Un camino simbólico hermana la
resistencia mapuche y la zapatista. Nace en un enorme auditorio de
madera con una estrella roja y cupo para mil personas, en el nuevo caracol de Tulan Kaw. Un recinto que es
una ballena en el sureste mexicano, construido en plena montaña, en la tierra recuperada a un cacique local de Amatenango del Valle. Y que fue bautizado por los rebeldes del sureste mexicano como Marichiweu, en honor al pueblo mapuche. Una palabra que significa
cien veces venceremosen idioma mapudungun.
El auditorio Marichiweu fue la sede de dos de las cinco actividades
político-culturales con las que el EZLN cerró el año, a las que denominó
Combo por la vida: diciembre de resistencia y rebeldía. Una iniciativa
político-cultural para defender su proyecto de vida de la ofensiva
devastadora de los macroproyectos de la 4T. El primero, realizado del 7
al 14 de diciembre, consistió en la segunda edición del Festival de Cine
Puy Ta Cuxlejalic. El primer CompArte de Danza Báilate otro mundo, efectuado entre el 15 y el 20 de ese mismo mes, fue el segundo.
Durante la fiesta fílmica se proyectaron más de 50 películas, muchas
documentales que difícilmente llegan a salas de cine comercial. El acto
fue un espacio de reunión y diálogo entre artistas, realizadores, bases
de apoyo y responsables de la comunicación zapatistas conocidos como
Tercios Compas. Según el actor Daniel Giménez Cacho, participante en el
encuentro, “aquí el cine se vive como una experiencia de hacer
comunidad, de hacer colectividad […] esta es una experiencia que
enriquece mucho, que anima mucho, que da mucha esperanza. Aquí se ve más
allá de rollos, se ve en la realidad concretamente qué se puede hacer
cuando la gente está organizada para compartir. Cuando se piensa en el
bien común florece este lugar de encuentro, de respeto” (https://bit.ly/2sBH9nr).
Al CompArte Báilate otro mundo asistieron más de mil
bailarines y bailarinas de géneros distintos. Según Argelia Guerrero,
“la pluralidad de estilos, lenguajes y contenidos sorprendió a neófitos y
expertos: danza clásica, neoclásica, contemporánea, butoh, árabe,
acrobacia, bailables zapatistas, circo, aérea, performance,
participativa, belly dance, hip hop, manipulación de fuego y hula hula.
Talleres de danza contemporánea, expresión corporal, salsa antirracista,
malabar, danza árabe y danza africana” (https://bit.ly/2SQAyQB ).
El baile tiene una enorme importancia en las comunidades rebeldes. A
finales de noviembre de 1996, en un evento cultural en la antigua Ciudad
Real, el comandante Zebedeo detuvo las canciones y la lectura
improvisada de diarios y poemas y contó la historia de cómo, cuando
estaban enmontañados y las bases de apoyo les llevaban el arroz y los
totopos, aprendían a organizar bailando. Cada uno de los insurgentes
debía sacar a otro más a danzar y aprender con él o con ella los pasos,
porque si no, se tropezaban. Y, ya que le habían hallado el modo, se
separaban para meter a alguien más al baile. Explicó cómo la lucha era
justo como el baile. No había que parar de moverse, necesitaban
encontrar el ritmo, no podían perder el paso, tenían que ser cada vez
más. Y, nada más terminar su historia, pidió música, y con los primeros
compases de la guitarra escogió a su pareja y se dispuso a poner en
práctica su decir. La fiesta dio inicio.
Eso de danzar se da mucho en aquellas tierras. La primera vez que
Cuauhtémoc Cárdenas llegó por Guadalupe Tepeyac en 1994, rápido lo
sacaron a bailar y hasta alternó una pieza con doña Rosario Ibarra. Al
salir la comandante Ramona rumbo a la ciudad de México, la
comunidad de San José del Río la detuvo con música y baile para
despedirla. Cuando los mil 111 regresaron a dar cuentas de los avatares
de su marcha sobre la Ciudad de México, La Realidad era puro baile. La
marimba no falta cuando se necesita, y eso que se necesita a cada rato.
Bailan de día y de noche, con secas y con lluvias, hip hop, rap, cumbias
y rancheras. Durante años bailaron sin parar La del moño colorado.
Como parte del Combo por la vida, se efectuó el 21 y 22 el Foro en
Defensa del Territorio y la Madre Tierra, con la participación de 921
personas de 24 países y 25 estados. También, del 26 al 29, el segundo
Encuentro Internacional de Mujeres que luchan, al que asistieron
alrededor de 5 mil participantes, entre ellas la cantante Mon Laferte.
El 31 de diciembre y 1° de enero de 2020, se celebró el 26
aniversario del inicio de la guerra contra el olvido. El acto tuvo dos
momentos. En la tarde, el subcomandante Moisés leyó un duro pronunciamiento político ante 2 mil milicianos zapatistas. En la medianoche, las comandantas Elizabeth y Dalia y los comandantes Zebedeo y Tacho hablaron de la necesidad de mantener la organización y la lucha y defender la tierra y la autonomía.
No les tenemos miedo, dijeron (https://bit.ly/2QoRpZ1).
El EZLN es una realidad del México profundo. No desapareció por las
elecciones presidenciales de 2018. El mensaje que envió este fin de año
es claro: en su lucha por la vida contra la
maquinaria de muerte que se llama sistema capitalistay de los megaproyectos que buscan destruir todo en nombre del progreso, están
dispuestos a ser golpeados, encarcelados, desaparecidos, asesinados como individuos e individuas zapatistas.
Cuando el subcomandante Moisés preguntó a los milicianos en
lengua tzeltal –en la que pronunció todo su discurso– si estaban
dispuestos, ellos le respondieron:
¡sí!El marichiweu mapuche está en su horizonte.
Twitter: @lhan55
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