Adital
Durante
visita oficial reciente del presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, al
Vaticano, el mandatario latinoamericano defendió ante el Papa Francisco la
"agenda de reformas” constitucionales que viene siendo patrocinada por su
gobierno. Sin embargo, el acercamiento entre Peña Nieto y el sumo pontífice
generó en sectores eclesiásticos mexicanos una ola de críticas, tanto por la
falta de diálogo con los sectores de base de su nación como por el intento de
presionar, vía jerarquía eclesial, a los obispos mexicanos contrarios a esas
reformas.
La
Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México (CIRM), organización
que reúne a más de 400 congregaciones de religiosos y religiosas de todo el
país, alerta sobre las consecuencias negativas que podrán recaer sobre la
mayoría de la población a partir de la implantación de puntos de esa reforma
constitucional y sus leyes secundarias. El CIRN defiende mejoras en el diálogo,
que las reformas no sean aprobadas por el Congreso sin antes ser sometidas a un
amplio debate con la participación de todos los actores sociales involucrados,
entre ellos la propia Iglesia Católica.
"¿Cómo
vamos a apoyar algo que ni siquiera fue discutido con nosotros y la sociedad? ¡Sería
una locura! Cometeríamos una gran irresponsabilidad. Es necesario, antes,
analizar críticamente cada una de las reformas con el apoyo de especialistas”,
afirma la religiosa Juana Ángeles Zárate, presidente del CIRM y superiora
general de las Carmelitas del Sagrado Corazón en México.
"Nuestras
preocupaciones en relación con las reformas constitucionales son las mismas que
tiene el episcopado mexicano [como un todo]. En el CIRM compartimos la postura
que hicieron pública los obispos de nuestro país”, afirma Ricardo Pérez
Enríquez, vicepresidente de esa institución mexicana, refiriéndose al documento
"Por México, ¡actuemos!”, divulgado al final de la 97ª Asamblea Plenaria del
Episcopado Mexicano (CEM), firmado por más de 100 obispos. El manifiesto afirma
que las reformas de Peña Nieto corren el riesgo de ser positivas sólo para
"aquellos acostumbrados a beneficiarse de los bienes del país”, representando
un riesgo de que traiga mayor pobreza y desigualdad a la mayoría de la
población.
Los
conflictos entre los obispos mexicanos y el Presidente de la República van más
allá del ámbito de las reformas constitucionales. El 28 de abril del año
pasado, el CIRM publicó un documento crítico en el que afirma, en relación con
el clima de inseguridad y violencia vividos por México: "vemos incapacidad e
ineficiencia de las instituciones responsables para imponer justicia, y hay
áreas del país donde el Estado perdió el control”. Y también: "En nuestro
servicio misionero hemos escuchado el clamor de mujeres y niños víctimas de
explotación sexual, así como de los miles de migrantes que, diariamente, cruzan
el territorio nacional; no es clara la voluntad del actual gobierno de atender
tales problemas tan delicados. Miramos con preocupación los 13 millones de
mexicanos que viven en la pobreza extrema, así como los millones de jóvenes sin
oportunidades de estudio ni trabajo. Una situación así genera un descompás en
el tejido social, no reflejando la marcha hacia un futuro de paz y justicia”.
Un mes
después de la divulgación del manifiesto "Por México, ¡actuemos!”, los obispos
mexicanos estuvieron reunidos con el Papa Francisco para informarlo de la
situación ante Peña Nieto, lo que habría llevado al mandatario mexicano a
agendar la visita oficial que ocurrió el último 7 de junio. Durante el
encuentro, quedó agendada también una visita del Papa Francisco a México con
fecha todavía a ser definida, aunque ésta no vaya a ocurrir antes de 2016.
Con
informaciones del Observatorio Eclesial de México
Traducción:
Daniel Barrantes - barrantes.daniel@gmail.com
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