Los mexicanos, a través de sus vanguardias que siempre –salvo en las revoluciones o revueltas políticas, son una minoría e integran las manifestaciones de protesta para hacer peticiones o impugnar un acto u omisión de la autoridad– han empezado a cuestionar el funcionamiento de la democracia representativa o indirecta, para tantear las posibilidades de ejercer la otra cara de esa moneda: la democracia directa, por medio de acciones de los ciudadanos. Esta respuesta se debe al descrédito de los partidos y, sobre todo, a que los funcionarios de los poderes ejecutivos (presidentes municipales, gobernadores y presidente de la República), con los legisladores de los congresos de los estados y del Congreso de la Unión, no cumplen con sus obligaciones de representantes de la nación.
Y ésta no sabe cómo, individual y colectivamente, exigirles ese cumplimiento interpretando, con más democracia y más republicanismo, las obligaciones y facultades de quienes integran los poderes ejecutivos y legislativos. Y también, qué hacer para que los poderes judiciales, con sus jueces, magistrados y ministros, cumplan lo que se establece en la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos y las constituciones de las entidades.
Para colmo, cada vez más las élites gobernantes se deciden por ejecutar medidas antifederalistas, no obstante el centralismo que todavía padecemos en todos los órdenes.
Hay quienes, como los calderonistas y el Partido Acción Nacional (PAN), quieren imponer una policía única, un ministerio público único; con otras medidas concentradoras del poder, para que, incluso, desaparezcan las policías municipales, estatales, del Distrito Federal y que la Procuraduría General de la República sea la única instancia para recibir denuncias penales.
Ahora se pone en marcha la propuesta de que los partidos PAN, de la Revolución Democrática (PRD) y Revolucionario Institucional (PRI) postulen un candidato único para gobernador en Michoacán. La nota sobre esa información sólo la lograron tres reporteras: Claudia Guerrero, Carole Simonet y Erika Ramírez (Reforma, 26 de mayo de 2011). Nos pusieron al tanto de una reunión entre los presidentes de esos partidos: Gustavo Madero, Jesús Zambrano y Humberto Moreira, con la presencia del desgobernador de Michoacán, lugar donde pretenden ensayar ese engendro (tras los abortos del amasiato PAN-PRD). En la capital del país, domicilio del centralismo imperante, se reunieron esos cuatro tenebrosos para echar a andar su plan antidemocrático, antirrepublicano y anticonstitucional.
Ante los problemas nacionales, particularmente la inseguridad de la población por la violencia sangrienta de las delincuencias, cuyo factor común es el narcotráfico y su desafiante rebelión no obstante el militarismo-policiaco que trata de, al menos, contener esa embestida sangrienta con un saldo de más de 45 mil homicidios (cuya cifra menos oficial y menos conservadora se ubica en más de 100 mil), los funcionarios federales, algunos gobernadores y presidentes municipales apuntan la solución implantando una policía única y centralista, con un mando federal de puro nombre que llevaría a la instalación del centralismo político y cuya experiencia se puede consultar en cualquier historia.
La investigadora Josefina Zoraida Vázquez sintetiza el punto en su ensayo “Ante las amenazas extranjeras se experimentan el centralismo y la dictadura” (en la Historia mínima de México, con nuevas interpretaciones en edición y reediciones de 2004 a 2010; que tuvo su matriz con el mismo nombre de 1973 a 1983, y que coordinó Daniel Cosío Villegas, entonces como ahora por El Colegio de México). Las propuestas de Calderón y sus ideólogos han llegado a la burrada (¿para dar el golpe y que Calderón se constituya en dictador?) de que los tres partidos postulen candidatos únicos a las gubernaturas… ¡y a la Presidencia de la República!
Ya de por sí padecemos el lastre de un peculiar centralismo por las excesivas facultades constitucionales del presidencialismo y las que cada presidente se otorga sin un contrapeso, salvo el Senado que ahora ha tratado de acotar esas facultades legales y extralegales, que se vieron aumentadas con los derechistas Fox y Calderón, saboteadores del Estado laico y que han sembrado más centralismo con liberalismo económico, como sucedió, pues, a partir de 1836, con la Constitución centralista, luego con las Bases Orgánicas de 1842, hasta la restauración de la Constitución federalista de 1824 a fines de 1846.
Se busca regresar a la época del más vil conservadurismo (hoy, su punta de lanza es El Yunque, La Casa sobre la Roca, el PAN ultraderechista, el clero político, los Bravo Mena, los Manuel Espino, los Diego Fernández de Cevallos, Margarita Zavala de Calderón… los panistas y neopoanistas con sus brazos armados: los García Luna, los Luis Cárdenas, los Galván, etcétera). Que Calderón, con tal de que ni el PRD ni el PRI logren la anunciada victoria en las urnas (no con Ebrard ni Peña Nieto, respectivamente, sino con López Obrador o Beltrones, sea el que sea el candidato del PAN: Cordero, Creel, etcétera) esté promoviendo esas candidaturas únicas y centralistas, equivale a dejar que desentierren al viejo centralismo político y que Calderón sea el resucitado Santa Anna.
Los panistas son centralistas porque, como en 1836, en la práctica son un poder único y antidemocrático. Por eso es que ahora, con la complicidad de algunos perredistas (el chuchismo-camachista) y hasta priistas o expriistas del sector derechista (Moreira), Calderón soltó el buscapiés de que un candidato (o candidata: su hermana María Luisa) en Michoacán postulado por los tres partidos sería la solución al problema. Y así intentar para 2012 un candidato único a la Presidencia de la República, para que Calderón se reelija con piel de Cordero, su títere en Hacienda.
*Periodista
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