Mª Ángeles Fernández
La V Asamblea de Mujeres de la Vía Campesina acoge el reto de trabajar por un feminismo campesino y popular.
Una campesina con el puño izquierdo en alto, pañuelo en la cabeza y
otro sobre los hombros, una mueca de grito. Esta imagen en tonos morados
recuerda que La Vía Campesina es cada vez más feminista. “Construimos
movimiento para cambiar el mundo, con feminismo y soberanía
alimentaria”, reza la pancarta que arropa a la V Asamblea de Mujeres que
este movimiento social acaba de celebrar en la localidad vizcaína de
Derio.
La violencia, en todas sus formas, usos y estrategias de opresión, es
el hilo conductor de las reivindicaciones territoriales que han surgido
en este encuentro de unas 150 mujeres de todo el mundo y que ha sido
uno de los actos previos de la VII Conferencia Internacional de La Vía Campesina,
que este año se celebra en tierras vascas. La violencia, recuerdan, es
no tener acceso de igual manera que los hombres a las herramientas y
recursos para realizar sus labores como agricultoras, ganaderas o
pescadoras; violencia es no poder acceder a las subvenciones o al
crédito, no tener derechos laborales, que las tierras no estén a nombre
de quien las trabaja; violencia es no tener acceso a las semillas o al
agua.
Violencia son, insisten, los abusos sexuales, las guerras, las
fronteras, los matrimonios forzosos, los problemas de visado, el cambio
climático… “Violencia es que no haya mujeres en cargos políticos
o que en las organizaciones campesinas no participen en los órganos de
toma de decisión”. Estas reivindicaciones, unas más globales y
otras de carácter más territorial, salieron en la puesta en común del
encuentro. Las palestinas, por ejemplo, se quejaban de sus problemas de
movimiento, de los controles israelís o de cómo muchas se quedaban
viudas muy jóvenes. Mientras, desde algunos países africanos se hablaba
de la poligamia o del acaparamiento de tierras.
“Hay un incremento de la violencia estructural, de los feminicidios,
de los asesinatos de lideresas, de la impunidad, de los abusos sexuales
incluso a niñas”, apuntaba, con fuerza, una representante de la
Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC).
“Tenemos que producir la enseñanza de nuevos valores. En las
organizaciones mixtas hay violencias contra las campesinas que toman un
rol protagonista. Hay que construir nuevos valores, nuevas masculinidades, igual que nos estamos formando y avanzando con el feminismo.
Tenemos leyes, pero no caminan”, añadió tras recordar la poca gracia de
determinados chistes sexistas que se escuchan en el interior de las
organizaciones campesinas.
El feminismo, herramienta de trabajo
En toda esta dura enumeración de problemas y opresiones, el feminismo
apareció como elemento articulador para entender los contextos,
aplaudir las resistencias y buscar alternativas. “Nuestra
articulación de mujeres surgió por la desigualdad, pero en el proceso
hemos encontrado que el feminismo es una herramienta de análisis
liberadora. El feminismo campesino y popular es un desafío”, apuntó una de las participantes. Este feminismo popular y campesino es uno de los retos de la Vía Campesina.
“La lucha por la emancipación de las mujeres tiene que estar
articulada con la de los movimientos sociales campesinos, y la lucha por
la igualdad de género tiene que caminar junto con la lucha por el fin
de la propiedad privada, por el derecho a la tierra y al territorio, por
la reforma agraria. Será el momento de afirmar que el socialismo y el
feminismo campesino y popular son insumisos y cuestionar las
concepciones patriarcales y burguesas, funcionales a las políticas de
explotación capitalista”, explica la brasileña Marina dos Santos, una de las dirigentes del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST).
A la espera de concretar el plan de acción para los próximos cuatro
años (la anterior asamblea se celebró en Yakarta, Indonesia, en 2013)
varias ideas marcarán las acciones de la Vía Campesina, movimiento
social que aglutina a más de 450 organizaciones de unos 70 países.
Fortalecer las articulaciones regionales y fomentar la participación,
promover la auto-organización de las mujeres en sus colectivos, fomentar
la paridad en los órganos de decisión y participar en espacios de
gobernanza son algunos de los asuntos que pretenden pulir desde el punto
de vista organizativo. También expresan la necesidad de fortalecer y
ampliar la campaña de ‘no más violencia’ contra las mujeres, de apostar
por las acciones de visibilización en fechas clave, de seguir luchando
por la paz y contra la militarización, así como de fomentar las escuelas
de formación feminista.
Y, por supuesto, poner luz en la situación de las mujeres en todas
las luchas estructurales de la Vía Campesina, como son la reforma
agraria popular, la oposición a los agronegocios y al modelo energético
actual, la defensa del agua, la batalla contra la privatización de los
bienes naturales; y, por supuesto, la crítica al sistema capitalista,
patriarcal, racista y xenófobo. “Hay que abordar el trabajo político y
productivo desde el feminismo y la soberanía alimentaria”, “ratificamos
nuestro compromiso con las resistencias”, “el capitalismo y el patriarcado violenta nuestros cuerpos y nuestros territorios”
o “hay que compartir los trabajos productivos y de cuidados” fueron
otras de las ideas lanzadas en la declaración final que se leyó.
“Somos las personas que trabajan la tierra y que alimentan al mundo,
pero nuestros territorios están bajo un ataque constante. Nos
enfrentamos a una criminalización creciente. Esta conferencia es un paso
adelante en la internacionalización de nuestras luchas, creando una
estrategia para frenar los poderes del capitalismo global y construir un
movimiento para el cambio”, afirmó Elizabeth Mpofu, campesina de
Zimbabue y coordinadora general de La Vía Campesina.
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