1/08/2020

Agradecimientos para el inicio de la década




Se inicia otra década, y 2020 arranca con Australia incendiándose, como anuncio y presagio de los desastres sin precedentes que se nos vienen encima por el cambio climático. Hay que trabajar ardua, urgente e inmediatamente para revertir el proceso.
Hasta ahora, el gobierno de México ha hecho demasiado poco en este sentido, pues en su obsesión por la soberanía nacional, olvida que somos, en primer lugar, ciudadanos del mundo. Así, le apuesta a la explotación de hidrocarburos y a la minería del carbón, y gusta de figurarse que el tema ambiental es preocupación secundaria, elitista. El gobierno se equivoca gravemente en eso, y debe ver el país en el espejo de Australia, en el de la crisis hídrica en Chenai y Ciudad del Cabo, o en el de las migraciones que está produciendo la desertificación en África central.
Pero quisiera aprovechar este inicio de año para reconocer y agradecerle algunas cosas a este gobierno, reconocer algunos logros o esfuerzos que no deben ser pasadas aquí.
Mi primer agradecimiento es sencillo: que el Presidente tenga ganas de ser presidente. Que quiera ejercer y trabajar todos los días en ese sentido. Dados los antecedentes, esto, que parecería ser de suyo evidente, ya no lo es tanto y merece ser nombrado.
Otro agradecimiento. Existe, en algunas secretarías al menos, y en algunos gobiernos locales o estatales, una genuina voluntad de trabajo. Es cierto que demasiadas veces, como dicen en Twitter, en este son iguales, y que eso debe ser nombrado, analizado y criticado, pero es también verdad que hay elementos de trabajo y de cambio en este gobierno –como los ha habido también en otros– y que cada uno merece ser reconocido. Todo lo que funcione, hay que reconocerlo.
Tercero: el año pasado se subió el salario mínimo de manera importante. Subirlo fue una idea que estuvo en ciernes desde hace algún tiempo, y en que trabajaron arduamente personas que no están en este gobierno, pero el aumento se dio finalmente el año pasado, y hay que celebrarlo y agradecerlo.
Otro. El gesto de Andrés Manuel López Obrador de viajar en aviones comerciales frecuentemente es impráctico y a veces lleva cierta carga demagógica, pero hay también en aquello un empeño por acercar el poder a la calle. Sin duda ese esfuerzo necesitará de años para pasar de ser un gesto teatral a una realidad cotidiana, como la que pueda vivirse en Uruguay, por ejemplo, o en Dinamarca, pero el paso que ha dado AMLO disminuye en algo la segregación extrema entre el poder y la gente común que siempre ha caracterizado la vida pública mexicana. Y que este Presidente dé importancia al tema merece agradecimiento.
Quinto. En medio de los escenarios apocalípticos que se conjugan casi a diario en la Ciudad de México, el gobierno de esta urbe hace esfuerzos reales por aumentar nuestra resiliencia colectiva, y por construir espacios de consideración humana entre nosotros. El gobierno de Sheinbaum se esfuerza por ir construyendo una ciudad segura para la bicicleta, por ejemplo, toma medidas para proteger áreas verdes y se preocupa por invertir en estrategias para cargar el acuífero del que dependemos todos. Busca también fórmulas para reducir las emisiones, y todo eso en medio de un mar de objeciones. Gracias.
Sexto. En el Congreso se discuten propuestas importantes para la salud pública y el ambiente: cómo reducir el consumo de azúcar o de carne, por ejemplo. O cómo universalizar la cobertura del sistema de salud pública. Son problemas que todavía piden mucho más empeño, pero con todo, hay también ahí gente que está trabajando mucho, y que importa reconocer.
Séptimo y último. Siempre me ha parecido errada una de las premisas básicas de este gobierno, que es que el principio y el fin de los problemas de México está en la corrupción. Hay ahí un importante error de análisis. La corrupción es a veces causa de problemas sociales, y otras veces es síntoma, y no es viable erradicar la corrupción sin antes entender y reconocer su verdadera proporción. Resulta peligroso legitimar a todo un gobierno con la promesa de terminar con la corrupción, porque aquello no se podrá cumplir, y por eso aumentará la tentación demagógica y la política de pan y circo. Pero así como importaría que el gobierno hiciera una crítica a su teoría de la corrupción, importa también reconocer los esfuerzos que se hacen para reducir la corrupción y los gastos superfluos.
Importa reconocer todo esto, porque en esta década vamos a necesitar mucho ánimo de trabajo colectivo, tanto afuera como adentro del gobierno. Los retos que se nos vienen son de una escala mayor a los que ha enfrentado ninguna generación mexicana desde la Independencia, y reconocer el buen trabajo de cada uno de nosotros es por eso una buena manera de empezar el año, porque vamos a tener que esforzarnos mucho, mucho más.

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