12/07/2014

El 11º mandamiento: no aburrirás en vano



Leonardo García Tsao

Debo confesar que me dispuse a ver Éxodo: dioses y reyes, de Ridley Scott, con más o menos la misma emoción de enfrentar una endodoncia. Tal vez influya mi formación marista pero, en esencia, las películas bíblicas me provocan una hueva negra. En este caso, acentuada por el antecedente de Los diez mandamientos (1956), obra maestra del kitsch épico, debida a Cecil B. DeMille, una película que vi a la impresionable edad de ocho años y cuyo efecto indeleble aún recuerdo.

Y si la solvencia formal de Scott ofrecía cierta garantía de espectacularidad, el recordatorio de lo decepcionantes que resultaron sus anteriores intentos épicos –Cruzada (2005), Robin Hood (2010)– refuerza la desconfianza. Además, todavía no se quita el salpullido de Noé (Darren Aronofsky) cuando ya nos endilgan otra adaptación bíblica.

Ciertamente fue un reto para los cuatro guionistas de Éxodo: dioses y reyes, el tratar de darle cierta vigencia a uno de los relatos más conocidos del Antiguo Testamento. Por lo pronto, nos ahorraron el inicio del bebé en el cesto flotando en el Nilo. Cuan-do arranca la película, Moisés (un tieso Christian Bale) es ya un adulto en fraternal rivalidad con su casi hermano Ramsés (el australiano Joel Edgerton); al menos, el viejo faraón Seti (John Turturro) le profesa preferencia al primero aunque no sea su hijo legítimo. Sin embargo, un hebreo sabio llamado Nun (Ben Kingsley, ¿quién más?) conoce el verdadero origen de Moisés, noticia que llega a oídos del siniestro regente Hegep (Ben Mendelsohn) quien, a su vez, se la hace llegar a Ramsés. Convertido este en faraón, no titubea en mandar a su rival al exilio en el desierto.

El resto ya se lo saben. El arbusto ardiente se le aparece a Moisés como anticipo de que Dios le hable para nombrarlo líder para liberar a los hebreos, que llevan cuatro siglos siendo esclavos de los egipcios. Ahora bien, Dios no se manifiesta como una voz imperiosa que suena entre las nubes, sino en la persona de un niño petulante y cruel (Isaac Andrews), de riguroso acento británico. Ese tal vez sea el único hallazgo de la película, aunque quizá se derive de la influencia de La última tentación de Cristo (Martin Scorsese, 1988).
Como suele suceder en las cintas bíblicas, la cosa se pone buena cuando Dios se cabrea. Aquí demuestra su poderío genocida soltando las 10 plagas sobre Egipto, aunque Scott y compañía parecen haberle añadido elementos adicionales. No recuerdo en la Biblia ninguna mención de cocodrilos gigantes; sin embargo son los responsables de que las aguas del Nilo se saturen de sangre. En este momento, la película se convierte en una de desastres con sandalias. Y les toca a los encargados de efectos especiales ganarse el pan mediante la convincente ilustración de las plagas de ranas, moscas, langostas y demás.

Pero la pièce de resistance, lo que todo mundo espera, es el parto de las aguas del Mar Rojo en 3D. DeMille no contaba con efectos digitales y ese aspecto le quedó medio chafa. Scott le lleva la ventaja tecnológica de casi 60 años y dicha secuencia es tan espectacular como se deseaba. Un auténtico tsunami se encarga de aniquilar las fuerzas egipcias en persecución.

Por lo demás, Éxodo: dioses y reyes resulta demasiado convencional en su recreación del pasado bíblico según las reglas hollywoodenses. De nuevo, el reparto principal está compuesto de rostros anglosajones con bronceador untado y delineador de ojos; los rasgos semitas y negros se reservan para los extras, si acaso. Las actrices –en especial, una desperdiciada Sigourney Weaver– están ahí nomás para servir de decorado. La música del vasco Alberto Iglesias también responde a la fórmula, con una partitura grandilocuente de ocasionales acentos exóticos.

De poco sirve el darle un inicial aire dubitativo a Moisés. Una vez que sus paisanos le llaman Moshe, él asume totalmente su papel mesiánico, al grado de grabar con su puño y letra los 10 mandamientos. A Ridley Scott le había funcionado mejor el futuro que el pasado remoto.

(Nota: una mujer acaba de tocar a mi puerta ofreciéndome una lectura sobre la Biblia. Y yo que no creía en señales).

Éxodo: dioses y reyes (Exodus: Gods and Kings). D: Ridley Scott/ G: Adam Cooper y Bill Collage, Jeffrey Caine, Steve Zaillian/ F. en C: Dariusz Wolski/ M: Alberto Iglesias/ Ed: Billy Rich/ Con: Christian Bale, Joel Edgerton, John Turturro, Aaron Paul, Ben Kingsley/ P: Chernin Entertainment, Scott Free Productions, Babieka, Volcano Films. EU, 2014.
Twitter: @walyder

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