Carmen Garibo
Buenas tardes a todas y a todos los que están aquí, gracias por venir y por acompañarnos en este día de dolor, pero también de mucha dignidad y fuerza, por recordar a mi Susana y a sus amigos: José, Bernardo, José Alfredo y Mario.
Hoy estamos acá con un vacío muy grande, pues nos faltan nuestros niños y mi niña. Es mucho dolor y mucha rabia; ha sido mucho caminar desde que hace tres años la policía corrupta detuvo sin ninguna razón a nuestros hijos y junto con el crimen organizado los desaparecieron. Hoy se dice claramente: nuestros hijos no hicieron nada malo, los responsables son las autoridades. Mi hija era buena persona, alegre y estudiosa, era muy amiguera y por eso fue a festejar un cumpleaños, quería regresar a casa, no estaba en malos pasos, como quisieron decir. Mi hija Susana tenía 16 años, a ella le gustaba mucho salir con sus amigos y quería estudiar ingeniería química, era rebelde como los muchachos de su edad y le gustaba tanto abrazarnos. Yo siempre estaré tan orgullosa de ella, no hay día que no la piense. Hoy quiero que todos los que están aquí piensen en nuestros jóvenes y que en este acto quede muy claro: Susana y sus amigos eran inocentes, eran jóvenes con su vida por delante y no merecían lo que les hicieron, y eso es responsabilidad de las autoridades.
Desde que supimos que mi hija y los hijos de Columba, Carmen, María del Carmen y Gloria no regresaban a nuestras casas nos unimos para buscarlos, desde ese momento nuestra vida cambió para siempre. Juntas hemos encontrado fuerza para avanzar y así hemos seguido andando; ante la falta de respuesta del gobierno, nos teníamos a nosotras, mientras ellos no investigaban, mientras no nos creían, mientras decían mentiras, nosotras seguimos firmes y así seguiremos. A las cinco familias nos une el mismo dolor que nos dejaron cuando nos arrebataron a nuestros niños y mi niña, pero también nos une un lazo más, ese que compartían José, Bernardo, José Alfredo, Mario y mi Susana, el cariño de su amistad. Y ese recuerdo, ese amor, esas risas cuando estaban juntos, nos unen para seguir adelante.
Cuando el 11 de enero fuimos al Ministerio Público para preguntar por nuestros hijos y mi hija, no imaginábamos lo que venía, queríamos respuestas y no nos decían nada, no hacían nada; entonces ahí nos plantamos, fueron 87 días de estar ahí, con frío y con mucho miedo, con la incertidumbre de no saber de nuestros hijos. Mientras estuvimos ahí, muchas personas se acercaron y nos acompañaron, así supimos con mucho dolor que nuestros hijos no eran los únicos y que la policía de Veracruz está tan corrupta que trabaja con el crimen organizado para detener y desaparecer. Supimos también cómo no se investiga y más bien se protegen entre ellos mismos. Supimos que necesitábamos mucha fuerza para seguir adelante, y así lo hicimos, con el amor a nuestros hijos como motor.
Como mamá no quiero que nadie vuelva a vivir lo que vivimos. Nosotros sabemos que en Veracruz miles de madres buscan a sus hijos y a sus hijas, nos duele mucho que sean tantas, cuando estábamos en el plantón muchas mamás se acercaban con miedo para contarnos de sus hijos. Eso no puede seguir así, gobernador, no puede permitir nunca más que la policía que debía protegernos trabaje para el crimen organizado para llevarse a nuestros jóvenes, a nuestros muchachos y muchachas que son a quienes más debemos proteger. No puede permitir que no se investigue y que las mamás carguemos con este dolor. Hoy estamos nosotras aquí por nuestros hijos, pero queremos recordar a tantas mamás de nuestro estado que tampoco se rinden y quieren justicia. Gobernador, a usted y al gobierno federal los hemos escuchado hablar de cambio, de que su gobierno será distinto que los de antes que causaron tanto dolor; hoy queremos decirles que ese cambio debe significar que haya justicia, que nos escuchen a todas las familias y que den resultados, solamente así le vamos a creer, confiaremos hasta que veamos la justicia más de cerca.
Sabemos también que en este camino no hemos estado solas, gracias a quienes han avanzado con nosotras, nos dan mucha fuerza. Gracias a nuestro abogado que sigue peleando para que haya justicia y al centro Prodh por nunca dejarnos. Gracias también a los medios de comunicación que han contado nuestra palabra y les pedimos que cuenten que nuestros hijos eran inocentes. Las cinco familias les pedimos a todos que no nos dejen solas, porque esto aún no termina, aún tenemos que seguir en esta lucha.
Hoy nuestros hijos, mi hija, no están con nosotros y eso es lo más doloroso, pero nos siguen impulsando y son nuestra fuerza para seguir adelante, para no parar; en tres años no hemos parado, y que sepan todos, los que están aquí, y los que desde lejos nos acompañan, que sepan también las autoridades, que no pararemos hasta que haya justicia.
Cuando nos dijeron de este acto de disculpa pública nos dio mucha duda, sabemos que muchos piensan, igual que nosotros, que una disculpa solita no sana el dolor por la ausencia de nuestros hijos, pero pensamos que era un momento importante para recordar quiénes eran nuestros jóvenes, para que se dijera públicamente que eran buenas personas, después de que quisieron decir mentiras sobre ellos; hoy nos dan la razón y los recordamos aquí con mucho amor y dignidad. Por eso, aunque con dudas y mucho sentimiento, decidimos las familias que era importante estar aquí, y sobre todo es importante para nosotros que, al reconocer su responsabilidad, las autoridades de verdad se comprometan públicamente, que se sepa que falta camino por recorrer, y sobre todo, que nos falta justicia.
Para nosotras, como mamás, buscar justicia no es ninguna necedad, es un acto de amor, un acto de amor a nuestros hijos, a mi Susana, sé que solamente cuando alcancemos esa justicia, ella descansará y yo encontraré algo de paz.
*Madre de Susana Tapia Garibo.
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