La Jornada
Para la generación que
se forma políticamente en los años 60 del siglo pasado, Hugo Blanco
Galdos era ya un personaje legendario de la lucha de los campesinos
indígenas no sólo de su natal Perú, sino de toda nuestra América. En el
contexto de la conmoción social que ocasionó el triunfo de la revolución
cubana, las andanzas de Blanco en la organización de inéditos
sindicatos campesinos que impusieron una reforma agraria desde abajo y a
contracorriente de represiones brutales y gobiernos gamonales, eran
seguidas con admiración por las y los militantes de la izquierda
no reformistade esos años. Hugo Blanco era y siempre ha sido un referente de la entrega a la causa emancipadora. Sin protagonismos ni exaltaciones personalistas ha practicado en su longeva vida, uno de los principios que más distingue a los mayas zapatistas:
para todos, todo, para nosotros, nada.En suma, Hugo Blanco es de la estirpe de los “imprescindibles“ que describía Bertolt Brecht,
esos que luchan toda la vida.
Su libro, Nosotrxs lxs indixs, cuya cuarta edición en
México, en marzo de este año, es sembrada gracias al trabajo solidario
de múltiples colectivos de varios países, se constituye en una
trascendente aportación para los procesos de toma y fortalecimiento de
conciencia de las actuales y futuras luchas anticapitalistas y por la
humanidad. Traducido a varios idiomas y constantemente ampliado,
actualizado y enriquecido en cada publicación, la obra, y también su
presentación en recorridos interminables por variadas geografías, van
alimentando esperanzas, diseminando autonomías y proponiendo salidas en
el laberinto que significa enfrentar la hidra capitalista.
Precedida de una imaginativa y fraterna introducción de Emmanuel
Rozental, en la que refiere sobre el legado de Blanco, y en la que hace
una semblanza de
Hugucha, quien
siempre está allí, donde quiera que esté luchando según lo reclama el contexto, para no dejarse detener ni distraer, la obra es a la vez que un relato de vida, una reflexión profunda de un
hijo de la Pachamama, –como se autoconsidera Blanco– sobre los pueblos indígenas y no indígenas, la crisis civilizatoria que amenaza la continuidad de la especie humana, las contribuciones delos procesos autonómicos del Kurdistán, una revolución de las mujeres, o de los Caracoles mayas zapatistas, el papel crucial de la lucha contra el patriarcalismo y el racismo en todos los procesos analizados, el carácter internacional de la lucha anticapitalista, entre muchos otros temas que atraviesan la grave situación causada por el capitalismo y su actual forma de acumulación militarizada, necrófila y neofascista.
Como lo destaca Rozental en contraportada: “En esencia, Hugo fue
marcado indeleblemente por el hierro ardiente sobre el cuerpo vejado de
los indios abusados por la tierra donde nació. Nació dos veces allá
mismo en Cusco, en Huanoquite –como lo reconoció Eduardo Galeano– para
poner su vida en función de los pueblos; primero los indios (que somos
eventualmente todas y todos) y de la Pachamama, la Madre Tierra. Pues
eso mismo es su legado: lo que quiere y necesitamos que quede. No Hugo
Blanco biografía y cronología, sino su recorrido, su memoria y su
aporte.”
Con materiales elaborados desde la cárcel, en los exilios múltiples
que se le impusieron, y en la necesidad de comunicar sus experiencias
dentro y fuera del Perú, Blanco ofrece en cada capítulo, además de la
descripción de los acontecimientos, las necesarias y siempre valiosas
digresiones. Una de ellas, es una Carta abierta a Mario Vargas Llosa,
en la que Blanco le expresa sin rodeos: “El premio Nobel otorgado a
usted representa un golpe más del neoliberalismo a las poblaciones
indígenas, ya que difícilmente podrá encontrarse mayor enemigo de ellas
que su persona…Usted, en más de una ocasión, ha defendido a las empresas
depredadoras contra las poblaciones indígenas…Y no desperdicia la
oportunidad para ensalzar a los dos gobiernos más retrógrados y asesinos
de indígenas de Sudamérica: Perú y Colombia…Usted goza de un intenso
racismo. Se nota cuando recomienda a los indígenas que para superarse
abandonen su cultura.”
El capítulo La especie humana está amenazada de extinción,
es coincidente con trabajos como el de Carlos Taibo sobre el colapso que
se cierne sobre la humanidad. Blanco señala los ataques a la
naturaleza, como el calentamiento global, la minería a cielo abierto, la
extracción de hidrocarburos, la deforestación, la agroindustria, el
llamado fracking, el envenenamiento de los océanos; los crímenes de lesa humanidad a través de la eliminación de
poblaciones sobrantes, pero plantea, que:
Afortunadamente, hay otra posibilidad: que la colectividad humana, en conjunto, desplace el gobierno del mundo por las grandes empresas y sea ella la que se autogobierne. A esto llamamos la construcción de otro mundo posible.
Libro extraordinario de una vida también extraordinaria, que nos queda como legado y compromiso.
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