John M. Ackerman
Al asumir la Presidencia
después del fraude electoral de 2006, Felipe Calderón nombró a Genaro
García Luna y Eduardo Medina Mora como los principales operadores de su
supuesta
guerraen contra del narcotráfico, el primero como titular de la Secretaría de Seguridad Pública y el segundo como procurador general de la República.
Para muchos observadores era evidente desde el primer momento que la
nueva estrategia de seguridad no se trataba de un ataque frontal al
crimen, sino de un espectáculo mediático para compensar la falta de
legitimidad del nuevo presidente. De manera similar a la decisión de
George W. Bush de invadir a Irak tras su cuestionada victoria de 2000
sobre Al Gore, Calderón lanzó un ataque armado contra su propio pueblo
con el fin de supuestamente
uniral país y consolidar su liderazgo.
Pero conforme avanzaba el sexenio se iba quedando cada vez más claro
que la violencia ejercida por el gobierno calderonista seguía un patrón
extraño. Por un lado, favorecía sistemáticamente a los territorios y los
líderes del cártel de Sinaloa (véase: https://n.pr/34nF5fp) y, por otro lado, se utilizaba para intimidar y agredir a la oposición al nuevo gobierno despótico (véase: https://bit.ly/2stw2fT). Es decir, la
guerrade Calderón rápidamente dejó de ser una mera estrategia propagandística para convertirse en una potente arma política tanto en la lucha interna entre cárteles de la droga como en la disputa por el control social.
La guerra politizada de Calderón contaba con pleno respaldo de Washington, primero de Bush y después del
amigoBarack Obama. Conforme avanzaba el conflicto, las agencias de seguridad de Estados Unidos aprovechaban la debilidad de Calderón para meterse hasta las entrañas de las instituciones de seguridad mexicanas, llegando incluso a establecer una red de informantes propios, incluyendo funcionarios y delincuentes, así como una comunicación particularmente estrecha con la Secretaría de Marina (véase: https://bit.ly/2RUHr2J).
Con base en esta realidad a todas luces evidente, en 2011 un grupo de
abogados y figuras públicas acompañamos el maestro Netzaí Sandoval,
ahora director del Instituto de Defensoría Pública del Poder Judicial,
en la presentación de una denuncia ante la Corte Penal Internacional
contra Calderón, García Luna y El Chapo Guzmán por su responsabilidad en la comisión de crímenes de guerra y de lesa humanidad en México (véase: https://bit.ly/2PLMKz6).
Hoy por fin ha quedado perfectamente claro para todos que la supuesta
guerrade Calderón era una farsa de principio a fin. Quien en aquel momento estaba a cargo de
procurar justiciase preocupaba más por abultar sus cuentas bancarias internacionales que por procesar a los delincuentes. Y el hombre responsable por el combate al crimen organizado más bien encabezaba una red de crimen uniformado.
Ahora bien, la renuncia de Medina Mora y la detención de García Luna
son resultados directos de la llegada de la Cuarta Transformación.
Durante el viejo régimen el gobierno mexicano protegía activamente a los
delincuentes y los lavadores de dinero, pero hoy existe plena
colaboración entre la justicia nacional y las estancias investigadoras
internacionales. El gobierno mexicano ya no cabildea en favor de la
impunidad de sus antiguos funcionarios, sino que defiende el principio
de legalidad que hoy rinde frutos con la presentación ante la justicia
estadunidense del
superpolicíade Calderón.
La Fiscalía General de la República también tiene abiertos
expedientes contra estos dos alfiles del viejo sistema. Pero en lugar de
adelantar las detenciones para
ganarle la notaa las instancias internacionales, la justicia mexicana avanza con paso firme y plena autonomía para acreditar correctamente los delitos, algo nada sencillo en el contexto de una institución totalmente desmantelada durante los gobiernos anteriores.
En suma, es totalmente falso que antes el gobierno era
durocon los criminales y hoy sería
suave. Al contrario, hoy es cuando se inicia la verdadera confrontación con el crimen organizado. Existe un verdadero abismo entre los actuales titulares de la FGR y la SSP, Alejandro Gertz Manero y Alfonso Durazo, y quienes estaban a cargo con Calderón. Y la intensa actividad de la Unidad de Inteligencia Financiera, encabezada por Santiago Nieto, es también testimonio de que por primera vez en la historia reciente contamos con un gobierno dispuesto a combatir a los delincuentes sin tregua y hasta el final.
La profunda reforma hoy en curso en el Poder Judicial es también
crucial. En su informe de la semana pasada, el ministro presidente
Arturo Zaldívar rompió con gran valentía el tabú del viejo régimen de
ignorar los problemas para denunciar sin rodeos que
en estos años nos hemos anquilosado, ha aumentado la corrupción y se ha arraigado un nocivo corporativismo judicial. También anunció su compromiso más absoluto con la honestidad y la justicia, caiga quien caiga.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario