Jenaro Villamil
MÉXICO,
D.F.(apro).- Ni a Ionesco, el padre del teatro del absurdo, se le
hubieran ocurrido unas escenas tan kafkianas como las vividas en este
15 de julio en los dos epicentros de una República: La Presidencia y el
Congreso.
El PRI y sus aliados del PAN y la franquicia del Verde, en
autocelebración permanente, acababan de golear a la nación y a su
futuro. En menos de tres horas votaron de manera ágil, expedita, los 15
dictámenes de las leyes secundarias en materia energética que
transformarán radicalmente la idea que el Constituyente de 1917 tuvo
sobre la propiedad de la tierra y los recursos naturales.
El marcador de votos fue 15-0 y pasó la Ley de Hidrocarburos, la pieza clave de esta arquitectura del despojo. Las leyes de Pemex y CFE que le ponen plazos a la desaparición de las dos grandes empresas públicas, ahora convertidas en “empresas productivas del Estado”, pasaron 14-0.
Con ese mismo marcador, 14-0 quedaron todas las leyes que permitirán la “ocupación temporal” –el nuevo eufemismo inventado por los negociadores del PAN en Los Pinos– de un universo de casi 400 mil hectáreas susceptibles de dejarlas en manos de las grandes trasnacionales privadas. Así, 14-0 las leyes que crean una enorme burocracia del despojo.
David Penchyna, el personaje menor de esta gran trama de las trasnacionales y el imponente mundo petrolero, se celebraba a sí mismo. Se sentía el Piojo Herrera. Su “selección” de porrismo legislativo surtió efecto. Molestos, los perredistas y un petista se salieron de la sesión de comisiones unidas. Lo acusaron de todo: farsante, ilegal, arbitrario, tramposo, etc.
Y él, feliz. El senador priista de Hidalgo que nunca ganará un concurso de simpatía, logró el aplastamiento. Junto a sus jugadores del PAN –Salvador Vega Casillas, el inefable titular de la Función Pública de triste memoria, Jorge Luis Preciado, Jorge Lavalle, y otros-, junto con esos especímenes de la disciplina institucional como los priistas Carlos Romero Deschamps, con todo y rólex en su mano petrolera, Manuel Cavazos Lerma, sonriente tamaulipeco que dejó un legado de ignominia en su entidad, Chon Orihuela y otros concurrentes, levantaron la mano. Votaron a favor, sin discusión alguna, los dictámenes más importantes de la reforma energética.
Mientras esta goliza ocurría en el Senado, en Los Pinos, el primer mandatario recibía a la selección mexicana. Eran unos héroes. Peña Nieto se desvivió en elogios a un equipo perdedor del Mundial Brasil 2014, pero que le dio “grandes alegrías” a los mexicanos. La anestesia futbolera funcionó.
Peña Nieto alabó “las atajadas de Memo Ochoa”, “la seguridad de la defensa”, “los goles de Oribe Peralta, Rafa Márquez, Andrés Guardado, Chicharito Hernández (sic), Giovanni dos Santos, incluso, los que nos anularon”.
Más feliz que los alemanes, los verdaderos ganadores, Peña Nieto celebró “los inolvidables festejos del entrenador técnico, el Piojo Herrera (sic), que demostraron la entrega y la pasión que nos distinguen a los mexicanos”.
El encargado del despacho de la Presidencia convirtió al futbol en un asunto de Estado. Y los memes del Piojo Herrera, simpático sin duda alguna, serán recordados porque “nuestra selección se ubica ya entre las 10 principales selecciones del mundo”.
Peña Nieto le dijo a la selección mexicana y al país –mientras en el Senado se aceleraba la goliza energética- que “gracias a su desempeño, el mundo pudo reconocer en su futbol la transformación positiva que está viviendo México en distintos ámbitos”.
Los telenoticieros de Televisa y TV Azteca celebrarán esta euforia posmundialista de un presidente y una selección mexicana perdedora. Quizá convocarán a un desfile para festejar la simpatía del Piojo Herrera.
Y quizá, en diez segundos, las televisoras nos digan que se aprobaron las leyes que despojarán a los mexicanos de sus recursos naturales. Y David Penchyna, con esa gran sonrisa que lo caracteriza, declare: “ni modo, eso es lo que hay y eso es lo que tenemos”.
A lo lejos, el director de la selección mexicana del tricolor en el Senado, Emilio Gamboa Patrón, le llamará al consejero jurídico de la Presidencia de la República, Humberto Castillejos, para informarle: “Ya aprobamos todo lo que ustedes redactaron. Tal cual. Viva la división de poderes”.
Twitter: @JenaroVillamil
www.homozapping.com.mx.
El marcador de votos fue 15-0 y pasó la Ley de Hidrocarburos, la pieza clave de esta arquitectura del despojo. Las leyes de Pemex y CFE que le ponen plazos a la desaparición de las dos grandes empresas públicas, ahora convertidas en “empresas productivas del Estado”, pasaron 14-0.
Con ese mismo marcador, 14-0 quedaron todas las leyes que permitirán la “ocupación temporal” –el nuevo eufemismo inventado por los negociadores del PAN en Los Pinos– de un universo de casi 400 mil hectáreas susceptibles de dejarlas en manos de las grandes trasnacionales privadas. Así, 14-0 las leyes que crean una enorme burocracia del despojo.
David Penchyna, el personaje menor de esta gran trama de las trasnacionales y el imponente mundo petrolero, se celebraba a sí mismo. Se sentía el Piojo Herrera. Su “selección” de porrismo legislativo surtió efecto. Molestos, los perredistas y un petista se salieron de la sesión de comisiones unidas. Lo acusaron de todo: farsante, ilegal, arbitrario, tramposo, etc.
Y él, feliz. El senador priista de Hidalgo que nunca ganará un concurso de simpatía, logró el aplastamiento. Junto a sus jugadores del PAN –Salvador Vega Casillas, el inefable titular de la Función Pública de triste memoria, Jorge Luis Preciado, Jorge Lavalle, y otros-, junto con esos especímenes de la disciplina institucional como los priistas Carlos Romero Deschamps, con todo y rólex en su mano petrolera, Manuel Cavazos Lerma, sonriente tamaulipeco que dejó un legado de ignominia en su entidad, Chon Orihuela y otros concurrentes, levantaron la mano. Votaron a favor, sin discusión alguna, los dictámenes más importantes de la reforma energética.
Mientras esta goliza ocurría en el Senado, en Los Pinos, el primer mandatario recibía a la selección mexicana. Eran unos héroes. Peña Nieto se desvivió en elogios a un equipo perdedor del Mundial Brasil 2014, pero que le dio “grandes alegrías” a los mexicanos. La anestesia futbolera funcionó.
Peña Nieto alabó “las atajadas de Memo Ochoa”, “la seguridad de la defensa”, “los goles de Oribe Peralta, Rafa Márquez, Andrés Guardado, Chicharito Hernández (sic), Giovanni dos Santos, incluso, los que nos anularon”.
Más feliz que los alemanes, los verdaderos ganadores, Peña Nieto celebró “los inolvidables festejos del entrenador técnico, el Piojo Herrera (sic), que demostraron la entrega y la pasión que nos distinguen a los mexicanos”.
El encargado del despacho de la Presidencia convirtió al futbol en un asunto de Estado. Y los memes del Piojo Herrera, simpático sin duda alguna, serán recordados porque “nuestra selección se ubica ya entre las 10 principales selecciones del mundo”.
Peña Nieto le dijo a la selección mexicana y al país –mientras en el Senado se aceleraba la goliza energética- que “gracias a su desempeño, el mundo pudo reconocer en su futbol la transformación positiva que está viviendo México en distintos ámbitos”.
Los telenoticieros de Televisa y TV Azteca celebrarán esta euforia posmundialista de un presidente y una selección mexicana perdedora. Quizá convocarán a un desfile para festejar la simpatía del Piojo Herrera.
Y quizá, en diez segundos, las televisoras nos digan que se aprobaron las leyes que despojarán a los mexicanos de sus recursos naturales. Y David Penchyna, con esa gran sonrisa que lo caracteriza, declare: “ni modo, eso es lo que hay y eso es lo que tenemos”.
A lo lejos, el director de la selección mexicana del tricolor en el Senado, Emilio Gamboa Patrón, le llamará al consejero jurídico de la Presidencia de la República, Humberto Castillejos, para informarle: “Ya aprobamos todo lo que ustedes redactaron. Tal cual. Viva la división de poderes”.
Twitter: @JenaroVillamil
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