Se apodera “milagrosamente” de las mentes y de las prácticas humanas,
con un solo fin: imponer principios y doctrinas que responden a la
interpretación literal y no contextualizada del evangelio cristiano.
Todo sucede al mismo tiempo: una convocatoria para leer la Biblia en
el malecón habanero, una niña que espera sus 15 para casarse con Dios,
carteles por la ciudad que apuestan por “un diseño original” de familia,
un libro que con criterios absurdos, intenta desmontar y criticar una
historia de conquistas sociales, otros que hablan de los peligros que
supone la ideología de género y de supuestas brujas que quieren
exorcizar a jóvenes a través de programas integrales de educación
sexual. Y yo, simplemente no lo concibo, para mí en Cuba eso era
impensable.
La autora, Magela Romero Almodóvar |
Sin embargo, los enunciados fundamentalistas cobran fuerza y quienes
los defienden ganan terreno y visibilidad. Podemos entender que esta
rápida expansión se debe entre otros aspectos a: la conexión que existe
entre sus prácticas religiosas y los patrones de nuestra identidad; el
éxito de la estrategia de captación a través del miedo al futuro, lo
cual funciona de forma rápida en gente cansada, estresada y con
incertezas; las prebendas materiales que reciben los fieles a partir de
donativos que se tornan muy significativos sobre todo en situaciones de
escasez y crisis; un modo de alabar con cantos, bailes y trances que
permiten un goce diferente (más atractivo); una política de “familismo”
(hermanas y hermanos) que cala hondo y rápidamente en la cultura e
idiosincrasia cubana; entre otros.
¿Pero, por qué nos preocupa o nos debería importar más a las feministas cubanas la expansión de estos fundamentalistas?
Estamos en presencia de una guerra política y no espiritual como
algunos pudieran creer. Basta voltear la mirada para notar la presencia
de fundamentalistas respaldando a gobiernos de derecha elegidos o
golpistas en los que han existido importantes retrocesos en los derechos
de las mujeres.
En estos, se recurre todo el tiempo a Dios o la Biblia para
posicionar un discurso que lejos de apostar por el “amor al prójimo”
sienta las bases para que sobreviva la pobreza, la exclusión, la muerte,
la infelicidad, la violencia, el patriarcado y la ignorancia, que puede
ser el más peligroso de los males.
Aunque algunos escritos refieren la existencia previa de protestas y
manifestaciones de inconformidad de estos grupos fundamentalistas en
Cuba; se puede decir que fue durante el 2018, específicamente en el
marco del periodo establecido para la consulta popular del anteproyecto
de Constitución, cuando se hicieron más visibles.
El detonante de este estallido fue la aparición del artículo 68 del
citado proyecto, en el cual se aludía la posibilidad de incluir la
aprobación en el magno texto del matrimonio igualitario.
Manifestaron con fuerza su inconformidad, pusieron carteles en
viviendas y grandes pancartas en el frente de algunas iglesias, hicieron
circular por todo el país panfletos y textos con ideas realmente
contraproducentes, recogieron firmas e incluso, pidieron directamente la
atención gubernamental.
Se conoce que con fecha 21 de septiembre del 2018, se entregó al
Consejo de Estado un documento firmado por representantes de 21
denominaciones evangélicas del país (de ellas las cinco con mayor
membresía del país), en el que se expresaba claramente su oposición al
matrimonio igualitario y a la ideología de género.
Los argumentos utilizados para fundamentar su solicitud revelan
claramente una forma binaria de entender la sexualidad humana (enfoque
biologicista); también la defensa de un modelo de sociedad y de familia
patriarcal. Aunque esto ocurrió hace más de un año, el debate sigue
latente y algunas de nuestras aspiraciones jurídicas dilatadas en el
tiempo.
Desde aquel entonces, ellos no han sesgado en el intento de seguir
expandiéndose y convenciendo en base a los fundamentos religiosos,
tradicionales, retrógrados, machistas y heteronormativos.
Nosotras, en cambio, continuamos sensibilizando, capacitando,
fundamentando nuestras resistencias, formando en las nuevas generaciones
un pensamiento crítico, creando estrategias para fortalecer las
políticas que tributan a la equidad de género en el país y crear nuevos
marcos de justicia social para hombres y mujeres, independientemente de
su expresión de género u orientación sexo – erótica del deseo.
Las feministas cubanas de ahora, frente a estas propuestas no vamos a
ceder. Tenemos contradicciones teóricas y de principios que no son
ingenuas ni superficiales, estamos conscientes de los peligros que
encierran estos movimientos religiosos, en tanto pueden implicar
retrocesos respecto a importantes logros u obstaculizar la realización
de sueños de equidad que están en la puntera de las conquistas posibles
en el corto o mediano plazo.
Detrás de esta ferviente oposición al matrimonio igualitario, se
esconden concepciones claramente homófobas (aunque digan lo contrario);
pero también concepciones misóginas, machistas que pretenden y defienden
la sumisión de las mujeres, su retorno al hogar.
La estrategia que utilizan para este fin es la promoción y defensa de
un “orden familiar divino”, que responde y potencia claramente la
existencia del orden sistémico patriarcal; lo cual se contrapone
directamente al recorrido histórico del feminismo como movimiento
político y teoría que cuestiona y desmonta dicho poder como algo
natural, desde fundamentos científicos fehacientemente probados, que se
han traducido en muchas realidades como la cubana en conquistas
políticas.
Concluyendo
El fundamentalismo se expresa como un patriarcalismo radical que se
opone sutil o abiertamente a los ideales del feminismo y la
consolidación de sus conquistas. Para ellos, los avances de las mujeres
constituyen una amenaza cultural que pone en riesgo las tradiciones y
estructuras androcéntricas que defienden.
Avanzar en nuevas y viejas metas feministas será una tarea ardua y en
el camino se avizoran varios obstáculos pese a la voluntad política del
Estado y las presiones que hacemos desde nuestras concepciones
feministas.
Valga apuntar que nuestras barreras no están sólo asociadas a estas
corrientes religiosas, sino a otras estructuras sociales en las que el
patriarcado también encarna para (re)producir y perpetuar
esquemas/prácticas que, de manera sutil o abiertamente, tributan al control sobre las mujeres, sobre sus destinos, cuerpos y libertades.
Para trabajar en pos de un futuro diferente, donde se establezca la
equidad deseada, el feminismo cubano necesita fortalecer sus fuerzas e
incorporar no sólo a los hombres, sino a todas aquellas mujeres que aún
no se identifican con esta ideología liberadora aun cuando le deben en
gran medida lo que son, sus oportunidades, su autonomía, sus derechos.
Sin embargo, nuestro propósito debe también ser, conquistar a las más
vulnerables, esas fieles defensoras de ese sistema “infundado” que es
el patriarcado eclesial, a partir del cual nunca podrán alcanzar su
libertad, ni apoyar a esta vanguardia política universal que sabe que
otro mundo es posible y defiende la posibilidad de conquistarlo.
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