CHIHUAHUA, México.- Un exdirectivo del partido del presidente Enrique
Peña Nieto fue arrestado como parte de una investigación sobre el uso
ilegal del dinero público para impulsar las campañas de su partido en
las elecciones mexicanas del año pasado, anunciaron este miércoles los
funcionarios estatales.
El exdirectivo, Alejandro Gutiérrez, es uno de los aliados del
presidente mexicano que están bajo sospecha de participar en un esquema
de malversación para impulsar las posibilidades de su partido en un
momento de profunda insatisfacción con el gobierno, de acuerdo con
exfuncionarios vinculados al plan y cientos de páginas de documentos
revisados por The New York Times.
El arresto de Gutiérrez, un veterano político que en ese momento era
el secretario del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario
Institucional (PRI), es parte de una investigación cada vez más amplia
sobre la enorme corrupción sucedida bajo el mandato del anterior
gobernador del estado de Chihuahua. El gobernador era un amigo cercano
del presidente de México y una estrella en ascenso del PRI antes de que
huyera a Estados Unidos para evitar los cargos de corrupción.
El caso en su contra ha afectado a media docena de exfuncionarios del estado; algunos ya están cooperando con las autoridades.
Pero la investigación se está extendiendo y amenaza con llegar a los
cargos más altos del gobierno, según el testimonio de los exfuncionarios
del estado y los registros financieros revisados por The New York
Times.
Gutiérrez está siendo investigado en relación a lo que los
exfuncionarios definen como un plan nacional para canalizar decenas de
millones de dólares del dinero público para ayudar a los candidatos del
PRI en las elecciones para gobernador de 2016.
El dinero se envió a estados con gobernadores cercanos dentro del
partido. Luego, esos funcionarios crearon una serie de contratos
gubernamentales con compañías falsas que finalmente devolvieron el
dinero para que fuera usado en las campañas, según el testimonio y los
registros consultados.
En ese momento, los principales funcionarios del PRI estaban
preocupados por perder las elecciones estatales en junio de 2016. Los
exfuncionarios estatales dicen que el patrón de malversación de fondos
para financiar las elecciones se produjo en varios estados donde el PRI
temía perder el control.
Los documentos revisados por The New York Times se centran en gran
medida en el esquema de malversación en Chihuahua. Según los registros,
millones de dólares del gobierno federal fueron transferidos en enero de
2016 al estado con el propósito de ser utilizados en el sector
educativo.
Luego, el dinero se desvió a cuatro compañías utilizadas para
malversar los fondos, un negocio que el auditor fiscal del país ha
incluido en la lista negra por ser empresas falsas, según los contratos
gubernamentales revisados por este diario.
Esas compañías, supuestamente contratadas por el estado de Chihuahua
para proporcionar servicios educativos, recibieron casi 14 millones de
dólares en sus cuentas, según los contratos y los registros bancarios
que muestran que el dinero se había recibido.
Pero las empresas no proporcionaron esos servicios, según las
declaraciones juradas de los actuales funcionarios de educación del
estado. En cambio, el dinero se convirtió en efectivo y se devolvió al
PRI para que fuera utilizado en las campañas electorales, según los
antiguos funcionarios del estado vinculados al plan.
Uno de esos funcionarios llamado Ricardo Yáñez, el exsecretario de
Educación de Chihuahua, describió la trama en un documento de sentencia.
Yáñez está cumpliendo una sentencia de prisión de cuatro años.
Sin embargo, no todo el dinero se destinó a fines políticos.
Alrededor de 230 mil dólares se depositaron directamente en una
cuenta comercial operada por Gutiérrez, el exsecretario del PRI, según
los registros bancarios y las declaraciones de los testigos.
La red de pagos sugiere un vínculo entre el esquema de malversación y los líderes nacionales del partido.
Los contratos y los registros bancarios muestran que millones de
dólares se destinaron a algunas de las mismas empresas falsas, o
empresas conectadas a ellas en los estados de Sonora y Durango. Los
registros bancarios también muestran cientos de miles de dólares en
depósitos a algunas de las compañías por parte del estado de Colima. Y
en su testimonio, los exfuncionarios relacionados con este esquema
dijeron que también se realizó en los estados de Veracruz y Tamaulipas.
Los funcionarios de Veracruz no respondieron a las repetidas
solicitudes de declaraciones. Y el actual gobernador de Tamaulipas, un
político de la oposición que ganó su cargo durante las elecciones de
2016, dijo que una investigación de sus funcionarios no encontró ningún
contrato con las cuatro principales compañías falsas.
Aún no está claro quién más pudo haber participado en el plan. En el
documento de sentencia, Yáñez, el ministro de Educación estatal que ya
fue declarado culpable, es citado diciendo que tanto Gutiérrez como el
exgobernador de Chihuahua, César Duarte, le dijeron que el dinero había
sido enviado por el gobierno federal para financiar las campañas
electorales del partido. Afirmó que le dijeron que el mismo plan se
había realizado en varios estados.
Duarte huyó a Estados Unidos donde está evadiendo los cargos
federales y estatales de corrupción, incluidas las acusaciones de que
robó más de 300 millones de dólares durante su gestión en el estado.
La hija de Duarte es ciudadana estadunidense y, de acuerdo con los
documentos legales revisados por The New York Times, el exgobernador
solicitó una tarjeta de residencia permanente.
Se cree que Duarte vive en Texas y Nuevo México. Los intentos por
contactarlo por teléfono y a través de visitas a diez propiedades que
presuntamente son suyas en El Paso y sus alrededores fueron
infructuosos.
El jefe del partido de Peña Nieto en el momento del plan de
financiamiento de la campaña, Manlio Fabio Beltrones, es aliado desde
hace mucho tiempo del presidente y su familia.
Beltrones también es mencionado en el documento de sentencia. Yáñez
dijo que el exgobernador le dijo que Beltrones había ideado el plan. Los
intentos por contactar a Beltrones el miércoles no tuvieron éxito.
En el documento, Yáñez dijo que se reunió con Gutiérrez, el
exdiputado del PRI, y otros funcionarios en la sede del partido en
Ciudad de México. En ese momento, el PRI ya había perdido las elecciones
y la mentalidad de los participantes cambió a disminuir los daños.
Los casos de la campaña son parte de una amplia investigación en
curso en Chihuahua, donde el nuevo gobernador, Javier Corral, le ha
encargado a su fiscal general que investigue la corrupción.
El margen de maniobra que Corral ha otorgado a los fiscales es raro
en México, donde las investigaciones muy pocas veces se inician y, si se
permiten, raramente llegan más allá de los de los funcionarios de bajo
nivel.
A lo largo de los meses, los fiscales han trabajado lentamente en una
lista de exfuncionarios que sirvieron en el gobierno del anterior
gobernador, Duarte, y los presionaron para que cooperaran.
En enero de 2016, el estado de Chihuahua enfrentaba problemas
financieros y necesitaba ayuda para hacer la nómina. Jaime Herrera, el
exsecretario de Finanzas del estado durante la gestión de Duarte,
necesitaba casi 16 millones de dólares para aliviar la tensión
financiera.
Dos días después, en un contrato de siete páginas, la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público aceptó el pedido. De acuerdo con la oficina
del gobernador, un cambio de dos días para una solicitud tan grande fue
una decisión asombrosamente rápida.
Pero el motivo de la transferencia, de acuerdo con los antiguos
funcionarios estatales, era un engaño. Según ellos, Gutiérrez, el
exdirectivo del PRI, había llamado a funcionarios en Chihuahua para que
le pidieran el dinero a los funcionarios federales, según el testimonio.
La operación, explicaron los funcionarios del estado, era una forma
compleja y probada de malversar fondos. A los funcionarios se les dieron
los nombres de cuatro compañías que supuestamente le proporcionarían
servicios educativos al estado: se trataba de las empresas falsas desde
las cuales los miembros del partido podían desviar el dinero.
Una compañía recibió alrededor de 5.2 millones de dólares por vender
el software estatal de recursos humanos. A otras tres empresas se les
pagaron millones por servicios de capacitación y educación, según los
contratos revisados por The New York Times.
De acuerdo con especialistas en contrataciones, los montos pagados
por el estado eran astronómicamente altos por los servicios que
brindaban.
Los pagos se movieron rápidamente. A fines de febrero, los contratos
habían sido redactados y firmados por los funcionarios del estado, y en
abril los cheques fueron enviados a cada una de las compañías.
De los aproximadamente 15.8 millones de dólares enviados al estado
por el gobierno federal, el partido sólo solicitó que se le devolvieran
14.4 millones de dólares, según el testimonio de los funcionarios
estatales. El resto, dijeron, se podría gastar como quisieran los
funcionarios del estado.
De cada una de las compañías, el dinero fue transferido a docenas de
otras compañías, varias de las cuales también aparecen en la lista negra
de empresas falsas de las autoridades tributarias nacionales, según los
documentos.
A partir de ahí, el dinero desapareció. La única pista sobre a dónde
fueron a parar esos recursos se encuentra en el testimonio de los dos
exfuncionarios del estado, a quienes los miembros del partido les
dijeron que el dinero se gastó en el financiamiento de la campaña.
*J.Jesús Esquivel es corresponsal de Proceso en Washington
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