La Jornada
La SEP decidió poner
en la UPN el dedo en la llaga de los académicos. Hace un mes empezaron a
correr los rumores, pero ahora ya es oficial: no se pagará el estímulo o
la beca al desempeño académico, es decir la evaluación central del
trabajo realizado, medido y clasificado, según el mandato del modelo
neoliberal. ¿Será suprimido?, ¿no pagado por una vez?, ¿quedará en
suspenso? Este estímulo fue puesto en marcha al mismo tiempo que en toda
la educación superior, en 1992, y operado de la misma manera bajo la
vigilancia del Ceneval.
No somos pocos los que hemos venido escribiendo sistemáticamente en
torno a este proceso que algunos como Díaz Barriga denominaron
la era de la evaluacióny también señalaron que se configuraba el Estado-evaluador, cuyo instrumento de intervención directa era precisamente la evaluación con la cauda de consecuencias que acarreaba: la mercantilización académica (el “ homus académicus transformado en homus económicus” que describió Ibarra), la desmedida competencia entre profesores, la simulación y el fraude, entre otras. El martes Luis Hernández publicó un magnífico artículo sobre la mirada aguda y crítica que ejerció nuestro compañero Javier Valdez frente a su profesión, a los medios, a sus dueños y a sus colegas. Deberíamos hacer lo mismo los académicos y después de 30 años de padecer el Estado-evaluador deberíamos más que nunca ejercer una mirada perspicaz, demoledora y propositiva para acabar con este terrible andamiaje.
Mis compañeros de la UPN, los que reciben el estímulo, están
indignados, protestan airadamente y se movilizan todos unidos por una
vez. No es el único problema que hay en la UPN, pero parece el dominante
en última instancia, como siempre lo es la economía. También se habla
de no recontratar a los compañeros interinos, pero en ese tema no se han
manifestado tanto. En la UPN, como en todas las universidades, en estos
años acumulamos graves retrocesos privatizadores y mercantilizadores:
la limpieza y la seguridad están en “ outsourcing”; las
licitaciones para compra de boletos de avión nos enganchó a una de las
más caras agencias, a la cual la UPN ha pagado hasta el triple del
precio normal por boleto; el servicio de fotocopias está subarrendado
todo y recién nos rentaron computadoras (dónde andarán las que
teníamos?), pagando cada una en 48 mil pesos. Esto en cuanto a lo
visible, además del constante trasiego de plazas, movimientos de
presupuesto de un lado a otro, amén del manejo de los Pifis, Promeps...
En medio de todo esto, lo que realmente motiva y moviliza a los
upenianos es la posible pérdida del estímulo, los enemistados de tantas
otras lides se unieron y forman un sólo reclamo: exigimos nuestro
estímulo. Al grado que se escuchó a una voz proponer que no se
recontratara a los interinos y con ese dinero pagar el estímulo. Los
neoliberales sabían bien lo que hacían al montar este terrible sistema
de evaluación. No puedo acompañar a mis colegas en su demanda, no sería
congruente con lo que vengo escribiendo y denunciando, desde la creación
del INEE y nuestro primer libro: La mala educación en tiempos de la derecha, publicado en 2005, he abordado este tema y continúo haciéndolo hasta el reciente: Reforma sin futuro y movilización magisterial, publicado en 2017, por supuesto sin el alcance y profundidad que tiene el imprescindible de Hugo Aboites La medida de una nación, los primeros años de la evaluación en México (2012), pero en esa misma línea constantemente.
Si bien no voy a participar, me pregunto ¿Por qué sólo la UPN?
Siempre hemos sido como un coadyuvante de la SEP, con mano de obra
disponible, calificada y barata para sus proyectos, uno último: la
preparación de los
tutoresque iban a vigilar a los maestros de nuevo ingreso, muy fallido por cierto. Como institución hemos sido fieles. Nos responden oficialmente que es porque no somos autónomos. Tampoco lo son IPN, Chapingo, ENAH, INBA; INAH, los colegios, las universidades técnicas o el Mora ¿les aplicarán la misma regla?
¿Será el inicio de un desmantelamiento de la evaluación-estímulo en
las instituciones no autónomas? ¿Se atreverán a poner el dedo en la
llaga de todos?
Me pregunto también si no es entonces el momento de generar
colectivamente una propuesta diferente que permita eliminar el sistema
de evaluación en todo el SEN y que permita recuperar los salarios y las
prestaciones, aunque no se pueda llegar a sueldos de 80 mil pesos, pero
si una recuperación significativa. Tal vez podríamos explorar la
creación de una clasificación, no sólo asesor y titular, sino por
ejemplo profesional A, B y C como tercera categoría por encima de
titular y que tenga impacto en antigüedad y jubilación, obtenida
mediante una valoración académica rigurosa. Sería vital recuperar
nuestros salarios y olvidar la consigna de: ¡Constancia o muerte!,
¡Hasta el nivel 7, siempre!
* Investigadora de la UPN
Autora de El Inee
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