6/07/2015

Dark Places

 
Dark Charlize...

El primer acto de injusticia con Dark Places sería llegar esperando una nueva Gone Girl (Fincher, 2014). Si bien ambas están basadas en best sellers de la misma autora, Gillian Flynn, es evidente que nada tiene que hacer el francés Gilles Paquet-Brenner frente a la solvencia narrativa de un Fincher al quien le viene bien el tono oscuro y truculento de la escritora y periodista originaria de Kansas.
Alejandro Alemán

No soy un seguidor de la obra literaria de la señorita Flynn pero luego de verDark Places quedan claras ciertas obsesiones en su canon: mujeres tenebrosas, personajes que escriben diarios como forma de expiación, medios de comunicación que manipulan a las masas, tramas densas, asesinatos y giros de tuerca que por constantes dejan de ser inesperados.


Esto último es probablemente el mayor problema en Dark Places, pero al no haber leído la novela original, no sé si la culpa es del libro o de quien dirige la cinta.

A mediados de los años 80, la pequeña Libby es la única sobreviviente de un terrible asesinato múltiple donde su madre y dos hermanas perdieran la vida. Manipulada por los abogados y la prensa, la pequeña niña declara que el asesino fue su hermano, un adolescente gótico, fan del Metal, quien supuestamente era adorador de Satán; una de las tantas paranoias que el resurgimiento de grupos metaleros trajo consigo en la norteamérica de Ronald Reagan.
Así, mientras su hermano es enviado a la cárcel, Libby ha vivido todos estos años explotando su condición de trágica huérfana, dando entrevistas, pidiendo donativos a cambio de autógrafos e incluso firmando como suyo un libro que en realidad no escribió.
Todo por servir se acaba, así que, 25 años después, Libby (Charlize Theron) está en la completa pobreza. Su caso ya no interesa a nadie, o al menos eso pensaba hasta que recibe un mensaje de Lyle (Nicolas Hoult), joven que le ofrece pagarle un dinero a cambio de que asista a una de las reuniones de su "Club del Asesinato", una especie de Comic-Con pero de fanáticos de los asesinatos sin resolver, como el de la familia de Libby.
El trato es simple: Lyle le pagará a Libby una cantidad a cambio de que se reúna con sus colegas del club, un grupo de investigadores con la teoría de que no fue su hermano, sino alguien más, el perpetrador de la masacre. Sin mucha opción dada su precaria situación económica, Libby acepta el trato, destapando así la caja de pandora de sus recuerdos de aquella fatídica noche.
El planteamiento sin duda es interesante, la trama se presta para hacer una crítica sobre la manipulación de los medios, la nota roja, la satanización (valga el juego de palabras) hacia los jóvenes, e incluso a la pobreza extrema de la américa profunda en la era Reagan. Desgraciadamente, el director Gilles Paquet-Brenner prefiere no perder tiempo con ello para mejor enfrascarse en un clásico whodunnit? bastante convencional aunque narrado a dos tiempos de manera paralela: por un lado el seguimiento a los últimos días de la familia Day, donde su azarosa madre, Patty Day (Christina Hendricks, por momentos llevándose la película) se encuentra en la encrucijada entre ser madre soltera, encargarse de cuatro hijos, soportar la violencia de su esposo quien regresa a casa sólo para pedirle dinero y además tratar de defender a su hijo (metalero y probablemente satánico) que ha sido acusado en la escuela de haber forzado a una niña a tener relaciones. A la par, mediante constantes brincos en el tiempo, vemos como la adulta Libby intenta reconstruir sus propias memorias al tiempo que va sembrando la idea de que no fue su hermano, sino alguien más, el perpetrador de los asesinatos.
La estructura de dos relatos paralelos no es extraña para Paquet-Brenner. En su cinta anterior, Sarah’s Key(2010), una reportera en la Paris moderna investiga el infame caso de Vel' d'Hiv durante la ocupación Nazi mientras que, a la par, se narra el caso de una niña que esconde a su hermano en su casa antes de la policía los lleve a los campos de concentración.
Incluso el tratamiento de los personajes femeninos es el mismo en ambas cintas: una que intenta escudriñar en el pasado y cuyos hallazgos le afectan en su presente así como la desesperación de quienes vivieron una situación límite como la brutalidad en la ocupación de Francia por parte del ejército de Hitler.
Con más forma que fondo, el suspenso no alcanza para crear verdadera tensión. Es claro desde el inicio que el asesino no es quien está en la cárcel, por lo que todo deriva en un juego de "Adivina quién" con una extensa galería de parias al cual ni quien irle: el padre ausente y alcohólico, el amigo supuestamente satánico, la novia secreta del hermano o aquella dulce niña que lo acusara de abuso sexual.
El tono de la historia mantiene la obscuridad del título y las actuaciones tanto de Charlize Theron como de Christina Hendricks resultan convincentes, no así los giros de tuerca, algunos por demás forzados y en su mayoría telegrafiados con demasiada anticipación.
Así pues, ¿es culpa del material original o es falta de creatividad del director? Si con Gone Girl no me arrepentí de ver la película sin haber leído antes el libro, aquí sucede justo lo contrario, dan ganas de comprobar si Flynn supo aprovechar mejor las oportunidades en un relato que se antojaba mucho más rico y menos convencional como resulta esta cinta.

http://twitter.com/elsalonrojo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario