Doble cruz
Brecha
Cien mil mujeres al
año no podrán acceder a la jubilación si el gobierno argentino no
extiende la vigencia de una ley que permite regularizar la falta de
aportes. La situación tiene como marco un creciente proceso de
feminización de la pobreza en Argentina.
Con 60 años cumplidos, lo primero que hizo Beatriz Villegas fue ir a
la sede de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses)
más cercana a su barrio en Monte Grande, en la provincia de Buenos
Aires. Iba con la ilusión de poder tramitar la jubilación por moratoria,
aquella que regula la ley 24.476, que permitió que 1.796.439 mujeres se
jubilaran hasta el año 2016 sin haber llegado a los 30 años de aportes.
Una normativa que reconoció el trabajo doméstico y de cuidados que
hacen, mayoritariamente, las mujeres y a la vez les dio la posibilidad
de jubilarse a quienes sus patrones mantenían en la irregularidad. Sin
embargo, Beatriz se encontró con una negativa. Arbitrariamente le
dijeron que no, que tenía que esperar a los 65 para obtener una pensión.
Su ilusión se hizo un bollito de papel. Su hija, para ayudarla,
consultó con dos abogadas previsionales, pero tampoco le dieron una
solución ni una alternativa. Beatriz, que trabajó como empleada
doméstica y cuidadora de ancianos, hace dos años terminó una relación de
más de tres décadas y pudo salir del círculo de violencia en el que
estaba inmersa. Desde el año pasado, cuando le negaron la posibilidad de
jubilarse, busca trabajo, pero no encuentra. Consiguió evadir el
maltrato en el interior del hogar, pero no logra la autonomía económica
fundamental para vivir una vida libre de violencias.
La historia
de Beatriz es sólo una entre tantas que se replican en el marco de un
proceso de feminización de la pobreza y que reflejan los números de
desocupación, los promedios de brecha salarial y otras estadísticas,
pero también las decisiones y las omisiones gubernamentales: el próximo
23 de julio vence el plazo para que las personas que tengan entre 60 y
64 años y menos de 30 años de aportes puedan jubilarse. Por ahora, la
gestión actual no propuso una prórroga.
Relaciones
“Ni una jubilada menos”, dice el cartel que levanta una chica joven en
el medio de la marcha del 3 de junio por Ni Una Menos. La convocatoria,
impulsada para exigir un freno a los femicidios, pone de manifiesto la
relación que existe entre las violencias femicidas, que en 2018
terminaron con las vidas de 278 niñas, adolescentes, mujeres, lesbianas,
travestis, y las violencias económicas, que precarizan las vidas de
quienes sobreviven al femicidio. Desde que asumió Mauricio Macri en
Argentina, cada convocatoria feminista se plantó como oposición a la
propuesta de ese gobierno y fue sumando demandas que expresan esas
urgencias. Este año el reclamo por la moratoria estuvo presente en el
documento que se leyó en la Plaza de Mayo.
El 86 por ciento de
las personas que accedieron a la última moratoria previsional fueron
mujeres. Amas de casa, empleadas domésticas, trabajadoras en su mayoría
precarizadas que no superaban los ocho a diez años de aportes. La
diputada del Frente para la Victoria, Luana Volnovich, que propuso en el
Congreso el Plan de Inclusión Previsional Argentino –que postula una
prórroga de cinco años–, plantea que 100 mil mujeres al año se quedarán
sin su jubilación si no se revierte el plazo de caducidad. En la
actualidad, en Argentina hay 2,5 millones de mujeres que son amas de
casa. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), hay
un 34 por ciento de trabajadores no registrados o registradas. Pero si
se observa este número con la lupa de género, las tasas de la
informalidad son más altas para ellas: el 31 por ciento son varones y el
37 por ciento son mujeres. Las cifras que aporta Volnovich son
alarmantes: sólo el 14 por ciento de las mujeres logra jubilarse en
tiempo y forma.
Antes de que llegue el plazo estipulado, son
cada vez más las historias de quienes, como Beatriz, se encuentran con
obstáculos, cuando tienen derecho a jubilarse antes de la fecha que dice
la ley. La única alternativa que el gobierno les ofrece es la Pensión
Universal de Adultos Mayores (Puam), que tiene un monto que representa
el 80 por ciento de la jubilación mínima, y para acceder a ella la
persona tiene que haber cumplido 65 años.
“La ley de moratoria
buscó atender el déficit de cobertura del sistema previsional y abrió
una ventana para las personas que no tuvieran los registros
contributivos suficientes. Esa ventana benefició a las mujeres que
históricamente han tenido trayectorias laborales más débiles. La
alternativa que se propone es la Puam, que cambia el paradigma y exige
cierta vulnerabilidad económica: carencia de ingreso y falta de
propiedades”, dijo a Brecha la economista feminista Corina Rodríguez
Enríquez, investigadora del Conicet y del Centro Interdisciplinario para
el Estudio de Políticas Públicas. “Estamos ante un escenario de
profundización de la exclusión, con un claro componente de género. Las
mujeres, otra vez, llevamos las de perder.” Rodríguez Enríquez apuesta a
que la demanda que se cristaliza en las redes con el hashtag
#NiUnaJubiladaMenos pueda trasladarse a la discusión de políticas
públicas que repiensen el sistema previsional.
La crisis
económica y el ajuste tienen un fuerte impacto de género desde donde se
los observe y analice. Si se mira a quienes tienen trabajo y un salario
promedio, los números señalan que en estos años se profundizó la brecha
salarial, según el informe de Evolución de la distribución del ingreso.
Cuarto trimestre de 2018 del Indec, los hombres ganan hoy 30 por ciento
más que las mujeres. El mismo reporte pero del primer trimestre del año
anterior señalaba que la brecha era del 26,2 por ciento. Antes, el
ingreso promedio de una mujer era de 13.353 pesos argentinos, mientras
que el de los hombres llegaba a los 18.096. De acuerdo con estas cifras
oficiales seis meses después, ellas pasaron a ganar 15.241 pesos
argentinos, mientras que ellos, 21.792.
Y si la lupa se pone
sobre quienes ganan más y quienes ganan menos, la brecha se vuelve un
abismo. El 20 por ciento de las mujeres ganan menos de 6 mil pesos, en
tanto que sólo el 10 por ciento de los hombres gana eso. En la otra
punta, donde se ubican quienes tienen mayores ingresos, ellas
representan el 10,5 por ciento, mientras que ellos, el 21,5. Hace seis
meses, ellos eran 19,7 por ciento.
En 2018 la tasa de desempleo
en Argentina cerró en 9,1 por ciento, pero para las mujeres no bajó de
los dos dígitos durante todo el año pasado. La última medición habla de
una tasa de 10,2 por ciento. El grupo poblacional más afectado por la
falta de empleo son las jóvenes de entre 14 y 29 años, que duplican ese
número: 21,4 por ciento.
En ese marco, hay un dato que llama la
atención: entre finales de 2016 y finales de 2018, la participación
laboral femenina aumentó más de 3 puntos porcentuales, mientras que la
de ellos se mantuvo. Las especialistas en la temática aseguran que
quienes se ocupaban en el interior de sus hogares de las tareas
domésticas y de cuidados salieron a buscar trabajo afuera como una forma
de compensar la caída de los ingresos familiares. Este ingreso al mundo
laboral de las mujeres fue también una entrada a la precariedad. La
mayoría consiguió empleos informales o trabajos por cuenta propia. Es
decir: ingresaron al mercado, pero sin cargas sociales.
Un
informe del programa de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y
Desarrollo de la Universidad de San Martín señala que los niveles de
informalidad aumentaron tres puntos porcentuales entre las mujeres para
alcanzar el 37 por ciento, mientras que la tasa de empleo no registrado
se mantuvo inalterada entre los varones.
Mientras se discute sobre
candidatos y candidatas, en un año electoral, las demandas de los
feminismos en Argentina colman las calles con manifestaciones y dejan
claro que el ajuste, los tarifazos y la crisis económica golpean con más
fuerza a quienes se ven históricamente afectadas por la desigualdad
estructural. A su vez, la multitudinaria marcha por Ni Una Menos, la
quinta que se repite en esta fecha, muestra que, ante la feminización de
la pobreza, las resistencias también se feminizan.
Fuente: http://brecha.com.uy/doble-cruz/
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