Salud, dinero, amor y felicidad son algunas de las
palabras que más se escuchan en estos días. Se sueltan sin pensarlo mucho, como
los buenos días. Yo aquí las soltaré con toda conciencia y con todo el corazón.
Le deseo voluntad y disciplina para hacer ejercicio y para balancear
su alimentación, porque este es uno de los caminos para tener salud.
Hay muchas enfermedades que no dependen en sentido estricto de
nuestros cuidados. Ya sabemos, por ejemplo, que el estrés debilita
nuestro sistema inmunológico y la vida moderna es estresante.
No obstante hay medidas que están en nuestras manos. Se los dice
quien hace seis meses no hacía nada de ejercicio, hasta que la vida me
llamó la atención. La escuché, tomé las riendas, encontré en línea el
tipo de ejercicio que necesitaba y puse lo que me correspondía: voluntad
y disciplina. Un amigo y yo decimos: “si la flojera te despierta, la
disciplina te levanta”.
Dinero. Ese deseo tiene un problema: ¿Cuánto es
suficiente? En una sociedad de consumo los límites son tan elásticos –a
propósito- que se pueden perder en el horizonte.
Así que le deseo que tenga lo suficiente para que haya comida
saludable en su mesa tres veces al día, una casa a la que se desee
llegar, un lugar donde dormir cómodamente, ropa y zapatos para vestir, y
gustos que pueda compartir. Pero lo más importante es que tenga tiempo
para disfrutar de eso, porque de lo contrario algo en la ecuación está
mal.
Amor. Ese no cuesta nada pero cuesta todo porque implica todo nuestro
ser. El problema es que siempre se nos dice que debe ser para otras
personas. Eso en especial se nos inculca a las mujeres. El amor es para
otros (la madre, el padre, las hermanas, los hermanos, la pareja, las
hijas, los hijos, las nietas, los nietos, las mascotas, el trabajo, el
jardín, la causa, el planeta).
Así que mi deseo para este año es que se ame
profundamente, incondicionalmente. Y eso implica que se ponga en primer lugar;
que se abrace, se respete, sea fiel a usted, a lo que desea, a lo que le gusta,
a lo que anhela; que se cuide, se escuche, se atienda, se consienta. En fin,
todo aquello que nos han enseñado para amar a otras personas, lo aplique en
usted. Sin peros.
Felicidad. Al respecto la vida me ha dado algunas
lecciones en los últimos años. He aprendido, por ejemplo, que a veces llega
sola, pero hay que tener la disposición para reconocerla y apreciarla. Porque
puede llegar en las cosas pequeñas. El aroma del café recién molido, la
mariposa amarilla que veo por la ventana, las flores de un jardín, la melodía
que suena en la distancia, la risa de las amistades.
Otras veces, hay que convocarla. Expresamente.
Poner el café en la mañana y detenerse para aspirar el aroma; salir a buscar un
jardín lleno de flores, encontrar la mariposa amarilla aunque sea en la portada
de un libro; poner la música que hace que el cuerpo baile así sea en contra de
su sentido del ridículo. Dejar que las risas lleguen al corazón.
Así pues deseo que este año, abrace la felicidad en cualquiera de sus
formas. La reciba o la invite sin remilgos ni explicaciones. Esos son
mis deseos para usted en este año que inicia. Y agregaría uno más: Que
la vida nos permita encontrarnos en este espacio y en otros para
abrazarnos por el puro gusto de encontrarnos. ¡Feliz año nuevo!
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