Autor: Nancy Flores / @Nancy_Contra
A Ildefonso Guajardo los mexicanos le pagan cada día un monto equivalente a 58.3 salarios mínimos por sus servicios
como secretario de Economía. Esto es que, por jornada laboral, percibe 4
mil 666 pesos netos sólo referentes a su sueldo y compensación
garantizada, mientras que un obrero apenas obtiene 80 pesos, porque en
ese monto está tasado el salario mínimo.
En
otros casos, como el de los jornaleros y los campesinos, la situación
es mucho peor, porque sus ingresos ascienden a 50 pesos diarios o menos
en las zonas más pobres del país. La diferencia entre el sueldo del
secretario y el del obrero es abismal (4 mil 586 pesos) y contribuye a
las enormes desigualdades que se viven en el país.
El salario
mínimo diario ni siquiera alcanza para comprar 1 kilo de carne de res,
cuyo costo en supermercados asciende a 150 pesos. Menos aún para pagar
la cuenta de alguno de los lujosos restaurantes en los que seguramente
desayuna, come y cena el secretario.
Por eso resulta muy cómodo
para él descartar la discusión de la mejora salarial, que se ha puesto
en la mesa de debate nacional gracias a las presiones de Estados Unidos y
Canadá en las rondas de renegociación del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte.
En el colmo del cinismo, el funcionario señaló
el pasado 6 de septiembre que el tema ya no se había discutido en la
recién concluida segunda ronda porque nadie se había referido a éste: la
única propuesta en el tema laboral es de Canadá y no se mete en el tema
salarial, aseguró a la prensa.
Por supuesto, ni por equivocación
lo planteó el funcionario federal y militante del Partido Revolucionario
Institucional, quien se ha caracterizado por defender como “factor de
competitividad” del país los salarios de hambre de las mayorías.
Por
lo visto, para Ildefonso Guajardo el salario mínimo no resulta indigno
ni es, por tanto, un tema en el que México vaya a ceder durante la
renegociación. Mucho menos que se vaya a discutir como parte de la
agenda política de los priístas de cara a las elecciones de 2018.
El
asunto de política interna, como lo ha calificado el secretario
Guajardo, ni siquiera es un tema en la agenda de Enrique Peña Nieto. El
presidente no lo presume en su campaña mediática de las cosas buenas que
cuentan y que quiere que sigan contando, porque para esa élite que
encabeza no ha de ser importante.
Es indignante que, ni siquiera
por la presión internacional, el gobierno federal atienda esta vieja
exigencia de la clase trabajadora mexicana que en los últimos 20 años ha visto cómo se pulverizan sus derechos y cómo sustancialmente se merma su poder adquisitivo.
Tal
como se lo han restregado los representantes estadunidenses y
canadienses, la administración de Peña Nieto ofrece como principal
“factor competitivo” de México la descarada explotación laboral, por no
decir semiesclavitud de los mexicanos más necesitados a las
trasnacionales “necesitadas” de mano de obra barata.
Es por eso
que al secretario Guajardo ni siquiera se le ocurre defender a su
pueblo, a los miles de trabajadores explotados, esclavizados en las
fábricas y armadoras extranjeras. La falta de sensibilidad del
funcionario quizá se deba a su acomodada vida que ha sido garantizada
por pertenecer a la élite política.
Y es que el funcionario no
sólo gana los 140 mil pesos netos mensuales, el erario también le paga
dos primas vacacionales por el equivalente al 50 por ciento de 10 días
de sueldo base tabular; una prima de antigüedad quinquenio que se otorga
en razón de la antigüedad, por cada 5 años de servicios prestados hasta
25 años. En este caso el monto es de 100 y hasta 225 pesos.
Además
un aguinaldo equivalente a 40 días de salario base. Y para mejorar su
economía familiar, se le da una ayuda para despensa de 465 pesos. Ello a
pesar de que el erario de la Secretaría le paga comidas y gastos de
representación.
Por si esto no fuera indignante, el secretario
–que no quiere que se le aumente ni un solo peso al salario mínimo–
también goza de prestaciones como un seguro institucional, cuya suma
asegurada básica equivalente a 40 meses de la percepción ordinaria bruta
mensual; un seguro colectivo hasta por 25 mil pesos en relación a los
años de servicio; uno de gastos médicos, con una suma asegurada básica
de 74 a 333 salarios mínimos generales.
Desde su lujosa oficina y
con un sueldo que supera por mucho el que perciben las mayorías de este
país, Guajardo defiende el “factor competitivo” de México, basado en la
terrible explotación de millones de personas.
Factor del que se
han beneficiado empresarios nacionales y extranjeros y que ha
posibilitado la permanencia del PRI en el poder, al igual que el periodo
del Partido Acción Nacional que, durante su paso por la Presidencia,
profundizó el problema.
Nancy Flores
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