8/08/2012

Cineastas del presente... con dudoso futuro

65º Festival de Locarno
Leonardo García Tsao
 
Locarno, Suiza, 7 de agosto. Dado que el Concorso Internazionale del festival no ha dado mucho material de interés, uno se asoma a la otra competencia, la llamada Cineasti del presente, que me imagino está dedicada a películas de jóvenes debutantes o casi. No es por nacionalismo, pero hasta el momento la única satisfactoria que he visto de ese programa ha sido Inori, documental japonés dirigido por el mexicano Pedro González-Rubio.
 
A manera de premio por haber ganado el festival de Nara con Alamar (2009), se le brindó el financiamiento para filmar en Japón dentro del llamado NARAtive Project. González-Rubio escogió centrarse en la región montañosa de Kannogawa, donde una comunidad otrora activa y vital se ha disminuido al grado de parecer abandonada. Las jóvenes generaciones se han marchado a otros sitios y quienes quedan son los ancianos y sus recuerdos.

Filmado poco después del terremoto/tsunami del año pasado, el cineasta encontró a sus personajes en una actitud especialmente introspectiva. Ahora bien, lo llamativo es cómo, de un modo contemplativo, ha filmado una naturaleza –bosques, ríos, niebla–, que parece devorar lo que queda de la presencia humana. Sin duda, González-Rubio posee un ojo para retratar la íntima relación del hombre y su entorno.

Hasta ahí se acabó la buena fortuna. Lo demás que he pescado de esa sección ha resultado típico de primerizos, como Not in Tel Aviv, opera prima dirigida, escrita y protagonizada por el actor televisivo Nony Geffen en un ego-trip sobre un maestro de escuela que revienta tras ser despedido y procede a secuestrar a una de sus alumnas, matar a su madre, buscar a una chica deseada de la prepa y otras arbitrariedades. Todo guardaría un interés potencial si Geffen hubiera tenido mínimas nociones de cómo llevar su historia. La película es tan subversiva como un pedazo de pan tostado.

La inclusión de Tutti Giú, debut de Niccoló Castelli, se explica en tanto que juega de local. Una producción de la cercana ciudad de Lugano, también del Ticino suizo, trata sobre las vidas paralelas de tres jóvenes con diferentes deseos de encontrar su lugar en el mundo: uno se dedica a la patineta, pero sufre una afección cardiaca; otro es un artista gráfico obsesionado por pintar grafitis que son más bien murales, y la tercera es una chica dedicada a competir en carreras de esquí. La cosa no marcha desde que Castelli abre su película con imágenes y sonidos propios de cualquier comercial sobre refrescos de cola o calzado deportivo.

Ya alejado el temporal y recuperado el buen tiempo, con todo y el calor de la canícula veraniega, las funciones de la Piazza Grande volvieron desde anoche a su buen ambiente colectivo. Por supuesto, ha continuado la pasarela de reliquias a recibir sus premios y homenajes. Hace unos días fue la actriz Ornella Mutti, quien alguna vez fue una belleza de un alto grado erótico; ahora me temo que, con los pómulos aumentados, los labios gruesos y la piel botoxeada, se parece a varias otras contemporáneas que se han sometido a las mismas desesperadas medidas para hojalatear el paso del tiempo; ayer fue Harry Belafonte, quien no sólo fue el rey del Calipso, sino tuvo una carrera cinematográfica; hoy le toca al productor estadunidense Arnon Milchan (me imagino un entusiasmo discreto en el público); y mañana será la entrega del premio Excellence Möet & Chandon a Gael García Bernal, previa al pase de la película No, del chileno Pablo Larraín.
Twitter: @walyder

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