Amnistía Internacional publicó ayer su informe México: cuando las palabras no bastan. Situación de los derechos humanos a un año de gobierno, en el cual el organismo repasa los grandes pendientes de la actual administración federal en la materia.
Aunque reconoce los avances observados en temas como el de las
personas desaparecidas, el documento se enfoca en señalar asuntos que
sin duda resultan preocupantes, como la continuación e incluso el
repunte de la violencia que padece el conjunto de la sociedad, pero que
se ceba de manera particularmente alarmante en contra de colectivos como
las mujeres y los migrantes.
Asimismo, da cuenta de las inadmisibles cifras alcanzadas por los
ataques contra defensores de los derechos humanos y periodistas, ante
las cuales resultan a todas luces insuficientes las medidas de
protección establecidas por el gobierno.
Otro señalamiento central del informe es el que toca a la puesta en
marcha de la Guardia Nacional como parte de la estrategia de
pacificación del país, pues considera que el funcionamiento de dicha
corporación no se aleja de manera sustancial de la lógica altamente
militarizada de combate a la delincuencia articulada por los antecesores
del presidente Andrés Manuel López Obrador, y por lo tanto supone un
riesgo potencial de violaciones a las garantías constitucionales. A fin
de conjurar dicho riesgo, Amnistía Internacional recomienda
desmilitarizar la Guardia Nacional, medida que, debe recordarse, se
encuentra contemplada en las mismas leyes que dieron origen a la
corporación.
Por otra parte, el balance presentado se hace eco de discusiones que
se insertan en el debate público iniciado a raíz de lo que el mandatario
ha denominado el fin del ciclo neoliberal en México. A dicho debate
pertenecen, por ejemplo, la encendida polémica en torno al lugar y la
influencia de las denominadas organizaciones de la sociedad civil; así
como la inédita relación entre el gobierno federal, por un lado, y los
medios de comunicación y los periodistas, por otro. En este último
aspecto, resulta discutible la afirmación según la cual el diálogo
directo establecido con los representantes de la prensa ha creado un
ambiente hostilen contra de los informadores.
Sin embargo, junto a los hechos incontestables y a las afirmaciones
debatibles, la organización multinacional sostiene posturas carentes de
sustento.
Es desconcertante, por ejemplo, que llame la atención sobre acciones del Estado que pondrían en riesgo
el ejercicio de la libertad de reunión pacíficaal estudiar un año caracterizado por la ausencia de incidentes represivos en contra de las expresiones públicas de malestar social dirigidas en contra del gobierno o de otras entidades institucionales, políticas o económicas.
Dicho lo anterior, y más allá de los méritos y falencias del reporte
elaborado por Amnistía Internacional, está claro que las autoridades de
los tres niveles de gobierno deben analizar el documento y atender las
situaciones en que los derechos humanos sean violentados o se encuentren
en riesgo de serlo, y no pocos de los señalamientos publicados ayer
pueden servir de punto de partida para ese propósito.
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