Leonardo Curzio
De
este proceso electoral cosecho pocas esperanzas de que las cosas
cambiarán con celeridad y profundidad; es más, veo una tentación
inercial muy fuerte (ojalá me equivoque); pero más allá de esa impresión
me quedo con tres enseñanzas.
1)
Nunca, como ahora, he visto una sociedad civil organizada y mucho más
instruida sobre la agenda nacional y las alternativas disponibles.
Tenemos una sociedad que no sólo reclama mejoras en abstracto, sino que
tiene diagnósticos precisos sobre temas torales, que está en condiciones
de hacer las preguntas correctas y crear condiciones para que los
aspirantes a la Presidencia tuvieran que responder. Nunca campaña alguna
en México había generado tal nivel de precisión de diagnósticos. Igual
es cierto que yuxtapuesta a esta sociedad vibrante y participativa está
una sociedad acrítica y poco informada, que apoya a un partido o
candidato por vagas promesas y por el uso de recursos públicos. En el
México del siglo XXI conviven dos culturas políticas de siglos
diferentes. La formación de ciudadanía es la asignatura pendiente.
2)
Se comprueba que en una campaña de varios meses el país puede
(candidatos y electores) eludir el tema más importante: seguridad. Buena
parte de votantes decidieron castigar al PAN por su estrategia, pero no
tuvimos ni debates ni textos programáticos sustantivos en los cuales se
nos explicara cómo va a enfrentarse el problema. Tiene algo de infantil
el que se eludan los temas complicados con generalidades tipo: hay que
modificar la estrategia. La descomposición del aparato de seguridad y
procuración de justicia es tal, que no hay lugar a soluciones
reduccionistas. En campañas pudieron eludir, pero los primeros desafíos
al gobierno entrante vendrán de ese frente y buena parte de su arranque
estará condicionado por los resultados que arroje. Para mí sigue siendo
una incógnita.
3)
Se constata que (como diría Perogrullo) las cosas salen mejor si se
hacen mejor. El IFE (pese a las críticas) ha funcionado mejor sin vicios
de origen (como en 2003) con una eficaz dirección que logró auditar el
PREP con el visto bueno de la UNAM y gracias al empuje del Consejo
Coordinador Empresarial y otras organizaciones se firmó el Acuerdo de
Civilidad por todos los candidatos.
Aunque
vendrán las impugnaciones y las tensiones políticas, se acabó el
proceso en su fase de competencia para dar paso a lo más difícil: pasar
del prometer al cumplir.
Analista político
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