Concepto feminista
A raíz de sendos casos de violación en Uruguay y en Argentina, donde niñas fueron obligadas a ser madres, donde nos enteramos de noticias cada vez más aberrantes para con nosotras, estas líneas pretenden esbozar un poco la situación que estamos viviendo las mujeres en Latinoamérica y qué implica ser feminista en 2019. |
“Muerte al macho”
A la sociedad le cuesta entender que el feminismo no odia a los
hombres. Lo que nosotras feministas queremos “matar” (y lo pongo entre
comillas porque es metáfora, no nos interesa la coacción física) es al macho, definido éste por aquel hombre que cree tener poder ante la mujer, que la cree sumisa y tiene poder de decisión en sus actos.
Es aquel hombre el cual la agrede con innumerables violencias: ya
hablaba Bourdieu, sociólogo francés, de los muchos tipos de ésta. Y si
bien la violencia física es la más fácil de detectar y más punida no es
la que mayormente día a día estamos sometidas. Por el contrario, la
simbólica es más común y puede llegar a ser muy dolorosa.
Pero
no sólo son hombres, muchas son las mujeres que están impregnadas de
este sistema patriarcal que apoyan dichos pensamientos y afirman que el
rol de la mujer, por ejemplo, es de labores domésticas en su casa, con
sus hijos, dependiente de la economía de su marido, sin dar elección a
más, sin darse cuenta que esto es una opción sumamente aceptada pero no
una obligación.
El feminismo entonces quiere la equidad entre
el hombre y la mujer, no quiere ser superior, ya que eso sería estar
haciendo lo mismo que queremos erradicar. Aquí podemos citar a Rosa
Luxemburgo “Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.”
Invito de nuevo entremos en el juego de pensar frases comunes: “mejor
no trabajes, quédate en casa con los niños” /“¿cómo vas a salir con ese
vestido?”/ “tu vestimenta dará que hablar”/ “no presentes eso/ no te
dediques a… no te tomarán en cuenta”/ “no tienes capacidad para opinar o
actuar”/ “no te pongas eso que es provocativo”/ “no bebas”/ “quedas fea
así y acá” /“deberías ser más femenina” y acá me detengo - ¿femenina pero no feminista? -
Al parecer ser femenina y feminista es antagónico. Feministas como
sinónimo de falta de cordura, de desprolijas, groseras, violentas. “
Feminismo es querer romper con lo que durante décadas fue pero ahora no
les sirve”, se escucha.
Si soñamos y tratamos de ir tras ellos
derribando este sistema patriarcal en el que vivimos estamos locas. No,
nunca nos sirvió, a quienes le servía era a los beneficiados por el
patriarcado, pero ahora estamos mucho más apegadas al cambio y sensible a
los hechos. Y de esto no depende tener o no las uñas arregladas, la
cara maquillada, usar vestidos o jeans sueltos.
Si, podemos
vestir bien, estar bien peinadas y maquilladas, estar siempre al
servicioi de quien necesite. Pero ser feministas es decontruirse y
unirse al cambio. Es decir basta a lo que nos somete, nos hiere, nos
mata.
Por eso tenemos que empezar desde la base de la
deconstrucción y romper con este sistema que está clarísimo en casos
como por ejemplo de Lucía Pérez o Nahir Galarza en Argentina. Uno, donde
a bsolvieron
a los acusados de violar a la menor porque las pruebas para el juez no
fueron adecuadas y el otro donde en cuestión de meses a la agresora le
dieron cadena perpetua. No justifico la última, pero en temas de
tiempos, prioridad e importancia es clara la justicia.
Yéndonos
un poco más allá, en algunos países es muchísimo peor la realidad de la
que tenemos en América Latina. No les permiten mostrar su rostro, no
les permiten estudiar, nos hacen casar con 12 años o cuando ya podamos
ser fértilmente útiles.
Una vez más, imagínate a tu hija pasar
por esto, que la obliguen casarse solamente con 13 años con un hombre de
40 y tener relaciones sexuales. Que sea sometida a ser una ignorante y
que si no lo es, justamente se debe a que ella sabe y siente que se
merece más de lo que tiene. Y esto, quieras o no, es lo que venimos
haciendo hace décadas, romper el privilegio de unas pocas para que pueda
ser un derecho de todas.
Pues quedémonos con que seguimos un
poco locas. En América Latina solamente en lo que va de 2019 han muerto
por parte de hombres (los llamados femicidios) al menos 282 mujeres (y
contando).
El colectivo Ni Una Menos Perú reportó
por lo menos 14 asesinatos de mujeres desde que empezó el año hasta la
fecha. México (con 104 femicidios) y Brasil (con 69) tienen las cifras
más altas. Siguen Argentina con 20 femicidios —contabilizando las
muertes de mujeres transgénero (cuatro) —, Honduras con 16, Colombia con
11, República Dominicana con 10 y Venezuela con 8. Se dieron menos
casos en Costa Rica y Paraguay (ambos con 6), Chile (5), Bolivia y
Ecuador (4), Uruguay (3) y Nicaragua (2), según datos registrados
oficialmente.
Enfocándonos un poco en México, día a día mueren
mujeres. Es el índice más alto que presenta América, pero, además son
quienes más sufren de tipos de violencia: como trata de personas y
secuestros, que terminan en asesinatos.
En Uruguay en este año
ya llevamos tres muertas, pero el año pasado cerramos con 31 víctimas,
cifra similar a la de 2017. Y dentro de estas cifras no entran los casos
que no se contabilizan oficialmente, como en ciudades del interior y
fronteras.
¿Y de quién es la culpa? ¿De las mujeres que
salimos de polleras, de aquellas que vamos a bailar con tops o nos
ponemos short, de las que no usamos sostén, de las que usamos prendas
llamativas, de las que usamos el pelo recogido y suelto, de las que
tenemos cabello largo o corto, rubias, morochas, pelirrojas?.
Cabello lacio o con rulos. Maquilladas o no. Pantalón suelto o calzas.
Que se marquen las curvas o que no se note nada. Las que tenemos cola,
senos, las que no, las que tenemos cuerpos esbeltos según este sistema, o
las que no. Las que tenemos dedos, las que tenemos dientes, quienes
tenemos piel.
¿Es absurdo lo anterior verdad? Absurdo es creer
en cualquiera de los casos que la culpa es de la víctima. Estamos dando
el paso a paso para la liberación del patriarcado, el poder de querer
decidir sobre nuestras acciones, sentimientos, deseos. Sobre nuestro
cuerpo.
Es una lástima que todavía alrededor del mundo aún
vivan miles de mujeres cegadas. No pensemos que es tan fácil el proceso
de deconstrucción. Cuando no está el machismo a flor de piel están los
micromachismos, como puede ser un chiste, o una opinión ofensiva.
Pero también tenemos que resaltar lo bueno, hay miles de hombres y cada
vez más sumándose al proceso de deconstrucción, creyendo en nosotras,
ayudándonos a crecer. Es excelente ver que no estamos solas, que si bien
es una lucha de nosotras mujeres, tenemos que tener el apoyo de la
sociedad toda. Y hacerles saber que por más mínimo acto que hagas
antipatriarcal estás mejorando el mundo.
A pesar de todo lo que
han vivido nuestras fundadoras, lo que estamos viviendo día a día es
reconfortante ver como seguimos creciendo juntas, como cada vez más
chicas abrimos los ojos. Y estamos ahí, en cada pedacito del mundo
apoyándonos y cambiando esta realidad; porque dicen por ahí que la
revolución será feminista o no será. “Hay que actuar como si fuera posible transformar radicalmente el mundo. Y tienes que hacerlo todo el tiempo”, sostiene la luchadora social afroestadounidense Angela Davis.
*Estudiante de la licenciatura en Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de La República, Uruguay. Colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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