Carlos Bonfil
En El pasado, sexto largometraje del iraní Asghar Farhadi (Una separación,
2011), el realizador y guionista ha elegido ambientar una intricada
historia de soterrados conflictos emocionales en el territorio francés
y en una lengua que no es la suya. Esta apuesta deja un tanto al margen
aquellas cuestiones que tanto marcaron a sus cintas anteriores, como
las dificultades que una pareja, o una mujer sola, pueden tener en una
sociedad fundamentalista regida por códigos muy estrictos de honor y de
justicia, marcados todos por la religión y la tiranía patriarcal.
Al abandonar un poco la especificidad cultural que caracterizaba a su cine, el director corría el riesgo de perder algo de su originalidad y fuerza. Vemos, sin embargo, que a la manera de otros cineastas iraníes, como Abbas Kiarostami (Copia fiel, 2010), lejos de perder o trivializar su sello estilístico, Farhadi sigue conservando la misma fuerza expresiva.
Ahmad (Ali Mosoffa) llega de Irán hasta París para encontrarse con Anne-Marie (Berenice Bejo), la mujer de quien se separó cuatro años atrás y cuyo divorcio sigue en trámite. Las dificultades a las que se enfrentará Ahmad son numerosas y complejas, y sorpresivamente su papel será el de ser árbitro de conflictos que le son hasta cierto punto ajenos.
Un
elaboradísimo guion alude a entrelazamientos singulares: una supuesta
rivalidad entre Ahmad y Samir (Tahar Rahim), el nuevo amante de
Anne-Marie; el drama de la primera mujer de Samir, en un prolongado
estado de coma del que alguien sería responsable; los efectos de estos
sucesos en los hijos de Anne-Marie, de padres diferentes, así como un
largo etcétera que sería ocioso detallar aquí.
Lo notable es la manera en que el realizador iraní consigue extraer de este galimatías de la disfunción familiar la sustancia necesaria para concentrarse en lo que más parece interesarle: la persistencia de la memoria en las relaciones sentimentales y el modo en que el pasado puede ser un obstáculo para una nueva plenitud afectiva y, de modo irónico, también el mejor garante de una lealtad perdurable.
El recuerdo de las relaciones pasadas entorpece en el caso de Ahmad y de Samir sus perspectivas nuevas de equilibrio amoroso. Al mismo tiempo les ofrece un asomo a lo que podría ser la nobleza sentimental requerida.
Se exhibe en la sala 3 de la Cineteca Nacional. 16 y 21 horas.
Twitter: @CarlosBonfil1
Lo notable es la manera en que el realizador iraní consigue extraer de este galimatías de la disfunción familiar la sustancia necesaria para concentrarse en lo que más parece interesarle: la persistencia de la memoria en las relaciones sentimentales y el modo en que el pasado puede ser un obstáculo para una nueva plenitud afectiva y, de modo irónico, también el mejor garante de una lealtad perdurable.
El recuerdo de las relaciones pasadas entorpece en el caso de Ahmad y de Samir sus perspectivas nuevas de equilibrio amoroso. Al mismo tiempo les ofrece un asomo a lo que podría ser la nobleza sentimental requerida.
Se exhibe en la sala 3 de la Cineteca Nacional. 16 y 21 horas.
Twitter: @CarlosBonfil1
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