiedad sobre la tierra aumentó de 13 a 56 por ciento entre 2003 y 2007; de esta forma mejoró la autonomía económica de estas mujeres y también la productividad del país.
Como afirma el documento del FMI, hay amplias evidencias de que cuando las mujeres pueden desarrollar plenamente su potencial en el mercado de trabajo, los beneficios macroeconómicos son significativos.
Se ha estimado que en determinadas regiones las pérdidas del PIB per cápita atribuibles a disparidades de género en el mercado laboral llegan hasta el 27 por ciento.
Disparidades que no necesariamente responden a una lógica económica, sino más bien patriarcal, llena de prejuicios y discriminación. La evolución económica de las mujeres no corresponde a la evolución de los usos y costumbres sociales, uno de los rasgos de la posmodernidad.
En palabras de la directora ejecutiva de ONU-Mujeres: “Un mundo seguro y sostenible exige derechos de las mujeres, el empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género”.
Twitter: @ramonaponce
*Economista especializada en temas de género.
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