QUINTO PODER
Por: Argentina Casanova*
Para muchas personas la elección fue no ver la fotografía. El
anuncio, la advertencia de lo fuerte de la imagen sirvió a otras para
evitarla, a algunas nos llegó a “bocajarro” en medio de una conversación
virtual y es inevitable hacer la reflexión sobre la contradicción y el
metadiscurso de la fotografía de los 3 niños-adolescentes asesinados en
Coyuca de Benítez. Un lugar donde los niños son soldados de una guerra
no contada.
No hay forma de abordar el tema sin rozar lo absurdo y lo grotesco.
Lo es la fotografía, lo es su publicación, lo es mirarla o difundirla,
pero también lo es pretender no verla y negar que está ahí. En paralelo a
una fotografía de tres personas cuyos cuerpos aparecieron gravemente
violentados aún después de la muerte.
La muerte no solo es el festejo de los mexicanos es la pirotecnia de
la afrenta. La afrenta al cuerpo, a la dignidad de una comunidad que
despierta con el dolor de encontrar en un parque, en una calle
transitada, en el duelo de una comunidad que se lamenta de la violencia,
en el dolor de las familias de enterar y quizá conocer el destino de su
familiar en una fotografía de algún medio digital.
La afrenta a la cotidiana normalización de la violencia que nos
regresa a los días previos al “acuerdo” que suscribieron los medios para
dejar de contabilizar
ejecutados-descuartizados-entambados-encajuelados-embolsados-colgados-degollados.
Sociedad que se amputa el miembro invisible de la conciencia y la
sensibilidad a fuerza de necesidad de sobrevivir, dar vuelta a la página
y entusiasmarse con la urgencia del festejo patrio. Sociedad que cierra
los ojos porque no puede con la realidad y prefiere dar el paso a
ciegas antes que aceptar que convive entre el horror y la miseria
humana.
No hay forma de evitarlo. Publicarla como un medio o como un
periodista que descubre los entresijos del mensaje. Que está consciente
del valor simbólico de la imagen. De la fotografía que se queda grabada
por el dolor de ver a tres niños, cuerpos cobijados en vínculo invisible
de acompañarse en ese último instante.
Cuerpos de jovencitos, adolescentes, niños. Una playera verde de la
selección con la palabra México, donde cabe la pregunta que se queda
¿dónde está el futuro de México?
No hay mucho qué decir, ni siquiera deberíamos estar escribiendo de
algo así pero no hacerlo es también apostarle a un silencio que pretende
normalizar la más horrorosa de las realidades. Nada que se pueda
justificar ni olvidar.
La fotografía de los niños, es “la fotografía”, el instante que
resume el estado de una zona geográfica, de un momento histórico, de un
hecho que trasciende los nombres, que como aquel pequeño niño cuyo
cuerpo apareció flotando en las aguas del mediterráneo era reclamado por
el mundo.
Son niños pobres, son niños de una sociedad que se olvida y se niega a
sí misma, que criminaliza a las juventudes y las juzga de “ninis”,
antes que escucharla.
Es el rostro de la niñez, el futuro, lo mismo podrían ser los hijos o
los sobrinos propios que los de algún conocido o conocida, son los
hijos de alguien, son los hijos de la calle y de nadie, de quienes
preferimos voltear la cara y no mirar a los jóvenes que arriesgan su
vida en un crucero haciendo malabares con machetes, al chico que inhala
thiner y se quema las neuronas porque el hambre se esconde así.
No hay argumentos, hay vergüenza de ser la generación de “personas
adultas” que celebramos haber jugado en las calles y tomar agua de la
llave, pero que hoy día vemos a las juventudes y no las tomamos de la
mano para acompañarlas.
* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y Fundadora del Observatorio de Violencia Social y de Género en Campeche
imagen retomada del portal laopcion.com.mx
Cimacnoticias | Campeche, Cam.-
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