Javier Flores
La Jornada
La educación está en el centro de
la Cuarta Transformación (4T), afirmó el doctor Luciano Concheiro al
inaugurar, el pasado viernes 21 de junio, en la Universidad Autónoma del
Estado de Hidalgo, la LV Asamblea General de la Asociación Nacional de
Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies). Fue un
acto muy rico en definiciones, pues en medio de los reclamos de respeto a
la autodeterminación de las instituciones autónomas, el subsecretario
de educación superior de la Secretaría de Educación Pública expresó que
hay pleno respeto por parte de su persona (y entendemos con ello que del
gobierno) a la autonomía de las universidades.
Para mí, Luciano Concheiro es el tipo ideal de funcionario del
gobierno actual. Lo digo porque desde muy joven ha estado presente con
valentía en las luchas por la transformación del país (en el gobierno
del presidente Andrés Manuel López Obrador hay una gama muy amplia de
funcionarios, que va desde los antiguos comunistas, como Concheiro,
hasta los nacionalistas revolucionarios, pasando por evangélicos y
quienes no reconocen izquierda o derecha, sino una
lucha por la vida o la muerte, una especie de provida ambientalista). El subsecretario de educación superior es, sin dudarlo, una persona de izquierda, con una sólida formación científica, con plenos conocimientos para abordar de frente, con autoridad, credibilidad (un atributo muy raro en los políticos) y frescura los temas que atañen a la educación superior de nuestro país; aunque no siempre pueda uno estar de acuerdo con él.
En Pachuca hizo una larga exposición ante rectores y dirigentes de
las universidades afiliadas a la Anuies en la que planteó sus ideas y
líneas de trabajo para la educación superior, y aprovechó para aclarar
algunos temas controversiales en los que se ha visto envuelto en las
semanas recientes. Por ejemplo, reiteró que sí hay en las instituciones
de educación superior una hiperélite pero, atemperando su dicho,
reconoció que ésta es muy pequeña y poco significativa económicamente;
dijo además que la idea no es quitarle a los que tienen, sino avanzar en
conjunto con mayor justicia. En el tema de las becas y los estímulos,
aclaró que no serán cancelados, aunque quienes hayan seguido sus
aclaraciones previas en Twitter saben que su idea es orientar estos
mecanismos para favorecer el trabajo colectivo y su impacto en la
sociedad; es decir, condicionarlos al cumplimiento de los estilos y
programas gubernamentales.
Como sea, uno de los propósitos de su intervención fue dejar en claro
su postura como universitario y su reconocimiento y respeto a la
autonomía. Se entenderá entonces que los programas de gobierno en esta
materia tendrán que pasar por el escrutinio de las instancias y
mecanismos de autogobierno de las instituciones autónomas, aunque
sugirió –y esto es algo en lo que hay que poner atención– que las
iniciativas para la gran transformación educativa que se persigue pueden
provenir de diferentes lugares, también de adentro, es decir, de las
propias comunidades en concordancia con la 4T.
En la parte medular de su mensaje explicó que la política para la
educación superior estará basada en el artículo tercero recientemente
aprobado. Es importante notar que salvo algunos puntos como la gratuidad
y el ingreso de aspirantes –dijo que habrá un crecimiento gradual de la
matrícula con los jóvenes que cumplan con los requisitos académicos
determinados por las instituciones–, los contenidos específicos de las
políticas derivadas del mandato constitucional nunca estuvieron claras
en su exposición.
Lo que sí fue muy clara es la prisa que tiene el gobierno de la
República Mexicana por contar lo antes posible las leyes secundarias
tanto en educación superior como en ciencia, tecnología e innovación
(CTI). Aunque el plazo fijado en la reforma constitucional llega en
teoría a diciembre de 2020, Concheiro afirmó que estarán listas este
mismo año, para lo cual se organizarán, junto con la Anuies foros –no
grandes, sino sólo con algunos académicos y especialistas– a alta
velocidad: comienzan este jueves 27 y concluirán el 10 de julio –¡14
días!–, una especie de democracia fast track, aunque claro, se convocará también a la participación virtual.
Concheiro se convirtió también ese día en una especie de vocero de la
política de CTI, pues dijo que el conocimiento científico tiene que
llegar a todos los rincones del país incluidos los más pobres, lo cual
es correcto, e informó que trabajan en conjunto con el Consejo Nacional
de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para tener listas cuanto antes las
leyes mencionadas.
Y este es el punto al que quería llegar, pues ojalá que la asociación
entre la SEP y el Conacyt resulte beneficiosa, para evitar que la
política de CTI sea sólo la expresión de las filias o las fobias de
algunas personas en particular (como ya ha ocurrido con algunas
iniciativas recientes) y no la expresión de una genuina consulta entre
la comunidad.
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