12/15/2019

El premio Fuentes ‘‘es un abrazo’’, celebra Luisa Valenzuela


En entrevista con La Jornada, la autora argentina afirma que adora a México y su amor es correspondido
El presidente Andrés Manuel López Obrador le entregó el galardón


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▲ Luisa Valenzuela (de micrófono), Enrique Graue, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México; Alejandra Frausto Guerrero, titular de la Secretaría de Cultura federal; el presidente Andrés Manuel López Obrador, y la periodista Silvia Lemus, viuda del escritor Carlos Fuentes, ayer, en el salón Tesorería del Palacio Nacional, donde la narradora argentina recibió de manos del titular del Ejecutivo el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Idioma Español.
Adora ‘‘a México y es un amor correspondido”. El Premio Internacional Carlos Fuentes 2019 ‘‘es como un abrazo”, sostiene la escritora argentina Luisa Valenzuela.
La narradora comparte, en entrevista con La Jornada, que su visita a México ‘‘fue una experiencia completamente inmersiva en Carlos Fuentes”, por el reconocimiento y la inauguración del Salón Literario Carlos Fuentes de la edición 33 de la Feria Internacional del Li-bro (FIL) de Guadalajara hace unos días. El presidente Andrés Manuel López Obrador entregó el reconocimiento a Valenzuela en el Palacio Nacional la mañana del lunes, en presencia de Silvia Lemus, pareja de Fuentes por más de 40 años.
Además, Valenzuela (Buenos Aires, 1938) habla sobre los movimientos alternativos al neoliberalismo y al autoritarismo en América Latina, la situación en Argentina con su historia represiva, la asunción presidencial de Alberto Fernández, el tema Jorge Luis Borges y el impulso imparable de las mujeres que trabajan ‘‘por la liberación, en más de un sentido, sobre todo de nuestras naciones”.

Es momento de reditar su novela El Mañana
En torno a su novela El Mañana, que apareció hace 10 años, Luisa Valenzuela estima que es ‘‘momento de reditarla, porque es sobre la violencia; un seudopeligro que muestran las escritoras ante el poder neoliberal, autoritario. Cuando la escribí, pensé que era un futuro imposible, una distopía total. Ese futuro llegó muy pronto”.
Añade: ‘‘No toleran que América del Sur, sobre todo, se saliera del neoliberalismo, las trabas económicas y los acuerdos que no eran positivos para nosotros. Los rechazamos y empezó el Mercosur, Unasur y Bansur. Ellos están haciendo lo imposible para detenerlos, como en Bolivia y Brasil. Y Chile está revirtiendo el asunto. Está bullendo. Es muy interesante y peligroso. Hay un tema de poder y de codicia en el Norte que no podemos enfrentar tan fácilmente”.
En el ámbito literario argentino, considera que por fin reconocen ‘‘un lugar de valor a la verdadera literatura de mujeres. Porque hubo un momento en que se valoraba una no demasiado profunda. Ahora están cobrando poder.
‘‘Me interesa mucho el movimiento de mujeres, no sé si acá también pasa, que hay mucha inclusión de la diversidad. Antes el feminismo rechazaba un poco eso y ahora trabajan con travestis. Hay un movimiento de liberación que casi no hay letras para indicar los que están.”
La dictadura argentina, define, marcó su pensamiento y literatura, pues tenía una novela por cada década. ‘‘Mi país es muy cambiante. Creo que es un país fénix; se incendia y renace de las cenizas. Tengo muchas esperanzas, porque el gobierno hasta hoy fue un incendio”.
La autora destaca el surgimiento del colectivo Historias Desobedientes, que iniciaron las hijas de los genocidas como Analía Kalinec: ‘‘No queremos que nuestros padres queden en libertad, aunque sea en arresto domiciliario; que sigan presos, que paguen sus culpas. Nos negamos a reconocer nada en favor de ellos’, cuando se quería aplicar que por un año de prisión se les redujerán dos de condena.
‘‘Lo importante de esto es hablar, como está pasando en #MeToo; a veces exageran y hay abusos, pero poder decir las cosas es interesan-te porque a veces quedaba enquistado y de alguna manera daña al tejido social. El feminicidio daña a todo el mundo. La ley del aborto es muy importante que se hable en Argentina.’’

Comenzará dos libros
Valenzuela recuerda algo que las personas soslayan del escritor Jorge Luis Borges. Le leían los diarios hegemónicos, que siempre endulzan la situación y están de acuerdo con los represores o con el poder económico. Él estaba convencido de que la dictadura no era tan horrible hasta que viene una joven que él conocía a decirle que habían desaparecido a su hija y lo lleva a un juicio en los años 80.
Refiere que cuando salió, el autor de El Aleph dijo: ‘‘Si una cuarta parte de lo que escuché es real, no hay perdón posible para esta gente. Después una mexicana le hizo una entrevista, que encontré en Internet, donde él reitera esa toma de conciencia.
‘‘La ceguera hace que no te sientas culpable hasta que ves desde otro lugar. Borges me lo dijo, la última vez que lo encontré en Nueva York. –Usted tenía razón. –Borges, ¿en qué tenía razón? –En lo que me decía de la política.
‘‘Esto lo hizo al final de su vida y por algún motivo queda obliterado. Me parece muy importante señalarlo. Fue una conciencia muy tardía. No lo necesita en su literatura. La libertad estaba en su literatura.”
Sobre su relación con este país, Valenzuela afirma: ‘‘Todo es político. El Diario de máscaras, que publicó recientemente en México es político; es un acercamiento a las culturas originarias; me interesan muchísimo. Todo tiene que ver con esta conciencia”.
Ha sido cercana al sello artesanal La Ratona Cartonera, de Cuernavaca, ‘‘la más linda de toda América, porque siempre hace cosas muy cuidadas; tiene un carácter muy personal y de mucho cariño por el libro. Yo quise formar parte”. Además, aquí se editará su libro de cuentos El chiste de Dios.
El pasado septiembre fue presentada la Biblioteca de Microrrelato Luisa Valenzuela, como parte del acervo de la Biblioteca del Congreso de la Nación de Argentina.
Adelanta que está a punto de iniciar dos libros, uno sobre la sal y otro sobre el dinero, pues piensa que éste ‘‘es el mal de ahora. Estamos hablando de una convención y un fanal que nos mata a todos, que revienta la vida de muchos”.

Foto Cristina Rodríguez
Periódico La Jornada

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