En las últimas semanas, la agenda
política entre México y Estados Unidos (EE. UU.) estuvo enmarcada en la
probable imposición de aranceles por parte de EE. UU. a México por el
tema migratorio y, también, en la negociación del T-MEC (United
States-Canada-Mexico Agreement, en inglés) en los respectivos congresos
de los tres socios. Las negociaciones entre México y EE. UU. culminaron
con una declaración conjunta respecto al tema migratorio y al desarrollo
de la frontera sur de México y los países del triángulo norte de
Centroamérica, o lo que se conoce desde hace algunos años como la
“Frontera del Siglo XXI”, declarada así por el Homeland Security de EE.
UU.
Aranceles y acuerdo migratorio
El mismo día que el Senado en México
comenzó a debatir sobre el T-MEC, Donald Trump lanzó una campaña en
contra de México si éste no reducía o “hacía algo” para detener el flujo
de migrantes hacia EE. UU. En este sentido, la contrapartida sería la
imposición de aranceles desde un 5% a un 25%, con lo que en distintos
medios trascendió que “peligraba” el tratado. Por su parte, Andrés
Manuel López Obrador (AMLO) mencionó que se buscaría resolver las
diferencias con diálogo y con soluciones pacíficas. El secretario de
Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, compareció ante el Senado
mexicano, donde mencionó que “se ganó tiempo (45 días) en el que se
valorarán medidas que son nuestras”.[1]
Por su parte, la secretaria de Economía, Graciela Márquez, anunció un
listado “políticamente sensible” de productos importados de EE. UU. para
ponerles aranceles, como parte de una política recíproca en caso de que
EE. UU. imponga aranceles a México.[2]
En varios medios internacionales
trascendió que “peligraba” el T-MEC, y que con la imposición de
aranceles, se comenzaría una guerra comercial entre ambos países, a
pesar de que el Senado mexicano continúa evaluando el tratado. La banca
internacional declaró que la imposición de aranceles implicaría la
recesión de la economía mexicana hacia finales de 2019. Es sabido que el
comercio entre ambos países implica para México casi el 80% de sus
exportaciones totales, y que mucho del comercio que se efectúa es
intrafirma. Así, los principales productos afectados podrían ser
automóviles, autopartes, equipos de cómputo, equipos electrónico,
petróleo crudo, equipos de comunicación, televisores, equipamiento
médico y ciertos productos agropecuarios.[3]
No obstante, varios congresistas, e incluso la Cámara de Comercio de
EE. UU., se opusieron a este tipo de medidas proteccionistas contra uno
de sus principales socios comerciales, expresando así las
contradicciones al interior del Gobierno estadounidense.[4]
A pesar de lo anterior, la amenaza de
Trump tenía también razones de política interna pues, de cara al proceso
electoral por la Presidencia en EE. UU., uno de los “enemigos comunes”
vuelve a ser México, los y las migrantes y Venezuela, por lo que
América Latina se encuentra en el centro de la política interna
estadounidense. La forma particular de hacer política de Trump[5],
vía redes sociales, con la amenaza a sus enemigos o adversarios y con
medidas de corte proteccionista no muchas veces han terminado en lo que
el representante de la Casa Blanca desea. Un claro ejemplo de esto es la
construcción del muro fronterizo y la detención de la migración y la
imposición de aranceles.
Acuerdo migratorio bilateral
Después de varios días de reuniones de
altos mandos de ambas naciones en Washington, el 7 de junio se emitió la
Declaración conjunta de EE. UU. y México. En esta declaración México se
comprometió a “fortalecer el cumplimiento normativo para detener la
migración irregular”, para lo cual se despliega a la recién creada
Guardia Nacional en el país, prioritariamente en la frontera sur.
También se comprometió a desmantelar las organizaciones del tráfico de
personas, contrabandistas y sus redes financieras. Por último, y dandole
continuidad a uno de los rubros de la Iniciativa Mérida, se
comprometieron ambos países a fortalecer la cooperación para el
intercambio de información y acciones coordinadas para proteger y
asegurar la frontera entre ambos países.[6]
Por su parte, EE. UU. acordó expandir y
agilizar inmediatamente la implementación de protocolos existentes de
protección de migrantes a través de toda la frontera sur, lo que
implicaría el retorno de miles de migrantes bajo el pedido de asilo a
territorio mexicano para esperar la adjudicación de su reclamo de asilo.
En este sentido, México se comprometió a autorizar el ingreso de esos
migrantes por razones humanitarias, ofrecerá empleos, atención médica y
educación. En caso de que en 90 días no funcionen estas medidas, se
evaluarán medidas extraordinarias.
Por último, ambos países reiteran la
declaración del 18 de diciembre de 2018 sobre el Plan de Desarrollo
Integral, lanzado por el actual Gobierno de Andrés Manuel López Obrador
(AMLO) en colaboración con los países del Triángulo Norte de
Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador).
Honduras: diez años después
En 2019 se cumplen diez años del golpe
de Estado en contra de Manuel Zelaya, quien fuera presidente de
Honduras, inaugurando así una serie de golpes suaves, legislativos y la
judicialización de la política.[7] Dicho golpe contó con el apoyo de EE. UU.[8],
y tenía entre sus objetivos cambiar la geopolítica regional en
beneficio de los intereses del capital estadounidense y en contra del
proyecto de integración regional propuesto por Venezuela. En los últimos
diez años, Honduras militarizó la vida pública, realizó reformas
judiciales, continuó con el modelo maquilador exportador y minero, vivió
fraudes electorales -uno en 2013 y el último de 2017- avanzó en el
proyecto de infraestructura en materia de energía y aumentaron los
niveles de explotación laboral, violencia y asesinato de líderes
sociales, a la par de la aprobación de medidas de ajuste estructural,
como las realizadas recientemente por el Gobierno de Juan Orlando
Hernández y que desataron una serie de protestas.[9]
Estas son algunas de las principales razones estructurales de la
migración, la cual se ha incrementado en los últimos años,
principalmente en beneficio del capital estadounidense.
Más allá de la forma particular de
gobernar de Trump, vía redes sociales, la probable imposición de
aranceles en contra de México expresa los contrapesos en el Gobierno de
EE. UU., toda vez que no ha podido continuar con la construcción del
muro tal como ha querido, además de un congreso dividido tras las
elecciones intermedias de noviembre de 2018. Por otro lado, expresa
también las dificultades existentes para el Gobierno de AMLO ante un
incremento en la migración centroamericana. El intento del Gobierno
mexicano para desmilitarizar la política pública en materia de migración
se vio frenada por la Administración Trump, pues no hay que olvidar que
para esta última, la migración es tema de seguridad nacional en el
marco de la Frontera del Siglo XXI. En este sentido, Trump continúa el
plan de contención de la militarización y obliga a México a seguir la
senda trazada por la Iniciativa Mérida.
[1]https://www.jornada.com.mx/ultimas/2019/06/14/marcelo-ebrard-comparece-en-el-senado-sobre-acuerdo-migratorio-con-eu-3933.html
[2]https://rotativo.com.mx/noticias/nacionales/finanzas/778052-mexico-afina-lista-politicamente-sensible-para-aranceles-a-eua/
[3]https://actualidad.rt.com/actualidad/316990-semana-decisiva-eeuu-mexico-imposicion-aranceles?fbclid=IwAR31zYiPk80UB6RNLAijfLeNJn11l_juGThKK5n_0yo9H99QaTvIsNcEHYw
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