Ciudad de México.- Se rompieron cristales, se lanzó brillantina, se
provocó una polémica sobre monumentos históricos pintados, pero a la
vez, las mujeres rejuvenecieron y fortalecieron al movimiento feminista,
forzando al gobierno de la ciudad a tomar acciones.
“No nos cuidan, nos violan”, se
convirtió en la consigna de las mujeres, jóvenes y furiosas, que se reunieron
el lunes 12 de agosto frente a la Secretaría de Seguridad Pública, en la
delegación Cuauhtémoc, para protestar por la presunta violación de una menor de
edad por cuatro policías en Azcapotzalco, el día 3 de agosto.
El entonces Secretario de
Seguridad Pública, Jesús Orta Martínez, salió a enfrentarlas, pero su
afirmación que los elementos acusados del delito seguían en funciones, no ayudó
a calmar los ánimos y algunas de las manifestantes, en señal de protesta,
lanzaron brillantina rosa al funcionario.
La brillantina se convirtió en
otro símbolo de la “Furia Mexicana”, como luego se denominó en círculos de
feministas internacionales. La ira de las manifestantes no fue bien recibida
por parte de la población y funcionarias públicas. Tanto la Jefa de Gobierno,
Claudia Sheinbaum Pardo, como la Procuradora General de Justicia de la Ciudad
de México (PGJCDMX), Ernestina Godoy Ramos, calificaron las protestas como “provocaciones”,
en las cuales “no caerían”.
Se anunciaron entonces la
apertura de carpetas de investigación contra quienes pintaron las paredes de la
PGJ, acción que días más tarde retiró. Sheinbaum se vio obligada a rectificar
sus declaraciones un día después, pero la indignación continuó entre las
jóvenes feministas quienes se sintieron criminalizadas y no tomadas en serio.
Se preguntaron si unas pintas eran más importantes que diez mujeres asesinadas
al día.
El 15 de agosto la Procuraduría
capitalina desechó la acusación de violación contra los policías (cuyo número
ya había incrementado a 6 y no 4). Su argumento: “el momento, el lugar y las
circunstancias no coinciden con lo declarado por la víctima.” Como ya es común
en los casos que maneja la dependencia de justicia de la ciudad, aceptó haber
filtrado los datos privados de la víctima, lo que provocó que la adolescente
retirara su denuncia.
El viernes 16 de agosto, mujeres convocaron a una segunda protesta en
la Glorieta de Insurgentes. La concentración comenzó con consignas,
cánticos, poemas y la brillantina rosa arrojada hacia el cielo. De nuevo
los ánimos se polarizaron.
Mientras ello ocurría, la Jefa de Gobierno se reunió con mujeres
defensoras de Derechos Humanos, en su mayoría líderes de opinión en
Twitter, con quienes se comprometió a “dar puntual seguimiento a sus
peticiones y demandas”. Anunció la creación de mesas de trabajo y foros
abiertos para generar programas integrales de prevención, atención,
sanción de la violencia de género.
Todo ello dio lugar al “Plan de
Acción Inmediata de Atención a la Violencia contra las Mujeres”, que se
implementaría de septiembre a diciembre pasados y que contempla la iluminación
de “senderos seguros”, capacitación en perspectiva de género de policías y
personal del Ministerio Público, y la creación de un banco ADN, para uso
forense en casos de violencia sexual.
Las mujeres que participaron en
las protestas no confiaron en estas propuestas. “Me parece que es una suerte de
querer conciliar todas estas acciones para que no haya más afectaciones en
cuanto a lo material, pero no han hecho buenas estrategias para ver lo que
realmente afecta a las mujeres”, opinó una estudiante a Cimacnoticias, en
agosto.
Terminando el año, no se ha
escuchado mucho de resultados de las mesas de trabajo sobre violencia a mujeres
que realizó la administración, aunque los avances del “Plan de Acción” se
pueden ver en la página de la Secretaría de las Mujeres. Lo que sí persistió
fue una profunda desconfianza entre el Gobierno de la Ciudad y sectores
feministas. Cuando ellas salieron el 25 de noviembre, a protestar nuevamente ante
el incremento de la violencia, fueron “acompañadas” de un contingente de tres
mil policías y trabajadoras públicas. Mismos que más tarde, arrojaron gas
lacrimógeno a las mujeres.
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