8/09/2012

Riesgos sociales por desigualdad y pobreza

Monedero


Por Carmen R. Ponce Meléndez*

México, DF, 7 ago 12 (CIMAC).- Para 2010 son 28 millones de personas con pobreza alimentaria –pobreza extrema–; en el periodo 2008-2010 ésta creció 3.2 por ciento, un plus de 4.2 millones en tan sólo dos años.

Cabe considerar que durante la crisis alimentaria de 2008, el aumento del número de pobres fue de alrededor de 5 millones de personas. ¿Cuántas más?

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) define pobreza extrema “cuando una persona no tiene ingresos suficientes para adquirir una canasta básica de alimentos”, es decir, es la línea de bienestar mínimo.

Este problema se explica por la volatilidad de los precios en los alimentos, la rigidez de los ingresos salariales y la precariedad laboral.

El incremento en los precios de los alimentos impacta negativamente en el poder adquisitivo, muy en especial en los hogares más pobres, ya que estos son los que destinan mayor porcentaje de sus ingresos a este renglón y rebasan los alcances de la política social debido a que su situación es producto de la política económica.

Según datos de Coneval, durante los últimos ocho años (2004-2012), el valor monetario de la canasta alimentaria básica urbana, creció 63 por ciento, al pasar de 675.77 a mil 101.45 pesos. Por su parte la canasta rural expandió su precio en 68 por ciento (VER GRÁFICA AQUÍ).

Para este mismo periodo el salario mínimo sólo se incrementó en 37.8 por ciento, una pérdida del poder adquisitivo nominal de 30.2 puntos porcentuales.

Sin embargo, al analizar el contenido de esa canasta alimentaria, mini alimentaria y super básica, bien se puede concluir que en realidad es mucho mayor la caída del poder adquisitivo para adquirir alimentos, más del doble.

Como también lo es el crecimiento de su valor monetario, bastaría agregarle tres o cuatro alimentos básicos; por lo consiguiente, el número de personas en condiciones de pobreza es más alto.

Por ejemplo, en verduras sólo incluye: cebolla, chile y jitomate; en frutas: limón, manzana y perón, naranja y plátano tabasco. Para la canasta urbana son mil 592.5 gramos por día y mil 354.3 en la rural, lo estrictamente indispensable para no morir de hambre, pero no para comer bien.

La realidad alimentaria de la gran mayoría de la población es mucho más grave de lo que se quiere reconocer o de lo que se oculta tras estas mediciones, pero esa verdad estorba.

Es evidente que los niveles de bienestar social también van en caída libre y la incertidumbre social es creciente, tiene un horizonte de alto riesgo porque hay una crisis de empleo, de ingresos y de bienestar social.

Pobreza con desigualdad, desigualdad que afecta severamente las relaciones sociales y el equilibrio de intereses y que requiere cambios profundos, políticos y sociales, pero que aparentemente nadie quiere perturbar y el proceso de concentración del ingreso sigue apabullante.

P.D.
Las jóvenes sin oportunidad de estudiar y para ellas no hay políticas de educación, salud, cultura y empleo. El gasto en educación superior apenas es de 0.75 por ciento del PIB, y la cobertura es de menos del 27 por ciento. En Argentina y Uruguay es de 67 y 64 por ciento, respectivamente, y en Estados Unidos alcanza 82 por ciento.

Su situación laboral es pésima, 7 de cada 10 trabajadoras jóvenes no tienen contrato laboral que las ampare y sólo el 16 por ciento tiene acceso a los servicios de salud; tampoco pueden acceder a crédito para vivienda o seguro médico.

ramona_melendez@yahoo.com.mx
Twitter: @ramonaponce

*Economista especializada en temas de género.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario