La iniciativa de celebrar el Día Internacional de la Mujer por la Paz y el Desarme surgió en 1982, tras diversas reuniones y debates de activistas de once países europeos. Su propósito era poner en marcha programas para apoyar a otras mujeres, fomentar la creación de organizaciones y luchar por la paz, además de expresar su rechazo contra las armas nucleares y la carrera armamentística.
Desde entonces han surgido grupos de mujeres con estos fines en todo el mundo que, a través de acciones en la calle, conferencias, talleres y todo tipo de actividades, han dado a conocer su labor y han apoyado otras iniciativas de paz.
Son muchas las maneras en las que las mujeres han intervenido para tratar de poner fin a la violencia y transformar los conflictos en oportunidades de crecimiento y desarrollo para sus sociedades. Las mujeres han denunciado las consecuencias que los conflictos armados tenían para la población civil, han creado redes de apoyo y han llevado a cabo campañas de presión exigiendo el fin de la violencia.
Feminismo antimilitarista y pacifista
Esas acciones se convierten en práctica consciente de transformación del mundo partiendo de la propia experiencia como mujeres. Pero el tema bien merece un esclarecimiento. Son prácticas que no nacen de la nada y tampoco están motorizadas por un supuesto “gen femenino” que convierte a las mujeres en “portadoras de la paz”.
Cuando hablamos de las aportaciones de las mujeres a la paz, de sus concepciones sobre la no violencia, el cuerpo y un futuro donde sea posible una paz para todas y todos, también para las mujeres, necesariamente nos referimos a una postura que contiene una crítica a un sistema, basado en un sustrato patriarcal, que en los conflictos amados se manifiesta con una monstruosidad inmensa.
Y desde ese enfoque, el feminismo, lejos de una errónea concepción de la igualdad, fomentada desde la derecha y también desde la izquierda, que entiende el feminismo como la acción de las mujeres para ser como los hombres, y no como una alternativa global para hombres y mujeres de acabar con el patriarcado, como una necesidad para hombres y mujeres de incorporar esta dimensión en la necesaria abolición y alternativa al capitalismo neoliberal, es necesario.
Mujeres como arma de guerra
Hoy en día, el 90 por ciento de las víctimas de conflictos armados son civiles y, de ellas, la mayor parte mujeres, niños y niñas, que representan además dos tercios de las personas desplazadas. A lo largo de la historia, hasta nuestros días, el cuerpo de las mujeres ha sido empleado como arma de guerra para humillar al adversario, violándolas, mutilándolas y permitiendo a los soldados que utilicen a las mujeres como esclavas sexuales.
A esta violencia atroz contra las mujeres en situaciones de conflicto bélico, hay que añadir los feminicidios que en determinadas zonas, como Ciudad Juárez o Guatemala entre otros, toma rasgos espeluznantes. Hay que sumar la postergación de las mujeres en las crisis económicas, la feminización de la pobreza, la trata de mujeres que acompaña a los procesos migratorios característicos de nuestra sociedad.
Experiencias
En feminismo antimilitarista revolucionario, es un proceso largo y difícil y aún muy minoritario. Sin embargo es significativo y sin duda importante el destacar posturas como la de las Madres de la Plaza de Mayo o las mujeres de Srebrenica o algunas madres de los soldados americanos que emprenden una lucha política a partir de la pérdida de sus hijos. Conviene hacer un esfuerzo por visibilizar la labor de numerosas organizaciones que trabajan en la dirección que estamos mencionando, estableciendo redes de solidaridad y promoviendo nuevas estrategias para la paz.
Un ejemplo es la Red Internacional de Mujeres de Negro contra la Guerra, que nació en 1988 en Jerusalén Occidental. Ocho mujeres feministas, pertenecientes a la izquierda radical, salen a la calle para manifestarse públicamente, vestidas de negro y en silencio, en protesta contra la ocupación de los territorios palestinos por parte de Israel. Su militancia ha llegado a numerosos países del mundo, incluyendo España.
Este año, en su comunicado por el Día Internacional de la Mujer por la Paz y el Desarme, abogan por “el respeto a la soberanía de la sociedad civil Libia” y centran su repulsa a las ocupaciones, autenticas guerras como en Palestina, Libia y en Afganistán. “Ocupaciones llevadas a cabo con el motivo de ayuda humanitaria o de lucha anti terrorista lo que no hace más que revelar el cruel cinismo de la doble moralidad del poder patriarcal occidental con todo su menosprecio por las poblaciones civiles y su derecho a la autodeterminación”, argumentan.
Defienden la autodeterminación de los pueblos y rechazan los gastos militares y toda ocupación. Así mismo, “porque hace ya 10 años que la OTAN y nuestros Gobiernos tienen responsabilidades directas en la generalización de la violencia en Afganistan por su ocupación” han decidido también celebrar este día con una acción particular para exigir la salida inmediata de las tropas con una carta a la Ministra de Defensa (se adjunta el archivo).
Estas mujeres quedarán hoy, a las 19.30, en la Casa de la Paz en Sevilla para dirigirse jutas a las Setas de la Encarnación. También la Coordinadora de Mujeres de Valladolid convoca a una Charla – Coloquio de Lola Robles, representante de la organización Mujeres de Negro en Madrid, hoy a las 20 horas en el Centro Cívico Bailarín Vicente Escudero. Esta plataforma está integrada por organizaciones como ADAVASYMT, CGT, CC.OO, Foro Feminista, Fundación Triángulo, Izquierda Unida, Mujeres Castellanas, Mujeres la Rondilla, Movimiento Contra la Intolerancia, P.S.O.E, STE Valladolid , Alternativa Universitaria o Amnistía Internacional.
Intervencionismo por intereses estratégicos y económicos
Mujeres de Negro contra la guerra llama a un “cambio radical de política de Paz por parte de nuestros gobiernos y de la UE. Una política de Paz que ningún Ejército pueda defender. Una política que responda a la Paz con justicia social, vinculada con una democracia integral sin presión de ningún tipo de interés ni de Estados ni de multinacionales. La Paz del respeto por la soberanía de los pueblos. La Paz libre de toda exclusión y discriminación para las mujeres y los hombres que configuramos las diferentes sociedades. La Paz sin armas”.
En este sentido, pide que todos los Gobiernos, incluso el Estado español, “implicados en ventas de armas con los regímenes de Gadafi , Ben Ali y de Mubarak” envíen de inmediato ayudas humanitarias a la gran masa de refugiados y refugiadas que sale de Libia, y si así lo pide también a la población del país.
Y, por último, expresan a los medios de comunicación su “deseo de la máxima transparencia y capacidad de respeto ante la realidad plural y viva de la resistencia civil”, y que eviten cualquiera tendencia a focalizar las noticias desde “una óptica militarista y desde la sola perspectiva del interés occidental”.
La violencia engendra violencia.
Fotos AmecoPress
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