Una cosa es cierta: la
sola posibilidad de que se intente un cambio de fondo en el país
conjunta, para impedirlo, a los más diversos sectores ligados de una u
otra manera a la red de privilegios y/o corrupción, así como intereses
derivados del proyecto neoliberal más allá de las fronteras.
Transcurrida la jornada electoral, son muchas las aristas de
reflexión que abre el posible desenlace electoral en favor de la
restauración priísta en la Presidencia de la República. Pues bien vale
recordar que el síndrome del tlatoani nos impide reconocer que bien a
bien el PRI siguió gobernando en no pocas entidades del país. Vale la
pena identificar cómo se refuncionalizó el PRIAN en los 12 años
del PAN ocupando Los Pinos. Buena parte de los escenarios de corrupción
y acción del crimen organizado se presentaron en entidades bajo
gobierno priísta. En ningún espacio federal o regional se observó
transformación del partido que ocupó el poder por décadas. Ni en
retórica ni en los hechos. Vaya, ni siquiera intentaron un cambio de
nombre, como se hizo en sus tiempos originales para evidenciar su
transformación. De manera que podríamos encontrar vigentes las razones
ciudadanas de hace 12 años para rechazar en 2012 el retorno del PRI.¿Qué pasó, entonces, para encontrarnos con una votación amplia para el PRI frente a la que hasta ahora se reconoce a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con una trayectoria política ligada a la lucha por un nuevo proyecto de nación? Es realmente ejemplar que esté en la disputa cuando durante seis años continuos pretendieron borrarlo de la escena política a través de los medios y hace sólo tres meses lo consideraban en ellos totalmente marginal. Fue correcta su estrategia de seis años de organizar un movimiento como el Morena para vigilar la jornada electoral y de recorrer varias veces todo el país; lo fue también plantear lineamientos para un cambio de fondo e incluso buscar alianzas con sectores de empresarios. Sin duda se encontrarán errores, como en todo proyecto, pero no está ahí la respuesta que buscamos. Considero que debemos volver los ojos a dos factores: el escandaloso fracaso de los gobiernos del PAN, en especial el saldo del sexenio aún en curso con la llamada guerra contra el crimen organizado. Ese desgaste generó en el priísmo la convicción de que el PAN ya no resultaba funcional y en ello estaba su oportunidad para garantizar que el proyecto neoliberal continúe, porque es la razón esencial que unifica al PRIAN. El otro aspecto fundamental que explica por qué está adelante un candidato sin perfil propio, con discurso y prácticas del pasado autoritario, un dinosaurio joven, es el hecho de que operó la pinza del duopolio televisivo, con sus encuestas como medio para generar un cerco en torno a AMLO y a la vez con el uso del poderoso aparato tradicional de compra y coacción de votos, cuyas evidencias deberán investigarse y sancionarse.
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