Bajo la lupa
Alfredo JALIFE-RAHME
▲ Emblema del G20 2019 en el centro de prensa de la reunión de
gobernadores del grupo y de los responsables del Banco Central en
Fukuoka, Japón.Foto Ap
La cumbre del disfuncional
G-20 en Osaka será histórica, más que por las medidas que se adopten o
no en su seno, por las cumbres separadas que se sostendrán al margen y
que es probable imprimirán el sello del nuevo orden multipolar.
Japón se desvivirá para lubricar su cumbre con dos temas
trascendentales que le importan un comino al unilateralismo
proteccionista de Trump: el cambio climático y el manejo de los desechos
de plástico.
El G-20 cada vez más disfuncional, debido a su estructura de corte
economicista, fue producto a nivel cupular de la grave crisis de 2008
después de la quiebra de Lehman Brothers.
Ahora el G-20 sirve como
punto de contactode las potencias del Olimpo que se reúnen al margen, como será el caso de dos cumbres bilaterales de alto nivel: la del mandarín Xi con Trump; y la de éste con el zar Vlady Putin.
Si solamente la cumbre de Osaka procura la reunión de Trump con sus
homólogos de China y Rusia –que podrá tener resultados espectaculares o
también desembocar en rotundos fracasos, como tiene acostumbrado al
mundo el presidente número 45 de EU–, entonces habrá valido la pena.
Llamará profundamente la atención la cumbre trilateral del corazón
euroasiático del RIC (Rusia/India/China) que fue acordada en la reciente
cumbre del Grupo de Shanghái en Bishkek (Kirguistán), nulamente
publicitada en
Occidente. ¡Obviously!
La cumbre trilateral del RIC va más allá del bloque pentapartita alicaído de los BRICS: cuando tanto Brasil – a fortiori, en la fase fascistoide del
evangelismo sionistade Bolsonaro y su santa alianza con Netanyahu– (https://bit.ly/2COnHG5) como Sudáfrica padecen estragos de toda índole.
El RIC se topará ante una ineludible bifurcación: se consolida para
confrontar la soledad infatuada de Trump o comparten sus respectivas
esferas de influencia con EU para crear un G-4 como eje fundacional del
nuevo orden mundial.
Dada la evolución de las cosas y la coyuntura, suena difícil la
implantación de las tres variables bipolares: un G-2 de EU y China, como
deseaba Brzezinski; otro G-2 de EU y Rusia, como anhela(ba) Kissinger; y
la realidad actualizada de un G-2 de Rusia y China para confrontar el
irredentismo de EU, que no solamente es atribuible a Trump, sino que se
manifestó a plenitud con Obama.
La
estabilidad estratégicadel planeta ha dependido del triángulo conformado por EU/Rusia/China que sería loable se asentase en un Nuevo Orden Tripolar, pese a que las relaciones de EU, en su fase trumpiana, tanto con Rusia como con China, se encuentran a su más bajo nivel.
Joshua Walker, colaborador de Japan Times y de la
consultoría Eurasia Group (de fuertes vínculos con el mega-especulador
George Soros) invita a observar tres reuniones en la cumbre del G-20: 1.
La de Trump y Xi; 2. La de Trump y Putin; y 3. La de Trump y Erdogan (https://bit.ly/2FrArne).
Esta última, sin duda, es relevante, dado que el sultán neo-otomano,
quien acaba de perder la elección en Estambul (la ciudad más importante
de Turquía en términos poblacionales y económicos), pese a su
pertenencia a la OTAN, negocia comprar el avanzado sistema misilístico
ruso S-400, lo cual ha enfurecido a Trump y al Pentágono.
La cumbre de Erdogan y Trump no es tan relevante como la de éste con el mandarín Xi y el zar Putin para conformar la estructura del nuevo orden mundial del siglo XXI.
En forma anómala, Joshua Walker no toma en cuenta la reunión de Trump
y Narendra Modi de India y menos la cumbre trilateral del RIC que puede
constituir el andamiaje de un nuevo orden mundial en el que sería mejor
incorporar a EU en un G-4.
El proteccionismo unilateral y el aislacionismo del supremacismo trumpiano de America First and the Rest of the World Last
(EU Primero y el Resto del Mundo al Final) paradójicamente conduce al
mundo a compartamentalizaciones y regionalismos, por lo que, dada la
dinámica de los eventos, no sería descabellado vislumbrar un G-4 entre
el RIC y EU que corre el riesgo de quedar confinado a su neo-monroismo
neo-pinochetista en el continente americano.
¿Dónde quedará la Unión Europea? ¿ Chi lo sa?
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