Por Friday Phiri
MONGU, Zambia, 13 sep 2017 (IPS) -
La pesca, en mar abierto o en ríos, y la acuicultura, son una fuente de
alimentos y de ingresos para 820 millones de personas en el mundo, ya
sea por la captura directa, el procesamiento, la comercialización o la
distribución.
Además, para muchas de ellas, la actividad forma parte de su identidad cultural tradicional.
En el oeste de Zambia, la pesca no solo es una gran fuente de
ingresos para la población local, sino también una forma de vida. Pero
numerosos estudios de la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO) alertan de que la pesca ilegal, no
declarada ni reglamentada es una gran amenaza para la sostenibilidad de
esta industria, y esta zona no escapa a esa situación.
“Cambiaron. La mayoría de los hombres con que trabajamos ahora nos tratan como a iguales": Joyce Nag’umbili.
La mala gestión tras la captura fue una de las principales causas de la pesca ilegal, pero también de la sobrepesca.
“La mayoría de la gente no conoce. Creen que la sobrepesca es la
mejor forma de compensar las pérdidas que tienen en la cadena de valor”,
se lamentó Hadon Sichahi, un vendedor de pescado de esta occidental
localidad de Mongu.
“Es una cadena, el comerciante cree que las rupturas en el transporte
deben recuperarse comprando más pescado a menor precio, lo que hace que
los pescadores aumenten la captura o hasta violen la ley para pescar
más”, explicó.
Sichiali se refería a la prohibición anual que rige entre diciembre y
marzo para que los peces se reproduzcan y que ha sido una fuente de
conflicto entre los pescadores y las autoridades. Pero el problema
empeoró en los últimos años por la disminución de la captura, lo que se
atribuye al cambio climático.
Pero gracias al proyecto Investigación Participativa, algunas de esas
dinámicas están cambiando, en especial en lo que respecta a las
mujeres, quienes, según la FAO, representan por lo menos 19 por ciento
de las personas directamente involucradas en el sector primario de la
pesca, y una proporción mayor en el sector secundario, como es el
procesamiento.
Concentrado en mejorar la comercialización y la gestión tras la
captura, el proyecto Fondo para Cultivar el Futuro de África (CultiAF)
logró mejorar notoriamente la participación femenina en la pesca.
Según el último informe técnico del proyecto implementado en Zambia y
en Malawi, las mujeres que participaron en una dinámica de
representación teatral, una herramienta utilizada para modificar
comportamientos de género, aumentaron su participación en la pesca de
cinco por ciento, al inicio, a 75 por ciento, en la actualidad.
“Me gustaría alentar a los distintos actores de la pesca a utilizar
esos métodos pues la tecnología mejorada mostró que se pueden reducir
las pérdidas de forma significativa y que la pesca procesada con esas
tecnologías tiene un mayor valor en promedio que los procesada con
métodos tradicionales”, indicó el secretario permanente de la provincia
Oeste, Mwangala Liomba, en la reunión de presentación de los resultados
finales del proyecto, en junio.
“Eso permite que los pescadores, los procesadores y los comerciantes
tengan más dinero. Las intervenciones requieren menos tiempo, lo que
aumenta el tiempo disponible de las mujeres que procesan”, explicó.
“Además, el uso de representaciones dramáticas que desafían las
normas de género permitieron que las procesadoras de la llanura
inundable adoptaran y se beneficiaran por igual de las mejores
tecnologías de procesamiento que reducen las pérdidas”, abundó.
Financiado por el Centro Internacional de Investigaciones para el
Desarrollo (IDRC) y el Centro Australiano para la Investigación
Internacional en Agricultura (Aciar), el proyecto de tres años, dirigido
por científicos del Ministerio de Pesca y Ganadería, la Universidad de
Zambia y la organización WorldFish, se propone mejorar la efectividad,
reducir las pérdidas y promover la igualdad de género en la cadena de
valor de la pesca.
Los investigadores realizaron análisis de la cadena de valor para
comprender las pérdidas de biomasa tras la captura y los cambios en el
contenido de nutrientes, así como las normas de género y las relaciones
de poder.
“En Zambia, el estudio concluyó que hay pérdidas físicas de pescado
en los tres nodos de la cadena de valor y difieren de forma
significativa en cada uno”, precisó Alexander Shula Kefi, uno de los
principales investigadores del proyecto.
En el procesamiento se pierde en promedio el mayor volumen, 7,42 por
ciento, seguido de la comercialización, 2,9 por ciento, indicó.
Los pescadores registran la menor pérdida, dos por ciento, aunque no
es significativamente diferente de la pérdida en el nodo comercial. La
principal causa de la pérdida física de pescado resultaron ser las
roturas en los nodos de procesamiento y comercialización, según Kefi.
“Las mujeres pierden más del triple del peso de su partida de pescado
que los hombres, lo que indica que no es solo la función de
procesamiento lo que genera pérdidas, sino que hay también hay
diferencias por género en los nodos”, añadió Kefi.
Para hacer frente a ese asunto, el proyecto utilizó la herramienta de
representación dramática durante la implementación, y logró aumentar
35,7 por ciento los comportamientos de los hombres que no son
típicamente masculinos.
“Cambiaron”, aseguró Joyce Nag’umbili, de 36 años, quien hace tiempo
trabaja en el distrito de Senanga. “La mayoría de los hombres con que
trabajamos ahora nos tratan como a iguales. Algunos hicieron a un lado
su ego y nos preguntan sobre ciertas tecnologías que no entienden bien”,
acotó.
No ha sido fácil para ella ocuparse de sus dos hijos y de ocho
huérfanos. Y el proyecto CultiAF le permitió salvar su trabajo con las
tecnologías para reducir las pérdidas y aumentar los márgenes de
ganancia.
“Cuando comenzó el proyecto, mi capital de base eran solo (unos 22
dólares), pero ahora asciende a (888 dólares). En los últimos dos años,
pude comprar dos terrenos y materiales de construcción por unos (555
dólares)”, relató, contenta.
Según los resultados, las pérdidas físicas acumuladas, disminuyen de
38 por ciento a 19,3 por ciento aplicando las nuevas tecnologías piloto
de hornos de ahumado mejorados, saladura, uso de secado con hielo y
solar.
En el aspecto nutritivo, “el pescado ahumado con la tecnología de
horno mejorada tuvo un contenido proteico significativamente mayor que
el ahumado con el método tradicional”, aseguró Nyambe Lisulo Mkandawire,
del Departamento de Nutrición y Ciencias Alimentarias de la Universidad
de Zambia.
Además, se implementó otro proyecto para desarrollar herramientas y
respaldar mecanismos para la concreción de oportunidades para jóvenes en
la cadena de valor de la pesca y el maíz tras la cosecha.
La iniciativa Expandiendo Oportunidades Empresariales para Jóvenes
Africanos en la Cadena de Valor Agrícola en África Austral se lleva
adelante en Malawi, Zambia y Zimbabwe con el fin de servir de vehículo
para la comercialización de productos de investigación.
El proyecto, a cargo de Africa Entrepreneurship Hub (AEH), otorgó y
financió a 23 grupos de jóvenes emprendedores. En el marco de la
iniciativa se capacitaron y mentorearon 70 empresarios y se desarrolló
una plataforma de comercialización electrónica, así como herramientas de
negocios para asistir a los proveedores de servicios de desarrollo
empresarial y a empresarios.
La plataforma tiene dos componente: una aplicación móvil, donde los
vendedores (de pescado sin procesar o procesado) y compradores se
registran y encuentran mercados, explicó Jonathan Tambatamba, de AEH.
“Por ahora funciona solo con SMS (mensajería instantánea) porque la
mayoría de los usuarios tienen teléfonos celulares básicos”, precisó.
El segundo componente es un sistema de tutorías. En ese contexto,
ocho negocios recibieron apoyo para la construcción de capacidades y
contaron con el seguimiento de un mentor.
La iniciativa cuenta con seis mentores que suministraron asesoramiento para la gestión empresarial a través de la plataforma.
Traducido por Verónica Firme
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