By Álvaro Cepeda Neri *
El horno no está para bollos;
ni para virotes, torcidos, bolillos o teleras. Esto referido al Estado,
el gobierno y la sociedad de los Estados Unidos Mexicanos, alias
México. Y es que si Donald Trump, ya ratificado legal y legítimamente
presidente constitucional de los Estados Unidos de América, por tenernos
más a la mano, insiste en considerarnos su chivo expiatorio,
aparte del muro (para nuestras lamentaciones), el millonario-populista
cumplirá sus promesas a sus conciudadanos y las amenazas a los
mexicanos. Y nos puede ir de la patada. Máxime que Peña y los
peñistas con su Partido Revolucionario Institucional (PRI), los panistas
con Anaya, Margarita y Moreno Valle; el Partido de la Revolución
Democrática (PRD) en ruinas con Mancera, Los Chuchos y la Barrales, por
separado o en alianzas, no son opciones para el tsunami que viene con el
nuevo huésped de la Casa Blanca.
El
Movimiento Regeneración Nacional (Morena), con López Obrador, es el
populismo que puede dar la batalla contra todos ellos y hasta ganar la
Presidencia de la Republica, en lo que puede ser el antiTrump,
para enfrentar a los pobres contra los ricos, muy ricos, millonarios y
multimillonarios; quienes tienen a Carlos Slim Helú como su
representante. Pues habiendo ya limado sus diferencias con Trump, y como
poderoso caballero es don Dinero, se juntaron e
hicieron las paces. Videgaray, el autor del endemoniado endeudamiento
del país, ya no sirve como mensajero y, además, en su cuenta está la
renuncia de Carstens que tiene a la economía mexicana, con todo y José
Antonio Meade en Hacienda, en la incertidumbre y deslizándose al cero
crecimiento que significa recesión, más desempleo, devaluación de hasta
50 pesos por dólar y una inflación galopante. En suma, una crisis
general con hambruna, inseguridad, síntomas de golpismo militar y un
desastre poblacional si Trump inicia la expulsión de los más de 10
millones de migrantes mexicanos indocumentados.
No la tenemos
difícil, sino casi imposible. A menos que apoyemos un pacto electoral
inclinado más a la democracia representativa que al populismo, en los
términos que propone en su ensayo el abogado, politólogo y jurista Diego
Valadés: “Democracia o populismo” (Reforma, 20 de diciembre de
2016). Así que para tratar de contrarrestar la embestida de Trump, y ya
sea con los partidos o sin ellos –porque como siempre se ponen rejegos,
reacios o renuentes a colaborar entre sí para beneficio de un buen
gobierno–, hay que proponer a Carlos Slim como jefe de Estado, o sea,
presidente. A Carstens como secretario de Hacienda y Crédito Público. Y a
Manlio Fabio Beltrones Rivera, como jefe de Gobierno, en el contexto de
un sistema semiparlamentario con alianzas, nombrando a los titulares de
las 24 secretarías con integrantes de todos los partidos. Y el resto de
las empresas e instituciones dependientes del jefe de Gobierno. Se
trata de que Slim y Trump pongan las mejores condiciones para el
entendimiento político, económico y social. Y relativizar, quitándole el
filo, a las amenazas del presidente estadunidense para con nuestro
país.
Encontrarle la cuadratura al círculo de Trump y los republicanos que se han apoderado de los tres Poderes del Estado. Y tienen la sartén por el mango.
En el ínterin que Peña y los peñistas con Slim, Cartens y Beltrones
diseñen el pacto electoral y el programa de gobierno y administración
con la mira de que Trump y su grupo no sean un equipo de choque
antimexicano. Estamos muy indefensos. Y se necesita constituir una
defensa nacional para evitar que se conviertan en amenazas cumplidas,
las que ha vertido Trump; quien bien puede entenderse con Slim.
Carstens, enderezar la billonaria deuda que dejó Videgaray, quien debe
dar cuenta y razón de dónde se invirtió. Y preparándose Beltrones para
ejercer de jefe de Gobierno, abriendo espacios a Morena, al Partido
Acción Nacional (PAN), PRI y PRD más el resto de los minipartidos. Que
los dos últimos años de Peña sirvan para abrir brecha a ese futuro
inmediato que alumbre la reforma constitucional de los dos cargos: jefe
de Estado y jefe de Gobierno.
Esto para democratizar al
presidencialismo, afianzar los derechos humanos y reestructurar a las
policías para ir disminuyendo la participación militar. Se trata de
construir los fines políticos (económicos, sociales, culturales,
etcétera), para el estira y afloja de las relaciones
internacionales, sobre todo con Trump; y afianzar la mutua dependencia
con respeto a la soberanía mexicana con un gobierno salido de las urnas,
para votar la propuesta: Slim, Cartens y Beltrones como un medio para
esos fines. La nación enfrenta un desafío que solamente se puede
resolver con un pacto electoral innovador. Se trata, no de repetir ni
copiar, pero sí de aprender para elegir entre una opción democrática o
autocrática. La unipersonal del actual presidencialismo ya no es
funcional y su autoritarismo muestra demasiadas debilidades e
ineficacias.
Por lo tanto, ante la amenaza de Trump, un hombre que le hable al tú por tú, como Slim. Un financiero como Carstens. Y
un político como Beltrones. Sí hay más soluciones, es cuestión de
propuestas; sin las que el pronóstico con Trump será, que los mexicanos
estaremos viviendo una película de terror.
Álvaro Cepeda Neri
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