Eduardo Nava Hernández*
La primera universidad
autónoma de América Latina se encuentra, por cuarto año consecutivo, en
situación de insolvencia para cubrir los salarios y el aguinaldo de sus
alrededor de 9 mil trabajadores, académicos y administrativos.
Las causas del déficit son múltiples, y pasan por subsidios
insuficientes, lustros de mala administración, despilfarro y saqueo por
parte de rectores, gastos y prestaciones
no reconocidospor los presupuestos de la Federación, recortes a los subsidios en 2016 y 2017 y, probablemente, desviación de recursos a fines gubernamentales o partidarios en áreas completas de ausencia de rendición de cuentas.
Entre 900 y mil millones de déficit anual han implicado, desde 2016 o
quizás antes el retraso en los pagos salariales y desde 2017 la
recurrente suspensión de éstos desde octubre o noviembre. En algunos
casos se han cubierto con el presupuesto asignado al año siguiente, y en
otros con la gestión de recursos extraordinarios provenientes del
gobierno federal. Fue el caso en diciembre de 2018, cuando la
administración obradorista signó con el gobierno de Silvano Aureoles
Conejo y el entonces rector, Medardo Serna, un convenio que proveyó a la
Universidad Michoacana 500 millones de pesos para solventar los sueldos
del personal universitario.
No fue un convenio, sin embargo, incondicional. En él se inscribieron
cuatro compromisos de austeridad, rendición de cuentas y mejora
administrativa, y uno más que implicó, para 2019, el
fortalecimientodel régimen de jubilaciones y pensiones, sin especificar cómo habría de entenderse esa acción. En la práctica, se ha traducido en presión a los trabajadores y sus sindicatos para que acepten entrar al consabido régimen de cotización a cuentas individuales, el alargamiento de hasta 10 años en el periodo de trabajo para alcanzar el retiro completo, y un nuevo requisito de edad de 65 años. El paradigma neoliberal, en suma, que se supondría erradicado desde diciembre de 2018.
El referido convenio no fue nunca consultado con los trabajadores ni
sus representaciones sindicales; tampoco fue ratificado por el Consejo
Universitario, según lo mandan la fracción XVIII del artículo 12 y la VI
del 6 de la Ley Orgánica de la Universidad Michoacana. No obstante,
impuso virtualmente a los empleados y docentes la obligación de aceptar
retrocesos importantes en sus condiciones de trabajo y prestaciones.
No hubiera sido difícil al nuevo rector, Raúl Cárdenas Navarro,
impugnar ese convenio –que no hacía sino facilitar el cumplimiento de
una obligación de la parte patronal– en virtud de lo antes dicho, sino
por un factor adicional: la reforma al artículo 3 de la Constitución
promulgada el pasado 15 de mayo no sólo establece en su fracción X la
obligatoriedad y gratuidad de la educación superior pública, sino prevé
en el transitorio décimo quinto la formación de
un fondo federal especial que asegure a largo plazo los recursos económicos necesarios para garantizar la obligatoriedad de los servicios a que se refiere este artículo, así como la plurianualidad de la infraestructura.
Es sabido por el gobierno federal y por los universitarios que el
déficit acumulado se debe al incumplimiento por el gobierno de Aureoles
Conejo del acuerdo firmado el 13 de enero de 2016, en el que el gobierno
estatal se comprometía a incrementar progresivamente sus aportaciones a
la universidad (de 30 por ciento entonces) hasta alcanzar 50 por
ciento. En 2019 fueron de sólo 32 por ciento. Pero el rector Cárdenas
Navarro no tiene la intención de reclamar a su colega agrónomo y, como
él, egresado de la Universidad Autónoma Chapingo, y ha optado por
solicitar nuevamente los recursos extraordinarios no regularizables de
la Federación. Sólo que esta vez la SEP exige el cumplimiento del
compromiso signado el 21 de diciembre de 2018, modificando radicalmente
el derecho a la jubilación de los nicolaitas.
Le ha tocado al subsecretario de Educación Superior, Luciano
Concheiro, quien no hace mucho reivindicaba su ideología comunista,
presionar contra los derechos de los trabajadores y condicionar los
recursos extraordinarios a la universidad a la imposición del esquema
neoliberal de jubilación. El sindicato de profesores (SPUM), con una
dirigencia espuriamente instalada en noviembre de 2012, realizó una
consulta en la que sólo 12.9 por ciento de los afiliados aceptó
incondicionalmente la reforma; 9 por ciento la aceptaba con
condicionamientos que no se cumplieron ni se plantearon; 8.4 votó en
contra y 68 por ciento no participó. Con esos números, ha firmado un
acuerdo que permitirá a sus afiliados recibir en breve una parte de su
pago.
El sindicato de empleados, Sueum, que no ha aceptado firmar la
contrarreforma jubilatoria, ha sido excluido de las remuneraciones ya
devengadas. No se sabe cuándo podrán cobrarlas, porque gracias al
gobierno estatal aureolista, a la solidaridad del gobierno federal con
éste, al ex rector Serna y al rector Cárdenas, en la Universidad
Michoacana los salarios no son un derecho de los trabajadores, sino un
objeto de chantaje y, en su caso, una especie de premio a la
buena conducta.
* Profesor e investigador de tiempo completo de la UMSNH
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