Madrid, 11 jun. 13. AmecoPress. Dos
nombres de mujeres han estado esta semana ocupando tiempos y espacios
de las que somos militantes feministas. Esos dos nombres son, por
supuesto, Beatriz y Mari Carmen.
La primera
casi pierde la vida por un embarazo que no le permitieron interrumpir
cuando había un alto riesgo para su vida e incluso el 29 de mayo tuvo
que mediar la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con sede en
Costa Rica, que dictó medidas provisionales a favor de la joven y pidió
al Estado salvadoreño que tomara medidas para proteger su salud y se le
practicara un aborto terapéutico.
Al final se le
practicó una cesárea y, al parecer, Beatriz podrá salvar su vida. Pero
aún así y después de la movilización, el Gobierno de El Salvador sigue
negando la posibilidad de interrumpir embarazos incluso existiendo
riesgo para las propias vidas de las mujeres.
Y yo me
pregunto: ¿Acaso la vida de una mujer vale menos que la de un feto? Y
otra duda me asalta ¿Por qué este tipo de acciones no son consideradas
como violencia de género estructural o institucional contra las
mujeres, si se está atentando contra sus derechos humanos básicos como
lo es su propia vida? Directamente no me cabe en la cabeza que alguien
con quien nada tengo que ver como lo son los de faldas largas y negras
tengan poder para incidir sobre mi propio cuerpo. No lo entiendo.
Y el segundo
nombre de mujer que esta semana ha estado en boga ha sido el de Mari
Carmen, una mujer maltratada por la vida a quien, como muy bien explica
Mar Esquembre Cerdá en su artículo de hoy “¿Por qué Gallardón denegó el
indulto a Mari Carmen?”, se le ha denegado el indulto que pidieron su
marido y su hija.
Mari Carmen y
su familia, después de la violación de su hija, tuvieron que abandonar
su lugar de residencia por el cuestionamiento de los hechos que
socialmente se hizo. Después al escuchar comentarios jocosos de la boca
del violador de su hija le prendió fuego. Fue condenada y ya ha estado
un año en la cárcel. Pero su condición de mujer seguramente habrá sido
decisiva para que el misógino de Gallardón no la haya indultado.
Pero quienes
creemos que debe ser indultada estamos recogiendo firmas para que
Gallardón reaccione y la indulte. Las firmas se pueden recoger en este
enlace:
http://www.change.org/es/peticiones/al-excmo-sr-ministro-de-justicia-solicito-el-indulto-de-prisión-para-maria-del-carmen-garcia-espinosa-3
Seguramente si
alguna persona neomachista lee estas palabras le saltarán todas las
alarmas y pedirán a gritos que se pidan firmas también para indultar a
los asesinos machistas o a los condenados por malos tratos. Como si lo
viera.
Pero a esas
cabezas pensantes les recomiendo que, antes de lanzar sus andanadas
contra el presente artículo, contra quien lo escribe o contra quienes
pensamos que se debe dar ese indulto a Mari Carmen, reflexionen sobre
algunos asuntos y me explico.
No se trata de
que no condenen a Mari Carmen por su actuación. La condena está puesta
y ya ha cumplido una parte de la misma. Se trata simplemente de que la
figura del indulto que, como sabemos es potestativa del Gobierno, sea
justa y equitativa con toda la ciudadanía. Y por ejemplo que Gallardón
nos explique por qué le concedió el indulto al Kamikaze que mató a otro
conductor y no lo hace con Mari Carmen, por ejemplo.
No me sirve
para nada el argumento esgrimido de que se pretende no crear agravios
comparativos, puesto que con Mari Carmen ya se ha creado al no
concederle el indulto. No soy jurista, pero alguna cosa entiendo de
justicia social y sé que muy poco hombres podrán entender lo que, a
muchos niveles significa una violación. Y cuando digo a muchos niveles,
me refiero no sólo a la agresión sexual, física y psicológica que
provoca el hecho de la violación en sí misma. No, me refiero a otro
tipo de agresiones que se siguen produciendo después del a propia
violación. Me refiero al cuestionamiento social de la voz de la propia
víctima, a la justificación más o menos soterrada del violador con
argumentos del todo peregrinos, a la soledad de la familia e incluso de
la propia víctima ante todo el proceso judicial, a las dudas que les
surgen a algunos de los frufrús incluso con informes periciales que
avalan la agresión, la actitud de los de faldas largas y negras ante
este tipo de crímenes y su puñetera influencia social, etc.
Todos esos
factores influyen poderosamente no sólo en el ánimo de la víctima y su
familia, sino en el de todas las mujeres que estamos convencidas de la
desigualdad que todavía hoy vivimos las mujeres en muchos ámbitos. No
es justo que las instituciones nos sigan maltratando por ser
mujeres!!!.
Y eso es lo
que se ha hecho con Beatriz y con Mari Carmen. Han sido agredidas por
el propio sistema androcéntrico y patriarcal en el que seguimos
viviendo a pesar de los avances. Y lo que es peor, con las agresiones
que ellas han sufrido, las hemos sufrido todas, porque en la parte
simbólica de estas agresiones subyace la pretensión de la dominación
masculina a todos los niveles sobre las mujeres.
Y si de algo
estoy segura, es que eso se va a acabar. Y se va a acabar porque
también los hombres están reaccionando contra el patriarcado y
renunciando e incluso denunciando algunos privilegios históricamente
heteroasignados. Alguno de ellos incluso se atreve a autoasignarse
feministas, con lo cual su compromiso con la desigualdad todavía
existente da un importante paso hacia delante. Bienvenidos sean esos
compromisos para desmantelar el sistema androcéntrico y patriarcal que
permite este tipo de atropellos a las mujeres y que además suman voces
para denunciar el terrorismo machista y los maltratos producidos por
las instituciones de todo tipo.
Aún así, estoy
completamente segura que a estas dos mujeres se las ha tratado así,
precisamente por ser mujeres. Ningún hombre sabe lo que es quedarse
embarazado y no desear ese embarazo y quedarse atrapado en esa
situación de falta de libertad para decidir sobre tu propio cuerpo y tu
propia vida pese a que pueda correr peligro. Y creo que muy poco
hombres saben tampoco lo que es ser violado sexualmente y las secuelas
que deja este tipo de agresión a todos los niveles. Digan ahora que lo
ocurrido con Beatriz y Mari Carmen no es consecuencia de su condición
de mujeres.
Foto: Archivo AmecoPress
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