MÉXICO, D.F., 29 de marzo (Proceso).- Con un priismo dividido, y sin el respaldo de sus antecesores en la gubernatura de Oaxaca, Ulises Ruiz no sólo perdió el control del proceso de designación del candidato de su partido –previsto para el próximo 31 de marzo–, sino que está siendo severamente criticado por montar una “farsa” democrática. Si bien integró una pasarela de seis precandidatos, inició una “cargada” a favor de uno de ellos, mientras que a otro se le identifica como uno de los principales brazos ejecutores de su política de terror e impunidad.
En medio de un clima de violencia, impunidad y terror, con un priismo dividido y sin el apoyo de sus antecesores en el cargo, el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, perdió el control del proceso de nombramiento del candidato de su partido a la gubernatura justamente cuando éste deberá enfrentar al abanderado de una coalición que amenaza con arrebatarles el poder.
Luego de que el 18 de febrero el PRI emitió la convocatoria para registrar precandidatos, con el fin de elegir al definitivo el miércoles 31 de marzo en una convención de delegados, Ulises Ruiz, recurriendo a la vieja fórmula de aparentar procedimientos “democráticos y transparentes”, ideó una pasarela de seis aspirantes.
Ellos fueron los diputados federales Eviel Pérez Magaña y Jorge Franco; el senador Adolfo Toledo; el alcalde de la capital, José Antonio Hernández Fragua, y los secretarios estatales de Administración, José Antonio Estefan Garfias, y de Salud, Martín Vázquez Villanueva.
Pronto se advirtió que el gobernador se inclinaba por Eviel Pérez Magaña, a cuya disposición puso helicópteros, propaganda en todos los medios locales y un acto de proselitismo con el pretexto de la presentación –el 23 de febrero– del informe de cinco meses de actividades del legislador en la Cámara de Diputados.
El primero en denunciar ese apoyo fue el expresidente del Tribunal Superior de Justicia del estado Raúl Bolaños Cacho, quien aspiraba a la candidatura pero no fue invitado a la pasarela. Después, el presidente municipal de la ciudad de Oaxaca, José Antonio Hernández Fragua, exigió equidad en la competencia. Y para rematar, el senador Alfonso Toledo reclamó detener las “cargadas innecesarias” y pidió unidad a las dirigencias partidistas nacional y estatal.
Sin embargo, el que más llamó la atención fue Jorge Franco, quien sorpresivamente renunció a la dirigencia estatal del PRI con el fin de meterse de lleno en la competencia, argumentando haberlo hecho “para no ser juez y parte” en la selección del candidato.
A esta serie de inconformidades se sumó la de los exgobernadores de Oaxaca José Murat y Heladio Ramírez, quienes no han apoyado el proceso conducido por Ulises Ruiz ni hacen llamados a la unidad. Menos aún el exmandatario estatal Diódoro Carrasco, quien se pasó al PAN y apoya al candidato de la coalición opositora, el senador Gabino Cué.
Víctor Manuel Juan Martínez, especialista del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), considera que Ulises Ruiz perdió el control del proceso sucesorio después de la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que lo calificó de violador de las garantías individuales al reprimir el movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO).
En entrevista con Proceso, el académico recuerda que, luego de que el PRI arrasó en las elecciones de 2007 para diputados locales y ayuntamientos, igual que en la de 2009 para diputados federales, Ulises Ruiz creyó tener el control absoluto, pero las últimas manifestaciones de inconformidad lo desmienten.
“Si bien todo indica que el gobernador del estado tiene ya un delfín en Eviel Pérez Magaña, al establecer una pasarela con seis precandidatos sólo generó inconformidad, pues algunos se rebelaron al considerar que se trataba de una farsa”, dice.
“Nosotros sabemos que en Oaxaca los exgobernadores tienen un gran peso dentro del priismo –observa–; el hecho de que ahora la mayoría de los exgobernadores de manera abierta o tácita estén en contra de la toma de posiciones nos habla de esta ruptura. Por otro lado, la renuncia de Jorge Franco, en los modos en que se dio, nos habla de que hay una ruptura dentro del grupo político que detenta el poder.”
Según el investigador, Ulises Ruiz actualmente está obligado a negociar no sólo con los grupos políticos del estado, sino también con los externos: “Ahora tiene que elegir a un candidato que no sólo responda a las expectativas de ganar sin dificultad, sino que tenga la capacidad de gobernar y de permitir que la maquinaria electoral partidista pueda movilizarse para la elección interna de 2011 y la presidencial de 2012”, señala.
Por otra parte, Juan Martínez advierte que el clima de violencia que vive Oaxaca desde que empezó el gobierno de Ulises Ruiz, y que se avivó con el conflicto de la APPO, puede tener nuevos brotes por la inestabilidad política que hoy se experimenta.
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