Con ese documento se busca el control absoluto
de qué deben preguntar los reporteros y cómo responder los funcionarios,
denuncian trabajadores; se daría información a medios afines,
‘‘marginando a los que ejerzan un trabajo crítico’’
▲ Algunos lineamientos del manual difundido en redes sociales por
trabajadores de la Secretaría de Cultura. También existe otro documento
‘‘más vergonzoso’’ para la comunicación interna en esa dependencia
federal, ‘‘un intento de censura y control’’.
Trabajadores de la Secretaría de Cultura federal
difundieron a través de correos electrónicos enviados a diversos medios
un manual que les hizo llegar el titular de comunicación social de esa
dependencia, Antonio Martínez Velázquez, dirigido a los responsables de
esas áreas en toda la institución, en el cual se detalla, entre otras
cosas, cómo debe actuar un entrevistado ante las ‘‘trampas” de los
reporteros.
Esos lineamientos, ‘‘en la práctica, vienen a entorpecer el trabajo
de la prensa y a poner un velo de opacidad en la manera en que se
manejará la información en esta administración”, argumentan los
empleados que recibieron con sorpresa el documento en el que, por
ejemplo, se sugiere que cuando se pida una opinión personal al
entrevistado, éste debe ser institucional y evitar dar opiniones
personales.
Ante el ‘‘silencio incómodo” –una ‘‘trampa” más del periodista–, la
respuesta debe ser: ‘‘no apresurarse a completar la información” y
‘‘regresar a sus mensajes”. Cuando el periodista ‘‘actúe como juez”,
dice el Manual de comunicación, el entrevistado ‘‘no debe olvidar el objetivo de su entrevista” y tiene que ‘‘apelar a la audiencia”.
La lista de ‘‘trampas” reporteriles que describe el documento incluye
las ‘‘ironías”, cuyo antídoto es ‘‘no engancharse, no pelear y mantener
la calma”. Tampoco debe el entrevistado permitir el parafraseo.
Además, de hoy en adelante, cualquier entrevista a algún servidor
público de la Secretaría de Cultura federal debe solicitarse con tres
días de anticipación al encargado de área de cada oficina, por escrito,
llenando un formato, para que se turne la petición a Comunicación Social
y sea ahí donde den luz verde.
‘‘Los nuevos encargados no entienden que el trabajo periodístico no
se programa, no podemos esperar tres días a que analicen la solicitud,
con el riesgo de que nos digan que no se puede. O tal vez se iniciará
una política de amiguismo en la que se otorgue la información a los
medios afines, marginando a los que ejerzan un trabajo crítico”, señalan
los trabajadores, que pidieron omitir su nombre.
Añaden en su mensaje difundido por correo electrónico que ‘‘lo más
preocupante es que en el penúltimo párrafo de una circular enviada a los
titulares de área, se admite, de manera implícita, que desconocen por
completo el trabajo de las dependencias, pues nos dicen que ‘entre más y
mejor información tengamos de su trabajo, mejor trabajo podremos
ofrecerles’”.
Lesiona derechos culturales
La ‘‘guía de entrevistas” contenida en el manual dispone
‘‘estudiar de manera detenida antes de acceder a una entrevista”, añade
la instrucción de la oficina de Martínez.
Si el entrevistado ‘‘comete un error” durante la charla, la
estrategia es ‘‘concentrarse en aclarar la declaración con respuestas
concretas y nunca discutir diferencias de opinión. Proporcionar hechos y
cifras, y no explicaciones o justificaciones. Nuestras declaraciones
deben ser tan contundentes que no puedan tomarse fuera de contexto”.
El manual ordena que antes de acceder a una entrevista, el
funcionario debe tener un objetivo claro y específico y hacerse las
siguientes preguntas: ‘‘¿qué busca el/la periodista?, ¿existe algún
riesgo si doy o no esta entrevista?, ¿porqué con este medio en
específico y nocon otro?, ¿quiero dar esa nota?”
Responsables de las áreas de comunicación social de instancias del sector cultura, consultados por La Jornada,
dijeron que ese manual ‘‘es inconfesable”, ‘‘un desastre”, ‘‘penoso”,
‘‘muestra una pobreza de conceptualización que anula la promoción de los
derechos culturales”.
Dijeron que existe otro documento, ‘‘más vergonzoso”, con los nuevos
lineamientos de comunicación interna en esa secretaría, que
es un intento de censura y control.
Foto Mónica Mateos-Vega
Periódico La Jornada
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