LABORAL
MONEDERO
Especial
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*
Cimacnoticias | México, DF.-La enorme desigualdad de género que persiste en el trabajo doméstico no remunerado de los hogares (TDNRH) tiene graves implicaciones socioeconómicas para las mujeres, la niñez y toda la sociedad en su conjunto.
Conforme a la información generada por Inegi (2007-2011), las mujeres dedican 68.3 por ciento de horas a la semana a este tipo de trabajo, convirtiéndose en una importante limitante para su inserción en el mercado laboral, y para todos los aspectos de su vida, ya que únicamente ocupan 30.3 por ciento de horas semanales al trabajo de mercado remunerado. Al trabajo de mercado sólo destinan 3 de cada 10 horas.
En contraparte, y como se aprecia en la gráfica, los hombres dedican a este trabajo (remunerado) 74.5 por ciento de horas semanales, mientras que para las labores domésticas y de cuidado sólo destinan 22.6 por ciento.
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En suma, son 2 mil 410 millones de horas de trabajo femenino, respecto a mil 932 masculinas, un plus de 478 millones de horas de trabajo realizado por las mujeres, considerando trabajo remunerado y no remunerado; en detrimento de su economía, su salud y la de todos los miembros de una familia.
Las labores domésticas y de cuidado comprenden: cuidados, apoyos y alimentación, que en conjunto representan más de la mitad de estas actividades (54.7 por ciento); también están la limpieza y el mantenimiento de la casa, compras y administración, y limpieza y cuidado de la ropa y calzado.
Su aportación a la economía nacional es muy importante en 2011, de acuerdo con las cifras de la cuenta satélite del TDNRH Inegi, representó 21.6 del Producto Interno Bruto (PIB), un valor económico de 3 mil 95 billones de pesos, cifra superior a la aportación de la industria manufacturera (17.5) y a la del sector comercio (15.9 por ciento).
Por cada 100 pesos de este valor económico, las mujeres aportan 79.1 y los hombres 23.9 pesos. En los rubros de “alimentación y, limpieza cuidados de la ropa y calzado” la responsabilidad de las mujeres es de 86 por ciento en promedio, frente a un 14.05 de los hombres.
Con relación al PIB, las tres actividades con aportación más altas son: proporcionar cuidados y apoyos a los miembros del hogar, en segundo término alimentación, y por último “limpieza y mantenimiento de la vivienda”.
Medido por el ingreso monetario que obtendrían las personas que realizan el TDNRH, las mujeres generaron el equivalente a 39 mil 900 pesos anuales, mientras que la aportación masculina fue de 12 mil 700 pesos, menos de la mitad de la contribución femenina.
Las cifras son contundentes; es más que evidente la forma en que las mujeres generan riqueza a la sociedad a costa de su pobreza y una baja calidad de vida, cargando con el estereotipo social “femenino” de que las labores domésticas y de cuidado son “naturalmente” exclusiva responsabilidad de las mujeres.
El hecho de que solamente puedan dedicar 3 de cada 10 horas al trabajo remunerado implica que su vida laboral se vea seriamente afectada. Tienen que aceptar trabajos temporales y de tiempo parcial, con salarios bajos y sin seguridad social.
Se ven obligadas a interrumpir su vida laboral, lo que les impide acceder a una pensión por jubilación; por tanto cancelan su expectativa de una vejez digna y con calidad de vida. Por cada 100 mujeres de 65 años 80 no cuentan con pensión de jubilación; en los hombres este porcentaje disminuye a 60 por ciento.
Crear infraestructura de apoyo para las y los trabajadoras con responsabilidades familiares es una parte de la solución; también es necesario que en los medios masivos de comunicación se promueva la activa participación masculina en estas tareas, sin menoscabo de su masculinidad, como falsamente lo difunde la cultura machista.
En el trabajo no remunerado de los hogares cerrar la brecha de género genera más desarrollo social y económico.
Twitter: @ramonaponce
*Economista especializada en temas de género.
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