Jorge Santibáñez*
Ganar elecciones y gobernar
son cosas diferentes. Al llegar a la tarea de gobernar, el Presidente
apostó a dos o tres temas. El combate a la corrupción por supuesto como
eje de sus acciones de gobierno, tema rentable que controla o puede
controlar totalmente. Sobre todo aquella vinculada a los funcionarios de
alto nivel y a las frivolidades de ellos y sus familias: aviones,
casas, chefs, guardaespaldas...
Todos los hemos visto y aunque algunos formalmente no son corrupción,
molestan al ciudadano común, por eso, todavía tiene un importante apoyo
popular. Sin embargo, gobernar no es tan fácil, ni siquiera sobre la
corrupción y si lo duda pregunte a los funcionarios del sector salud que
con el estandarte de acabar con la corrupción los está dejando sin
medicinas para los enfermos, o a los funcionarios del servicio exterior,
quienes con el pretexto de no financiar frivolidades con recursos
públicos, no pueden desarrollar sus funciones más elementales.
Sin embargo, hay temas que no estaban en el guion original. Al
Presidente se le aparecieron asuntos ante los cuales no tenía –y no
tiene aún– estrategia ni asesores mínimamente informados. Un tema
central es el de la migración. Tanto la que está en Estados Unidos (EU)
–aunque hoy no parezca problemática– como la de centroamericanos que
usan México como país de tránsito hacia el país del norte.
Si analizamos el tiempo que el Presidente y su equipo han dedicado a
este tema en las últimas semanas, concluiríamos que es el más importante
de su gobierno y es un problema que nosotros creamos. Esa importancia y
dedicación contrasta con las muy escasas probabilidades de éxito y lo
poco que obtendrá. La torpeza de su equipo lo puso en una posición muy
delicada. Claro, lo que recibió fue muy malo, ya que si hay un tema en
que los gobiernos anteriores fueron omisos es justamente el migratorio.
La migración centroamericana de tránsito. Por más que se
quiera presentar como algo novedoso, este flujo existía desde hace por
lo menos 15 años. Quizá en volúmenes menores. El Colegio de la Frontera
Norte muestra que cientos de miles de centroamericanos entraban por año a
México con intención de llegar a EU. En algunos años casi un millón.
Las tragedias de los migrantes en tránsito están ampliamente
documentadas.
Seguramente mal asesorado, rodeado de quienes se vendieron como
especialistas y que él compró como tales, consideró que era buen
discurso decir que la migración se detendría cuando hubiera empleo y
oportunidades en los países de salida y que él crearía esas
oportunidades, convencería a EU de invertir en la región y se acabarían
los abusos sobre los migrantes. El resultado fue fatal.
Muchos centroamericanos que esperaban la oportunidad de reunirse con
sus familiares en EU y por miedo no lo hacían, escucharon en ese
discurso una invitación a migrar en condiciones más seguras. El
Presidente y sus asesores no entendieron algo muy simple, que esto
tensaría la relación con Washington y daría a Donald Trump la
oportunidad que estaba esperando para arrodillar a México con propósitos
electorales.
La migración al norte. La de los mexicanos en EU. AMLO es
aún más ignorante en esto y no tiene asesores que lo aconsejen
correctamente, vaya ni en lo más elemental. Varias veces mencionó que en
EU había 24 millones de mexicanos (en realidad son 37 millones si se
incluye a los de ascendencia mexicana, o son 11.7 millones si sólo se
engloba a quienes son nacidos en México, pero no 24 millones); que los
consulados se dedicarían a proteger a los migrantes, labor que ya
hacían, y nada dijo de cómo ayudar a que la comunidad mexicana en EU
mejore sus condiciones de vida.
No hay en su gobierno un posicionamiento ante esa comunidad. Ni
siquiera en lo que llamaron acuerdo migratorio, cuando se dan cuenta de
que nadie habla en favor de México, de que esa comunidad podría ser la
primera línea de defensa de los intereses de México y que no tenemos
(más bien desperdiciamos) quién hable en EU por nosotros. Esa comunidad
está destinada a serlo, si los dejamos, y por si fuera poco, enfrentarán
un golpeteo constante en la ya muy cercana campaña presidencial de
Trump. Incluso posibles deportaciones que separarán familias. ¿Seguirá
apostando al silencio, a no
engancharse? ¿A someter en votaciones a mano alzada si se reacciona? No será suficiente.
Hoy el gobierno mexicano está en una ecuación sin solución. Ahí nos
metimos solos. Acceder al control migratorio que Trump necesita para su
campaña, seguir subordinando nuestra soberanía a evaluaciones
unilaterales
a discreciónde nuestras acciones, cediendo todo al vecino y presentarlo como excelente negociación, hacernos cargo de sus solicitantes de asilo deteriorando la vida en las localidades fronterizas y perjudicando a esos mismos solicitantes, no reaccionar ante los ataques a la comunidad mexicana en EU y una inminente campaña de denostación y deportación, decir que los migrantes centroamericanos son bienvenidos y serán protegidos, usar la Guardia Nacional para detenerlos y deportarlos, regalar dinero a Centroamérica para que
se desarrolley termine la migración. Todo eso al mismo tiempo y en el mismo paquete es imposible. Gobernar es más difícil.
*Presidente de Mexa Institute // www.mexainstitute.org // TW @mexainstitute
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