Donald Trump proclama en
un trino su apoyo a Jeanine Áñez, augusta sirvienta del imperialismo en
Bolivia. La hasta hace poco desconocida senadora, hoy se sienta en el
vetusto Palacio Quemado gracias a un golpe de Estado digitado desde
Washington con el apoyo del jefe del ejército boliviano. Según Trump, la
autoproclamada
trabaja para asegurar una transición democrática y pacífica a través de elecciones libres. Y cierra su mensaje con la olímpica afirmación: ¡Estados Unidos está con los pueblos de la región por la paz y la democracia!
Sus palabras llevan el sello de Mauricio Claver-Carone, su asesor
para América Latina en el Consejo de Seguridad Nacional, el mismo
imperial y prepotente sujeto que se retiró enfurecido de Argentina
cuando tomó conciencia que a unos metros de él, ¡horror!, se encontraban
Jorge Rodríguez, ministro de información de la chavista Venezuela y el
ex presidente de Ecuador Rafael Correa, quienes también asistían a la
toma de posesión del presidente Alberto Fernández.
Salido de las cloacas de la contrarrevolución de Miami, es seguro que
a Claver-Carone le molestara aún más la presencia de Miguel Díaz-Canel,
presidente de Cuba. Sólo que como comenta un compatriota y colega,
haberse quejado de eso habría sido demasiado humillante para el enviado
de Trump.
Me decía hace unos días un querido amigo, con muchos años de vida en
Washington, que para él no es nada nuevo que el ocupante de la Casa
Blanca y los funcionarios de la administración en turno digan mentiras.
Pero añadía: nunca en mi larga estancia en esa ciudad escuché mentir
tanto y tan seguido como desde que Trump llegó a la presidencia.
De qué democracia, qué paz y qué transición democrática en Bolivia
habla Trump cuando reviven la Doctrina Monroe, el macartismo y los
golpes de Estado. Con el de Evo Morales suman tres los gobiernos
depuestos por golpes gestados o bendecidos por Washington en nuestra
región en los últimos nueve años. Pero hay que añadir el intento de
golpe permanente y enfurecida guerra económica contra el presidente
Maduro desde el primer día de su mandato y el derrotado por Hugo Chávez y
la unión cívico-militar en 2002, acciones imperialistas absolutamente
violatorios del derecho internacional. Por no mencionar la injusta
cárcel contra Lula da Silva sólo para impedir que ganara la elección
presidencial pasada en Brasil, además de la guerra jurídica contra
Cristina Fernández de Kirchner para tratar de frenar la espléndida
victoria electoral que acaba de lograr en Argentina el Frente de Todos. Y
qué decir del bloqueo económico, comercial y financiero más largo y
despiadado de la historia contra Cuba, pese al reiterado voto en contra
de la aplastante mayoría de los estados miembros de la Organización de
Naciones Unidas. Un bloqueo por ser independiente, digna, soberana, por
no haber podido derrotarla ni con ese recurso, que es un crimen de lesa
humanidad, ni con invasiones, décadas de terrorismo y comprobadas
acciones de guerra biológica contra su población. Esa es la democracia,
la paz y la transición democrática de la que habla Trump.
En La Habana tuvo lugar apenas el pasado día 15 una cumbre
extraordinaria de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra
América con motivo de su 15aniversario. Ahí, miles de estudiantes
cubanos y de muchas otras nacionalidades, en el lugar donde Fidel Castro
se hizo revolucionario y donde Hugo Chávez pronunció su primer discurso
en Cuba, fue celebrado el acontecimiento.
En ese momento y sitio histórico, donde también se produjo la chispa
de la entrañable amistad de Chávez con Fidel, que prendió 10 años
después en la ALBA, el presidente Díaz-Canel disparó este párrafo muy
actual mientras argumentaba sólidamente por qué Estados Unidos es quien
amenaza e interfiere en nuestra América: El golpe de Estado al
presidente constitucional Evo Morales Ayma confirmó que a Estados Unidos
y las fuerzas reaccionarias no les importa aplastar por cualquier medio
las libertades y los derechos humanos de los pueblos con el fin de
revertir los procesos emancipatorios en la región. Como siempre, usaron
a su fiel peón: la Organización de Estados Americanos (OEA).
Díaz-Canel reconoció la importancia de la llegada de dos líderes
progresistas a las presidencias de México y Argentina. Sin duda son dos
países muy influyentes que necesitan paz y estabilidad para
reconstruirse tras el arrasamiento neoliberal. El neoliberalismo no
tiene futuro más que conducir a la miseria y al quiebre de las
libertades democráticas de millones de seres humanos.
Es muy estimulante que el venerable México juarista y cardenista asuma en este instante la presidencia pro témpore
de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. La cumbre de
la ALBA le ha asegurado todo su respaldo en esta importante
responsabilidad.
Twitter: @aguerraguerra
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