Lev M. Velázquez Barriga
La Jornada
Se han analizado con
abundancia las consecuencias laborales de la reforma educativa que se va
y de la que está en proceso, en gran medida, porque los reformistas de
la educación han conducido a los docentes a encasillarse en ese debate,
explotando las preocupaciones primarias de cualquier gremio, estabilidad
en el empleo y condiciones salariales; no obstante, el tema es más
complejo y no deben perder de vista que el proyecto neoliberal no se
ciñe sobre la implementación de los mecanismos de precarización laboral.
El cambio de las evaluaciones punitivas a las evaluaciones
diagnósticas, de los énfasis en la formación y no en la evaluación (al
menos así aparece en el discurso), tiene que ver con moldear la
mentalidad de los maestros; no podemos negar que junto a ese sector que
se rebela reivindicando su identidad colectiva, histórica y pedagógica,
hay otro que está siendo colonizado por la ideología neoliberal:
defiende el mérito personal como derecho y como principio de la
profesión, se ha apropiado de los antivalores de la sociedad del
rendimiento, no se opone al proyecto educativo del capital sino que se
adapta, le exige transparencia, demanda el cumplimiento de la
normatividad y niega cualquier intervención de la organización gremial:
son el sueño dorado del patrón.
Esta subjetividad neoliberal del docente promueve la eliminación de
la libertad de cátedra y la manipulación de la prácticas pedagógicas,
ambas controladas por un sistema complejo de relaciones entre
formación-evaluación-promoción-reconocimiento, certificación y mérito
individual; cualquier intento de autonomía, de innovación o de
restitución de los derechos colectivos está subordinado con uno o más de
estos mecanismos; a su vez cada uno de ellos alienta un creciente
mercado de capacitaciones en la escuelas privadas o cursos en línea,
simulacros para contestar los exámenes, planeaciones prelaboradas,
programas curriculares para llenar de contenido la supuesta autonomía,
manejo y organización de datos de los alumnos a través de plataformas
educativas digitales y, por supuesto, de herramientas tecnológicas. En
el caso de la certificación se produce un proceso organizativo para que
los directivos se apropien de formas de administración empresarial y que
los próximos consejos de evaluación aterricen la organización gerencial
de la escuela, pero también de los proceso educativos.
Las evaluaciones punitivas, lo mismo que las diagnósticas y asociadas
a la formación, son una mina de datos de los alumnos, maestros,
directivos, escuelas y sistemas educativos que son recogidos por los
organismo autónomos de evaluación o los llamados multinacionales para
crear toda una industria cognitiva. Como ejemplo la alianza del
corporativo Pearson con PISA, le ha permitido al monstruo de la
producción de libros de texto expandir su negocio en la creación de
plataformas de contenidos digitales para reforzar los aprendizajes
medidos por la prueba de la OCDE, los mismo sucede con las empresas
nacionales, algunas de ellas filiales o asociadas de Pearson y los
instrumentos evaluativos regionales.
No es casualidad del modelo educativo 2016 el énfasis en los
aprendizajes clave y la crítica al aprendizaje memorístico ni que la
reforma educativa en puerta dé un paso adelante en la educación inicial,
inclusiva y con enfoque de género; ambos procesos se relacionan con el
proyecto (2014) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos para consolidar una nueva generación del informe Programa
Internacional para la Evaluación de los Estudiantes ahora llamado
PISA para el desarrolloen el que se incluye la evaluación estandarizada de la educación inicial, la diversidad, el enfoque inclusivo, así como el desarrollo de las habilidades socioemocionales y del pensamiento crítico.
Si los docentes no construyen un acervo pedagógico crítico, serán
presa fácil de esta subjetividad neoliberal, que no sólo se está
arraigando en los sectores más institucionales, sino que también empieza
a penetrar en las resistencias magisteriales, introduciendo en la
formación y las evaluaciones estandarizadas lenguajes plurales,
progresistas en apariencia, pero que son parte de una segunda
colonización del capitalismo cultural, de la expansión de modelos
deproducción y distribución industrial de mercancías basados en formas
de organización que no necesitan la concentración de los trabajadores ni
de su división especializada, sino que demandan formas colectivas o
individuales de trabajo aparentemente autónomas, controlables por medios
digitales y que requieren de multihabilidades, competencias integrales,
desarrollo de liderazgos o la capacidad de poner en acción las
diferencias para concretar metas comunes, que siempre culminan en
mayores ganancias para la empresa.
Junto a la lucha por los derechos laborales, también resulta
necesaria la disputa por una nueva subjetividad docente crítica y
liberadora, replantear los proyectos pedagógicos emancipadores frente a
los lenguajes que han sido cooptados por el capitalismo y evidenciar que
detrás sus propuestas se arraiga la capacitación en competencias para
atender las formas de reorganización de la explotación; no hay manera de
adaptarse, no existe opción de coincidir: las escuelas, los docentes,
los estudiantes y los procesos educativos, no son empresas de
particulares, no son datos, no son mercancías sino un conjunto de
instituciones, personas y relaciones humanas para desarrollarse en
plenitud, para construir saberes y constituirse en formas de vida libres
de cualquier tipo de explotación.
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