Salvo en raras ocasiones, la llegada de miles de personas a otro
lugar siempre ha generado conflictos pues se les ve como una amenaza o
un peligro. Sólo cuando los migrantes son pocos y con personas que
aportan a la comunidad con conocimiento y nuevas ideas, los extraños que
llegan son aceptados sin problema, como en el caso de la migración
española a México a mediados del siglo pasado y la de los argentinos y
chilenos en los tiempos de dictadura.
Hoy el tema de las migraciones es un problema que acarrea múltiples
conflictos internacionales, sobre todo porque en su mayoría son por
cuestiones económicas en un mundo globalizado que, paradójicamente,
presume supuestas economías abiertas y sin fronteras.
México está integrado por múltiples migraciones en toda su historia.
Basta con recordar que el corazón de Tenochtitlán fue formado por una
migración de los mexicas desde el norte en busca de Aztlán y que luego
migraron de otros pueblos hacia lo que es ahora la Ciudad de México,
creando una ciudad cosmopolita.
La pobreza de México ha generado desde el siglo pasado múltiples
migraciones a otros países en busca de un mejor futuro. La mayoría de
los transterrados van hacia Estados Unidos donde hay más de 20 millones
de mexicanos que se han desplazado a diversas partes de la Unión
Americana generando una nueva expresión cultural con sus propios héroes,
música, moda y forma de vida.
La ola de migrantes centroamericanos a México, como país de paso
hacia Estados Unidos, se ha multiplicado en los últimos años por
diversas razones, además de la pobreza.
Los haitianos, por ejemplo, llevan a cuestas tragedias de temblores,
huracanes y violencia que los han orillado a buscar otros países, uno de
ellos era Brasil, hasta que ya no tuvieron trabajo en la construcción
de los estadios de futbol y decidieron migrar hacia Norte América,
quedándose varados en Tijuana ante la prohibición del gobierno de
Washington.
En tanto que los migrantes de Honduras, Nicaragua y El Salvador -que
desde hace dos décadas han incrementado su número-, son empujados a
salir de sus países no solo por las condiciones de marginalidad, sino
también por la violencia generada por el crimen organizado.
El caso más grave es, sin duda, el de Honduras y El Salvador, donde
las pandillas vinculadas con el narcotráfico se han apoderado de una
buena parte del territorio generando un gobierno paralelo que ejerce su
poder a través del terror y la muerte.
Por cierto… Donald Trump ya anunció que Estados
Unidos cerrará su frontera a los miles de migrantes que atraviesan
territorio mexicano con la ilusión de alcanzar el sueño americano.
Y aunque no lo va a reconocer, el modelo neoliberal que han impulsado
desde 1988 con el consenso de Washington con las políticas neoliberales
de la macroeconomía y el libre mercado, está detrás de esta migración,
pues sólo ha generado mayor pobreza, marginación y violencia en muchos
de los países que están al margen de los beneficios en territorios
desarrollados que se favorecen de mano de obra barata y de un mercado
cautivo a sus mercancías.
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