Javier Flores
A lo largo de la historia los
motores principales para el avance de la ciencia han sido los problemas
que las comunidades humanas enfrentan y deben resolver. Lo anterior es
válido en el orden práctico para garantizar la supervivencia y/o la
producción de bienes; pero lo es también cuando se trata de hacer frente
a los retos que plantea la creación de nuevos conocimientos
aparentemente alejados de una aplicación. México enfrenta hoy una
dificultad muy seria, pues es un país productor de petróleo que depende
del exterior para satisfacer la demanda interna de combustibles, lo que
representa un riesgo para la soberanía nacional en materia energética,
como lo ha planteado el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Por ello su gobierno anunció desde el 9 de diciembre de 2018, un Plan
Nacional de Refinación que consiste en la rehabilitación de las seis
plantas existentes y la creación de una nueva en Dos Bocas, Tabasco.
Pero la construcción de la nueva planta dio el pasado jueves un giro
inesperado que modifica sustancialmente el proyecto original. Al inicio
se decidió que la obra quedara a cargo de firmas extranjeras poseedoras
del know-how (saber hacer), pero los costos y tiempos
planteados por éstas rebasaron las condiciones propuestas por el
gobierno de México. Así se llega a una determinación audaz, inspirada en
la gesta cardenista que rescató a la industria petrolera luego de la
expropiación: serán principalmente técnicos y especialistas mexicanos,
coordinados por la Secretaría de Energía (Sener) y Petróleos Mexicanos
(Pemex), quienes realizarán la obra, cuyo costo total es del orden de
los 8 mil millones de dólares (aproximadamente 160 mil millones de
pesos).
Por lo pronto, AMLO destacó la participación del Instituto Mexicano
del Petróleo (IMP) en la obra, y la titular de la Sener y responsable
del plan de Dos Bocas, Rocío Nahle García, definió el papel de este
instituto en la administración, coordinación y gerencia del proyecto
junto con el área respectiva de Petróleos Mexicanos (Pemex) y la
secretaría que encabeza. Nahle adelantó también la presencia de la
Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Mexicano de
Ingeniería y las Comisiones Federal de Electricidad y Nacional del Agua.
El Presidente convocó además a los trabajadores petroleros activos o
jubilados a participar en la obra que generará, según dijo, 100 mil
empleos.
En la conferencia de prensa matutina en la que se anunció este
viraje, el Presidente explicó cómo gobiernos anteriores trataron de
destruir al IMP, organismo que se ha distinguido a lo largo de su
historia por su creatividad en el desarrollo de tecnologías e
innovaciones para la industria petrolera. Su participación en Dos Bocas
puede significar el renacimiento de esta institución, tema al que ya me
he referido aquí (La Jornada, 15/1/19). Para que no haya duda
del papel protagónico de este instituto, la residencia de la obra estará
en sus instalaciones en Villahermosa, Tabasco.
La construcción de la nueva refinería es un proyecto complejo, pues
implica procesar 340 mil barriles diarios de crudo pesado tipo maya de
22º API (medida que indica la densidad del petróleo en relación con el
agua, los crudos ligeros tienen más de 31º API). Para la obtención de
los productos finales como las gasolinas regular o premium, y otros
productos útiles (como diésel, azufre y coque, entre otros) el crudo
debe pasar por 17 plantas individuales interconectadas mediante
múltiples procesos que deben cumplir con estrictas normas tanto
nacionales como extranjeras de tipo general y en disciplinas como
mecánica, de tuberías, eléctrica, instrumentación y de seguridad para
garantizar que la calidad del producto final se ajuste a los
requerimientos internacionales. Como puede verse, se trata de un reto
formidable.
Que el gobierno de México se haga cargo de una obra de estas
proporciones es, en mi opinión, una gran noticia, pues como señalé al
inicio, encarar este desafío puede ser un detonador en nuestro país del
avance científico y tecnológico en éste y otros campos del conocimiento.
Se alinea además con los objetivos expresados en el Plan Nacional de
Desarrollo, que propone en su capítulo económico vincular la innovación
con la actividad de las empresas y en este caso se trata, ni más ni
menos, de la más importante empresa del Estado mexicano.
Se han planteado diversas objeciones a este proyecto, dentro de las
cuales son muy atendibles las que abordan el tema ambiental señalando
que en lugar de continuar por el camino de los combustibles fósiles
debería optarse por el de las energías limpias. Es cierto, pero no debe
verse como algo excluyente, pues es innegable que hay que resolver hoy
el problema de la producción de gasolinas. Pero debemos avanzar también
hacia otras fuentes energéticas, y aquí la solución no la vamos a
encontrar con un retorno al pasado, sino con más investigación en
ciencia y tecnología.
A la memoria de Germinal Cocho Gil
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