4/09/2008

PEMEX y las Reformas muertas

Los políticos mexicanos se llenan la boca con palabras que a costa de ser usadas con mucha frecuencia terminan por perder su significado. Uno de los ejemplos notorios y recientes es el cambio; para todo se usaba el concepto hasta que se desgasto llegando a convertirse en concepto hueco. Aunque trataban de darle una connotación positiva, bien dijo Pedro Siller, recuerden que también la reversa es cambio.Ahora le llego el turno a las reformas. Como no se puede insistir en los cambios, porque se corre el riesgo de ser comparado con políticos que abusaron del término, se buscó una opción que no es útil para que se entienda que es lo que se trata de hacer pero se acomoda con el lenguaje político nacional.

Se ha llegado al extremo de manejar cualquier cambio, por pequeño que sea, como si fuera una gran reforma; y resulta que luego hasta el adjetivo es erróneo.Insistieron en que habían hecho una reforma fiscal cuando lo único que cambiaron fue los impuestos, pero aceptemos que tal vez no entiendan que lo fiscal se refiere a las finanzas públicas y esto implica hablar de ingresos y egresos.




Hablar de reforma fiscal implica considerar modificar la base del sistema económico gubernamental en el que están los causantes; las estrategias de gasto e inversión y por supuesto, las estrategias monetarias y de deuda. Pero pedirle al gobierno un esfuerzo de este tipo es una exigencia exagerada porque ellos son políticos que solamente ven en el corto plazo y transformar el sistema implica una visión de largo alcance.Ya entrados en el uso del concepto reforma, se vieron tentados a mostrar que sus esfuerzos no se trataban de cualquier reforma, sino que se embarcaban en proyectos de gran magnitud, eso los hacía ver, pensaban, en políticos de una mayor envergadura.

Se hacía o debía hacer Reformas Estructurales, sobra decir que nunca entendieron que es eso de estructurales y sin embargo, acusaban a sus opositores de no permitirles reformar siendo que solamente querían hacer pequeños cambios, los que muchas veces eran cosméticos.La estructura es la base, el fundamento de algo, por lo que una reforma estructural es la que modifica la base misma de ese algo, en este caso, hablar en política de reformas estructurales implica cambiar las bases mismas de la política o la economía, cosa que no ha pasado por su mente, porque en su miopia sin incapaces de ver o proyectar hacia donde pueden llegar las grandes transformaciones.

Hoy nos someten al discurso de la reforma de PEMEX, pero no esta planteado, por lo menos en el terreno público, mas que la privatización de la empresa o algunos de los componentes de la misma –algunos contractos con empresas privadas-. Y las posturas se manejan en términos emocionales que plantean dicotomías engañosas: nacionalismo o modernismo. Planteamiento abiertamente falaz, ya que se puede modernizar a PEMEX con una postura nacionalista, o bien con un ánimo entreguista de los intereses nacionales a actores foráneos.

México necesita en este momento una política energética que deje bien planteado el tema de la producción, la distribución, la transformación energética. Esto involucra petróleo, electricidad y las fuentes de energía alternativas.México de forma incongruente es importador de gasolinas, se quema mucho gas e importa el mismo. En la reforma urge plantear la manera en que se subsanara esta deficiencia.

La Comisión Federal de Electricidad es eficiente y funciona con números negros, puede plantear el desarrollo de proyectos complementarios promoviendo y utilizando fuentes alternativas de energía, que hasta ahora se han descuidado, destacando la ausencia de una política para su promoción. En el norte del país que tiene una condición desértica, brillan por su ausencia los proyectos de investigación sobre energía solar. Y también de que manera se utilizará la energía para subsidiar a la agricultura para que esta pueda sostener una posición competitiva con Estados Unidos.

PEMEX debe dejar de ser una fuente de sostenimiento de la hacienda pública para convertirse en un motor de desarrollo económico, donde se establezcan de forma muy clara los impactos regionales. Si se construyen tres refinerías y se incorporan insumos nacionales, se habrán creado energías desarrolladoras que le provocaran al gobierno muchos mas impuestos que los que hoy le cobra a la empresa paraestatal.La reforme energética debe plantear la imagen del futuro de México en los próximos cien años, un escenario menor tendrá muchas fallas y poco visión.

Podrá reducirse el petróleo que se exporta pero el que queda puede sostener a la economía nacional y darle a México una nueva vocación económica en el mundo y para eso hay que cambiar la mente dependentista de petróleo y remesas del exterior.

Samuel Schmidt schmidt@mexico.com
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