Batres declina
penalizarconflicto
Prefiere litigar en Morena
Chuchineros, como en el PRD
Imprecisiones de Sánchez Cordero
Ayer, Martí Batres Guadarrama
partidizó aún más lo que en un principio pudo haber parecido un problema
democrático de espectro más amplio: desplazado de la presidencia de la
mesa directiva del Senado por un grupo que tiene como cabeza a Ricardo
Monreal, Batres prefirió llevar su queja ante la Comisión Nacional de
Honestidad y Justicia del partido Morena, en lugar de presentarla ante
instancias del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación,
donde sus alegatos podrían haber sido analizados sin la carga grupal o
facciosa que de manera natural implica la vida interna de cualquier
partido.
Las sonoras acusaciones de Batres incluyeron la acusación de que algunos de quienes votaron en su contra habían recibido
cañonazos(en el sentido de entrega de dinero a cambio del sufragio, según suele utilizarse dicho sustantivo en la jerga política mexicana). Sin embargo, quien ha ocupado todas las franjas de los asientos legislativos y ha presidido su propio partido, Morena, se negó a avanzar en el camino que habría parecido casi obligado:
No me interesa penalizar el tema. Cada quien conoce las historias y cada quien en su momento contará su historia: eso lo dejo ya al ejercicio de cada uno de los compañeros y compañeras. Lo que me haya comentado tampoco estoy yo autorizado para reproducirlo, entonces ya cada quien tendrá que decir cuál es su experiencia.
El conflicto interno en el Senado ha sido colocado, de esta manera,
en el terreno de las convulsiones de tipo futurista en Morena, donde
pelean Yeidckol Polevnsky contra el citado Monreal y, en un tono aún
ligeramente menor, con Mario Delgado y Bertha Luján. Polevnsky se bate
contra quienes buscan influir en la redacción de la convocatoria a
elegir dirigente, en noviembre próximo, en la organización de esos
comicios y en la definición del número de votantes que podrían
participar.
A muy temprana hora, con un Presidente de la República que enfrenta
embates cada vez más fuertes de sus opositores, los cuales siguen siendo
minoría evidente, pero cada vez se enervan más y se preparan para subir
de tono sus ataques, el partido Morena vive situaciones que hacen
recordar los
chuchinerosclásicos del Partido de la Revolución Democrática, con grupos y corrientes en confrontación escandalosa por cargos y posicionamientos, aunque los discursos, incluyendo el del propio López Obrador, digan y propongan lo contrario.
La imprecisión declarativa de la secretaria de Gobernación, Olga
Sánchez Cordero, propició ayer que corriera una primera versión
periodística en la que aparecía el gobierno federal en condición de
presunto negociador con el crimen organizado para alcanzar acuerdos de
paz. En realidad, la senadora y notaria, con licencia en ambos casos,
había dicho durante una alocución en el marco de una reunión de la
Alianza para el Gobierno Abierto que quería compartir a la audiencia
que hemos estado en zonas de Guerrero, Tamaulipas y La Huacana, en Michoacán, tratando y conviviendo para poder avanzar en la pacificación del país que, entre otras cuestiones, es muy importante; ya estos grupos que al final del día se han estado combatiendo unos a otros, y han estado cometiéndose los homicidios de un grupo contra los otros. Pues ya no quieren más muerte, ya quieren avanzar hacia la paz y no quieren ya estar en esta situación que en este momento se encuentran.
Luego de ese discurso, Sánchez Cordero declaró en breve entrevista,
en la cual se le preguntó específicamente si se estaba negociando con
grupos del crimen organizado, por ejemplo en Guerrero:
No. Estamos dialogando, ahorita. Estamos dialogando con muchos grupos, y nos han manifestado ya que no quieren seguir en esta violencia. Ellos quieren deponer las armas y caminar hacia la paz. Más tarde, la oficina de prensa de Gobernación emitió un comunicado para precisar que la secretaria no se había referido a entendimientos con grupos dedicados al tráfico de drogas y a otros crímenes.
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