Claudio Lomnitz
Se inicia otra década, y 2020
arranca con Australia incendiándose, como anuncio y presagio de los
desastres sin precedentes que se nos vienen encima por el cambio
climático. Hay que trabajar ardua, urgente e inmediatamente para
revertir el proceso.
Hasta ahora, el gobierno de México ha hecho demasiado poco en este
sentido, pues en su obsesión por la soberanía nacional, olvida que
somos, en primer lugar, ciudadanos del mundo. Así, le apuesta a la
explotación de hidrocarburos y a la minería del carbón, y gusta de
figurarse que el tema ambiental es preocupación secundaria, elitista. El
gobierno se equivoca gravemente en eso, y debe ver el país en el espejo
de Australia, en el de la crisis hídrica en Chenai y Ciudad del Cabo, o
en el de las migraciones que está produciendo la desertificación en
África central.
Pero quisiera aprovechar este inicio de año para reconocer y
agradecerle algunas cosas a este gobierno, reconocer algunos logros o
esfuerzos que no deben ser pasadas aquí.
Mi primer agradecimiento es sencillo: que el Presidente tenga ganas
de ser presidente. Que quiera ejercer y trabajar todos los días en ese
sentido. Dados los antecedentes, esto, que parecería ser de suyo
evidente, ya no lo es tanto y merece ser nombrado.
Otro agradecimiento. Existe, en algunas secretarías al menos, y en
algunos gobiernos locales o estatales, una genuina voluntad de trabajo.
Es cierto que demasiadas veces, como dicen en Twitter, en este
son iguales, y que eso debe ser nombrado, analizado y criticado, pero es también verdad que hay elementos de trabajo y de cambio en este gobierno –como los ha habido también en otros– y que cada uno merece ser reconocido. Todo lo que funcione, hay que reconocerlo.
Tercero: el año pasado se subió el salario mínimo de manera
importante. Subirlo fue una idea que estuvo en ciernes desde hace algún
tiempo, y en que trabajaron arduamente personas que no están en este
gobierno, pero el aumento se dio finalmente el año pasado, y hay que
celebrarlo y agradecerlo.
Otro. El gesto de Andrés Manuel López Obrador de viajar en aviones
comerciales frecuentemente es impráctico y a veces lleva cierta carga
demagógica, pero hay también en aquello un empeño por acercar el poder a
la calle. Sin duda ese esfuerzo necesitará de años para pasar de ser un
gesto teatral a una realidad cotidiana, como la que pueda vivirse en
Uruguay, por ejemplo, o en Dinamarca, pero el paso que ha dado AMLO
disminuye en algo la segregación extrema entre el poder y la gente común
que siempre ha caracterizado la vida pública mexicana. Y que este
Presidente dé importancia al tema merece agradecimiento.
Quinto. En medio de los escenarios apocalípticos que se conjugan casi
a diario en la Ciudad de México, el gobierno de esta urbe hace
esfuerzos reales por aumentar nuestra resiliencia colectiva, y por
construir espacios de consideración humana entre nosotros. El gobierno
de Sheinbaum se esfuerza por ir construyendo una ciudad segura para la
bicicleta, por ejemplo, toma medidas para proteger áreas verdes y se
preocupa por invertir en estrategias para cargar el acuífero del que
dependemos todos. Busca también fórmulas para reducir las emisiones, y
todo eso en medio de un mar de objeciones. Gracias.
Sexto. En el Congreso se discuten propuestas importantes para la
salud pública y el ambiente: cómo reducir el consumo de azúcar o de
carne, por ejemplo. O cómo universalizar la cobertura del sistema de
salud pública. Son problemas que todavía piden mucho más empeño, pero
con todo, hay también ahí gente que está trabajando mucho, y que importa
reconocer.
Séptimo y último. Siempre me ha parecido errada una de las premisas
básicas de este gobierno, que es que el principio y el fin de los
problemas de México está en la corrupción. Hay ahí un importante error
de análisis. La corrupción es a veces causa de problemas sociales, y
otras veces es síntoma, y no es viable
erradicar la corrupciónsin antes entender y reconocer su verdadera proporción. Resulta peligroso legitimar a todo un gobierno con la promesa de terminar con la corrupción, porque aquello no se podrá cumplir, y por eso aumentará la tentación demagógica y la política de pan y circo. Pero así como importaría que el gobierno hiciera una crítica a su teoría de la corrupción, importa también reconocer los esfuerzos que se hacen para reducir la corrupción y los gastos superfluos.
Importa reconocer todo esto, porque en esta década vamos a necesitar
mucho ánimo de trabajo colectivo, tanto afuera como adentro del
gobierno. Los retos que se nos vienen son de una escala mayor a los que
ha enfrentado ninguna generación mexicana desde la Independencia, y
reconocer el buen trabajo de cada uno de nosotros es por eso una buena
manera de empezar el año, porque vamos a tener que esforzarnos mucho,
mucho más.
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