Efecto
En lo que parece la mitad de
una argolla quedaron atrapadas gotas de agua. Sugieren rocío, lluvia,
lágrimas. Son de diferentes tamaños. En la más grande, por efecto de la
luz, se refleja un girasol perfecto.
Cuando la gota se desprenda de la argolla, sobre nuestra casa lloverán pétalos amarillos.
Hongos rojos
Elegantes, modernas, las dos arterias se cruzan en uno
de los puntos de la ciudad en donde el metro, el centímetro y aún el
milímetro de terreno elevan su valor por segundos. Quien logra tener
allí una propiedad puede considerarse un elegido, un triunfador –cosas
de las que no se ufanan las hormigas.
Las avenidas están amuralladas por edificios enormes hechos de
cristal, aluminio y otros materiales reflejantes. En su interior son
laberínticos. Sus formas sugieren barcos, olas, túneles, jardines
exóticos, cascadas. Otro elemento que distingue a estas construcciones
es la altura. Sobrepasa la nata de contaminación, perfora las nubes
bajas y únicamente a ciertas horas dejan pasar la luz del sol. Eso
explica cierto decaimiento de las plantas y árboles en los alrededores.
(Son pocos en comparación a los que fueron talados en aras de la
modernidad.)
A cambio de ese deterioro, en la zona exclusiva ha surgido una nueva
vegetación. Vista a la distancia parece una colonia de hongos rojos que
crecen sobre las banquetas y junto a las puertas de los edificios.
Vista de cerca, no es otra cosa que el conjunto de cascos metálicos con
que se protegen los trabajadores que ayudan a levantar las
construcciones espectaculares.
El día en que esos hombres recojan sus herramientas los edificios
serán inaccesibles para ellos. Entonces emigrarán a otra avenida en
donde caerán otros árboles, se levantarán otros edificios más altos y a
su sombra formarán otra colonia de cascos rojos. Nueva vegetación.
Hoy como ayer
¿Se ha puesto a contar la cantidad de fotos que aparecen
cada día en un periódico? Hágalo y verá que aún sin contar las de
políticos, funcionarios, deportistas y estrellitas sumará cientos,
quizá miles. Aunque captados desde distintos ángulos, sus temas son
invariables: desastres naturales, emigraciones, crímenes, injusticias,
accidentes, marchas, bloqueos, desalojos.
A
esta monotonía se debe nuestra percepción de que las fotos en la
edición de hoy son las mismas que ilustraron la de ayer o la de antier.
Ojalá que no tengamos la misma impresión cuando abramos los periódicos
de pasado mañana.
Revelación
Lita acaba de cumplir cien años y se encuentra en las
mejores condiciones. Conserva la coquetería y la memoria, se interesa
por todo, lee, va al mercado, cocina, borda, y es capaz de contarme de
cabo a rabo algún capítulo de la novela que me haya perdido.
Para celebrarle el centenario, su familia le organizó a Lita una
fiesta sorpresa a la que me invitaron. Aproveché un momento en que la
festejada y yo nos quedamos solas para preguntarle algo que siempre
había querido saber: ¿cuál es el secreto de su longevidad? La expresión
de Lita no se alteró y siguió mirando a las parejas que bailaban en el
patio. Creí que no me había oído y preferí olvidar el asunto pero al
cabo de unos minutos Lita lo abordó:
–Si he vivido tantísimos años se debe a la voluntad de Dios, pero
también a que soy una persona muy ordenada: los lunes lavo mi ropa. Los
martes plancho. Los miércoles hago mi compra grande. Los jueves ordeno
mi ropero y zurzo. Los viernes arreglo mis macetas. Los sábados recibo
a mis hijos con sus familias. Los domingos me dedico a llorar.
–¿Por qué? –le pregunté.
–Porque en ese día concentro mi tristeza para que no se filtre al
resto de la semana. Además, ese llanto me lo pide el corazón. Allí
guardo a mis muertos. Ya son tantos que apenas me alcanza el domingo
para recordarlos.
En ausencia del rey
De verdad no sé qué tenía ese hombre. Lo único que puedo
decirle es que era una persona muy, muy especial. Hacía que todo se
viera distinto, mejor. Para que me entienda le pongo un ejemplo: a
pesar de su enfermedad, se sentaba con tanta elegancia que su silla de
ruedas parecía un trono.
Desde que el caballero se nos fue las cosas han vuelto a ser como
son y punto. La silla se ve mal, destartalada y ni parece alemana.
(Nota aclaratoria: la brevedad de esta colaboración es involuntaria. Se debe a la reciente fractura de mi dedo anular derecho.)
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