Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
Norberto Rivera Carrera y la arquidiócesis primada de México, por medio de un editorial del semanario Desde la Fe y un discurso del cardenal --presentado para efectos formales como homilía--, dictaron cátedra decimonónica sobre lo que entienden por tolerancia, capacidad para persuadir y aptitud para el diálogo con el que opina distinto respecto a la jerarquía católica que hoy apuesta a exhibirse, abiertamente, como calderonista.
Eduardo Ibarra Aguirre
Norberto Rivera Carrera y la arquidiócesis primada de México, por medio de un editorial del semanario Desde la Fe y un discurso del cardenal --presentado para efectos formales como homilía--, dictaron cátedra decimonónica sobre lo que entienden por tolerancia, capacidad para persuadir y aptitud para el diálogo con el que opina distinto respecto a la jerarquía católica que hoy apuesta a exhibirse, abiertamente, como calderonista.
Las reflexiones y críticas que suscitó el discurso pronunciado por Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa en el VI Encuentro Mundial de las Familias, en el que hizo honor a su nombre bautismal en demérito del Estado laico que dice jefaturar, generaron un rosario de epítetos, denuestos, destinados a articulistas y opinantes que sino son declarados herejes y conducidos a la hoguera no pareciera ser por falta de ganas, sino porque el poder terrenal –político, económico y financiero-- de las cúpulas vaticana y nativa ya no lo permite, en el segundo lustro del siglo XXI.
Pareciera que ganas no les faltan. Un simple listado de las diatribas escritas en la hoja parroquial da una idea de la vocación y prácticas totalitarias del cardenal y su equipo propagandístico.
Los críticos del discurso, la presencia y el comportamiento de virtual monaguillo que tuvo Calderón Hinojosa en la cumbre sobre las familias, a juicio del semanario son: “talibanes del laicismo”, “cortos de inteligencia”, con una “enorme y monumental intolerancia”, “enfermizos del laicismo”, “ignorantes”, “miopes y rabiosos”, “primitivos defensores no del Estado laico sino de un Estado arcaico”, “intransigentes y autoritarios”…
Lo primero que es pertinente preguntar: ¿Qué pretende el presunto protector de sacerdotes pederastas con tan brutal como innecesaria confrontación con los críticos, muchos de ellos católicos?
Finalmente la reunión no les salió tan mal, aunque tampoco lograron cubrir las alegres expectativas de asistencia, tampoco la recaudación por las cuotas de inscripción fijadas, por cierto, en dólares. Sin embargo, la cobertura mediática fue amplísima.
Si se trata de enriquecer la original denominación de Iglesia católica, apostólica y romana, con la condición de calderonista, empobreciéndola en realidad, pues es un asunto de los que allí mandan y disponen en forma singularmente autoritaria, como en el más disciplinado de los ejércitos.
Si, por el contrario, es una abierta apuesta política y electoral para cerrar filas con Calderón, seguramente resultará más que costosa la factura que tendrá que pagar el Estado laico. Siempre y cuando lo permita una ciudadanía madura y moderna, que distingue muy bien entre sus convicciones religiosas --selladas por la diversidad--, las tareas de un pastor y las que corresponden a los profesores, ginecólogos y promotores del voto.
Si se trata de auspiciar simpatías y votantes para el Partido Acción Nacional, práctica claramente inconstitucional, el exhibicionismo del cardenal es, para decirlo suavemente, una torpeza mayúscula. Como lo es su arremetida discursiva en la Catedral Metropolitana, el domingo 25, en contra de los dirigentes del Movimiento Nacional en Defensa del Pueblo, del Petróleo y la Soberanía Nacional que saturaron el Zócalo y las calles aledañas para escuchar a Andrés Manuel López Obrador, quien esperó nueve minutos para empezar su discurso porque las campanas fueron echadas al vuelo en una provocación sin consecuencias a lamentar.
Rivera Carrera llamó a los activistas sociales del vigoroso obradorismo “a cambiar desde el corazón”, frente a los que “prometen reinos sobre la tierra y paraísos en el tiempo”. Pero las diatribas que aplicó Desde la Fe a los que no obedecen las concepciones dogmáticas del Vaticano sobre las familias, lo muestran como un dirigente que hace política con el hígado.
Acuse de recibo
En un recuento de la situación “de agresiones a los periodistas” y que “es indignante, aunque no se tengan cifras claras de a cuántas ascienden”, Teresa Gurza Orvañanos recuerda: “Además, el presidente Felipe Calderón sigue permitiendo el bloqueo publicitario a algunos medios críticos como la revista Forum; lo que en los hechos confirma que la asignación de la publicidad oficial, es la forma más efectiva de corromper el periodismo en México”… Solidaridad también expresa, nuevamente, la lectora Norma Esperanza Falcón Ruiz: “La periodista Ana Lilia Pérez Mendoza necesita en estos momentos de la ayuda de la ciudadanía en general, que en un gran número ignora la realidad que prevalece para la perseguida, con acusaciones y represión a luces vista, en contra de la libertad de expresión, donde las autoridades hacen caso omiso; de la mentira a que reducen sus actuaciones, puesto que lo informado en las revistas Contralínea y Fortuna son producto de entrevistas grabadas”… Uso este espacio de los lectores para aclarar una pifia que cometí en la anterior Utopía al confundir a la Procuraduría General de la República con la Secretaría de Seguridad Pública. Una disculpa.
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